miércoles, 29 de julio de 2009

LOS VINOS ARGENTNOS DE MAURICIO LORCA




Bonum vinum lactificat cor hominis
(El buen vino regocija el corazón del hombre)
Locución latina

En la página oficial de la Organización Internacional de la Viña y el Vino leo que ésta es una organización intergubernamental, es decir, compuesta por Estados Miembros. Al 29 de julio de 2008 estaba compuesta por 44 Estados Miembros, a los cuales se agregan en calidad de Estados Observadores los antiguos miembros de la Oficina Internacional de la Viña y el Vino. De los cuarenta y cuatro Estados Miembros de la O.I.V. treinta y tres son del continente europeo. Seis son de América (Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y Uruguay). Tres están en el continente africano: Algeria, Marruecos y Sudáfrica, y dos más en Oceanía: Australia y Nueva Zelandia.
A finales de junio de 2009 tuvo lugar en la ciudad de Zagreb ---la capital de Croacia---
el trigésimo segundo congreso de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, y allí fueron presentadas las estadísticas de 2008, lo que permitió constatar una disminución de los intercambios comerciales en volumen de vinos, y una baja considerable del nivel de consumo mundial de vino.

En esas estadísticas queda asentado que en 2008 se registró una disminución de la superficie del viñedo mundial de diecisiete milloneas de hectáreas, en comparación con la del año anterior. En razón del tema de este artículo mencionaré únicamente cifras concernientes a Argentina, y la comparación con el país que ocupe el primer lugar en ese rubro. El viñedo argentino corresponde al 2.9% del total del orbe, en tanto que el de España equivale al 15.0% del total mundial.

Por lo que respecta a la producción mundial de vino el año pasado, ésta fue de veintiséis mil millones de litros, y Argentina produjo mil 243 millones, equivalente al 5% del total del orbe. La producción de Italia fue del orden del 18.1%

El consumo de vino sufrió una reducción en todo el mundo, quedando Argentina con el 4.4% del total, mientras que Francia se ubicó en el primer lugar con el 13,0 %.

La exportación de vinos argentinos fue del orden del 4.7% mundial, en tanto que a Italia correspondió el 19.3%

Abundando en esta información es conveniente mencionar que, de acuerdo a información obtenida en internet, el consumo de vino en Argentina, en el año 1980, era de setenta y seis litros per capita anualmente,. Veintidós años mas tarde, en 2002, descendió a treinta y seis litros per capita.

En la página http://www.vinosdeargentina.com/ leo que, de acuerdo al Instituto Nacional de Vitivinicultura (I.N.V.), “el consumo anual per capita, de vino en Argentina, en el año 2007, fue de casi treinta litros. El de Brasil, de casi dos litros, mientras que el de México alcanzó los tres litros, per capita anualmente”. Estas últimas cifras podrían ---de ser certeras--- llenar de felicidad tanto a los productores de vinos en México, como a los importadores de tan dionisíaca bebida.

La cata “ciega” mensual número 176 del Grupo Enológico Mexicano (correspondiente a Julio de 2009) tuvo lugar en un salón del restaurante “Bistro 235”, en Polanco. Para esa degustación analítica fueron seleccionados ocho vinos de Bodegas y Viñedos Mauricio Lorca, de Mendoza, Argentina.

Mauricio Lorca es un enólogo argentino cuya brillante trayectoria profesional le ha granjeado numerosos reconocimientos. Su tarea durante doce años como winemaker en algunas de las principales bodegas vitivinícolas de ese país, como Luigi Bosca, Finca La Celia y Foster, ha sido en extremo meritoria, y ello le permitió establecer su propia empresa productora de vinos, Bodegas y Viñedos Mauricio Lorca, animado por el deseo de elaborar vinos de “gran personalidad y distinción”.Esta bodega está ubicada en el Distrito de Perdriel, en Luján de Cuyo, en la provincia de Mendoza, Argentina. Los viñedos se localizan en Vista Flores, en el Departamento de Tunuyán, en la zona de Valle de Uco, a una altitud de l.05 metros de altitud. El viñedo de Mauricio Lorca .está diseñado para contener 6.850 plantas por hectárea, con la finalidad de obtener la mejor materia prima para que sus vinos tengan alta concentración y señalada complejidad aromática y gustativa. Se puede aseverar que cada planta permite elaborar de una a dos botellas de vino, y al respecto asienta este enólogo que “como consecuencia se logra la mayor concentración de aromas, color, taninos muy suaves y vinos de gran expresión varietal”.

Los vinos elaborados por Mauricio Lorca son de tres categorías: la línea Fantasía, la línea Öpalo y la clase premium Lorca Poético. Estos vinos son exportados a una veintena de países, en Europa y América.

La Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Alejandra Vergara de Del Valle, José del Valle, Darío Negrelos, Alejandro Guzmán Galán, Gabriel Iguiniz, Philippe Seguin, Roberto Quaas, Luis Juan de Paz, Mauricio Romero Gatica y Miguel Guzmán Peredo.

Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.

Los resultados fueron los siguientes:

Vinos blancos:

1.- Lorca Fantasía Torrontés, cosecha 2007. 13.50% Alc. Vol. Monovarietal 10% Torrontés riojano. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable. Calificación: 85.88 puntos. Precio: $ 195.00

2.- Lorca Poético Viognier, cosecha 2007. 14.40% Alc. Vol. Monovarietal 100% Viognier
(producción ultra limitada: una botella por planta). Calificación: 84.00 puntos. Precio: 285.00

3.- Ópalo Sauvignon Blanc, cosecha 2007. 13.10% Alc. Vol. Monovarietal 100% Sauvignon Blanc Calificación: 82.13 puntos. Precio: $ 275.

Vinos tintos:

1.- Gran Lorca Poético Blend, cosecha 2006. 14.90% Alc. Vol. Coupage de 70% Malbec, 20% Syrah y 10% Petit Verdot. Guarda de 12 meses en barricas nuevas, el 90% francesas y el 10% americanas, (producción ultra limitada: una botella por planta). Calificación: 92.25
puntos. Precio: $ 750.00

2.- Lorca Poético Cabernet Sauvignon, cosecha 2006. 14.80% Alc. Vol. Coupage 95% Cabernet Sauvignon y 5% Malbec. 12 meses de guarda en barricas de roble: 90% francesas y 10% de americanas. (producción ultra limitada: una botella por planta).. Calificación: 86.75 puntos. Precio: $ 350.00

3.- Gran Ópalo Blend, cosecha 2007. 14.50% Alc. Vol. Coupage de 30% Malbec, 30% Cabernet Sauvignon, 30% Syrah y 10% Petit Verdot. Vino premium sin crianza en madera. Producción de 1.300 botellas. Calificación: 86.00 puntos. Precio: $ 480.00

4.- Ópalo Syrah, cosecha 2006. 14.50% Alc. Vol. Monovarietal 100% Syrah (producción ultra limitada: una botella por planta). Calificación: 85.13 puntos. Precio: $ 315.00

5.- Lorca Lírico Malbec, cosecha 2008. 13.90% Alc. Vol, Monovarietal 100% Malbec. Guarda muy corta en piletas de hormigón. Calificación: 79.63 puntos. Precio: $ 195.00.

Los integrantes de La Mesa de Catadores eligieron “mejor etiqueta” la del vino Gran Ópalo Blend.

Salta a la vista la extraordinaria calidad de los vinos de Mauricio Lorca, degustados en esta ocasión, ya que de los ocho vinos cinco superaron los 85 puntos, y de acuerdo a los parámetros del Grupo Enológico Mexicano quedaron ubicados en la categoría de “muy buenos”.

Al concluir la degustación fue servida una exquisita cena, preparada por Mauricio Romero y Héctor Dongu, los dos chefs del restaurante “Bistro 235”. El primer tiempo fue Carpaccio de res con alcachofas y arúgula. El manjar principal fue Esmedregal en entomatado con almendras. El postre consistió en Tiramisu con helado de plátano. Estos platillos fueron acompañados con los tres siguientes vinos: Lorca Poético Viognier, cosecha 2007: Gran Ópalo Blend, cosecha 2007 y Gran Lorca Poético Blend, cosecha 2006



sábado, 25 de julio de 2009

LA COMIDA DE LOS ASTRONAUTAS EN EL ESPACIO EXTERIOR

El pasado lunes 20 de julio Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos de América, encabezó los festejos oficiales por el cuadragésimo aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Ese día, en la “Casa Blanca”, recibió ---y rindió homenaje— a los tres astronautas que (llevados por la nave Apolo 11) alunizaron en aquellos yermos parajes el 20 de julio de 1969. Neil Amstrong y Edwin “Buzz” Aldrin fueron los dos primeros terrícolas en caminar en la superficie de nuestro satélite natural, mientras que Michael Collins manejaba los controles de la cápsula espacial que los devolvería a la Tierra.

Cabe mencionar, a este respecto, que el día 10 de agosto de 2006 se llevó a cabo la octava cena de la serie Gastrónomos y Epicúreos, del Grupo Enológico Mexicano, en la cual el doctor en física Rafael Fernández Flores (Miembro de Número de dicha agrupación de enófilos) disertó acerca de la comida de los astronautas en el espacio exterior. De aquella reunión yo publiqué. el reportaje que, a partir del párrafo siguiente, aparece en este texto. Considero conveniente publicarlo nuevamente, porque hace referencia a aquella primera aventura lunar..

Hace 45 años, el 6 de agosto de 1961, el cosmonauta soviético Gherman Stepanovich Titov realizó el primer vuelo tripulado al espacio exterior, en la cápsula Vostok 2. Este inicial vuelo al cosmos tuvo una duración de veinticinco horas y 18 minutos. Durante este tiempo, la alimentación de Titov en aquellos confines consistió en el contenido de tres tubos semejantes a los de las pastas dentales, que contenían, uno, puré de vegetales; otro, paté de hígado; y el tercero jugo.

Poco más de seis meses después tuvo lugar el primer vuelo espacial de un astronauta estadounidense. El 20 de febrero de 1962, en la cápsula “Amistad 7”, John Herschell Glenn efectuó un vuelo de tres órbitas espaciales, de casi cinco horas de duración. En aquellos días los científicos de la NASA investigaban, entre otras diversas disciplinas, las probabilidades de que resultase difícil ingerir los alimentos, por las condiciones de ingravidez existentes en el vehículo espacial.

De entonces a la fecha han transcurrido cuarenta y cinco años, y las condiciones alimenticias de los astronautas estadounidenses y de los cosmonautas de la antigua URSS han sufrido notables modificaciones. Al principio de las misiones espaciales los alimentos resultaban poco apetecibles, tanto en su presentación como en su sabor. Pero conforme fueron avanzando los diferentes programas ( Mercurio, Gemini, Apollo, SkyLab, Transbordador Espacial, etc) los alimentos fueron más agradables, a la vista y al gusto de los viajeros. Cabe agregar que la tripulación de los vuelos de la serie Apollo fueron los primeros en disponer de agua caliente para rehidratar sus platillos. Algunos años más tarde, en 1973-1974, los tripulantes de los vuelos SkyLab ya disponían de un área que hacía las veces de comedor, y para los tres alimentos diarios utilizaban cuchillo, tenedor y cuchara, a más de unas tijeras para cortar la envoltura de plástico de algunos víveres. Igualmente contaban con refrigerador y congelador, para conservar debidamente sus provisiones alimenticias. Hoy en día los ocupantes de la Estación Espacial Internacional disponen de grandes facilidades en el renglón alimentación, para hacer más agradable su estancia en aquellos ignotos y lejanísimos parajes.

Me parece prudente mencionar que astronáutica es la navegación entre los astros, en otras palabras un periplo fuera del ámbito del planeta Tierra. Cosmonáutica es una palabra de significado similar, ya que la navegación tiene lugar en el Cosmos. De aquí la designación de astronauta a los tripulantes de las naves espaciales estadounidenses, y de cosmonauta a los de las naves que antaño ostentaban la bandera soviética, y hoy llevan la de Rusia..

En la cena más reciente de la serie Gastrónomos y Epicúreos, del Grupo Enológico Mexicano, el doctor en física Rafael Fernández Flores, presentó el interesante tema titulado “La comida de los astronautas en el espacio exterior”. En su documentada exposición comenzó diciendo que el primer hombre en comer en el espacio fue el ruso German Titov en 1961. Un año después John Glenn se convirtió en el primer estadounidense en alimentarse a bordo de su vehículo espacial. Glenn disipó las dudas existentes en ese momento acerca de las dificultades que la falta de gravedad produciría en el momento de tragar el alimento.

La alimentación de los astronautas en el espacio ---explicó el conferenciante--- presenta varias dificultades. Una es la del peso, deben ser alimentos que pesen poco, pues una misión de varios meses en la cual toman parte varias personas puede representar un peso considerable. Cada astronauta consume actualmente alrededor de dos kilos de alimento por día.

Otro asunto a considerar es la conservación de los alimentos. Hoy en día los astronautas de la estación espacial internacional tienen refrigeradores y hasta un comedor. Los alimentos les son enviados tanto por los rusos como por los estadounidenses.

El tipo de alimentos que son utilizados son de varios tipos: Alimentos termo estabilizados, que son ingeridos calientes, como por ejemplo una sopa de chícharo. Alimentos Ionizados, aquellos que se esterilizan mediante radiación, por ejemplo carnes frías. Alimentos de humedad media, son alimentos deshidratados como frutas secas. Alimentos congelados. Estos alimentos han sido también deshidratados por sublimación del agua; se pueden comer tal o cual o agregándoles agua. Alimentos naturales. Barras de cereal, galletas, nueces, etc. Alimentos deshidratados. Cereales y alimentos. Bebidas. Café, te, agua de sabores, todos ellos en polvo.

Otro asunto importante es la variedad de los alimentos y su contenido calórico. Los astronautas del proyecto Géminis tenían menús que les permitían no repetir un alimento antes de cuatro días. Entre sus alimentos estaban cóctel de camarones, pollo con vegetales, pan tostado, pudín de mantequilla y jugo de manzana.

Su dieta era de unas 2, 800 calorías por día. De las cuales el 16 o 17 % eran proteínas, entre el 30 y el 32 % grasas y entre 50 y 54 % carbohidratos. La NASA agrega entre 3 y 6 nuevos platos por año a la dieta de los astronautas.

Actualmente el contenido calórico de los menús se calcula de acuerdo a una fórmula que calcula el gasto básico de energía, BEE (Basic Energy Expenditure), tomando en cuenta la edad, el peso, la estatura y la edad. Para un hombre la fórmula es BEE = 66 + (13.7 x P) + (5 x T) - (6.8 x E) y para una mujer: BEE = 655 + (9.6 x P) + (1.7 x T) - (4.7 x E), donde p es el peso en Kilogramos, T la estatura en centímetros y E la edad en años.

En el espacio, debido a la baja gravedad, los huesos se vuelven más débiles por que lo la dieta debe ser rica en calcio y deben consumirse vitaminas. Otra dificultad que hay que resolver es que la escasa fuerza de gravedad puede hacer que la comida literalmente flote por toda la nave, lo mismo que los cubiertos. Para resolver estas dificultades se han diseñado implementos magnéticos que se adhieren a las superficies sobre las que se colocan, también en algunos casos se amarran los recipientes de comida a las piernas de los astronautas.

El problema del abasto del agua se ha resuelto de varias maneras. Una de ellas es llevándola desde la tierra, lo que resulta poco eficiente, pues el agua es muy densa, pesa mucho. Otro es produciéndola en el espacio, generalmente a partir de la combustión de hidrocarburos y una posibilidad más, en uso en la Estación Espacial Internacional, es el reciclado del agua que se encuentra en el aire, y que proviene del sudor, del aliento que se exhala, etc. Esta agua, aunque es totalmente pura pues se recolecta en forma de vapor, se usa principalmente para limpieza. También puede filtrarse y beberse.

Para los miembros del Grupo Enológico Mexicano, comentó Rafael Fernández, seguramente que una cuestión importante es la relacionada no sólo con los alimentos y su contenido calórico, sino la forma de prepararlos. Toda la parte relativa a la cocina y el procesado de alimentos se realiza en la tierra, y en el espacio sólo se “prepara”, es decir se descongela, se le agrega agua o se hidrata. Para calentar los alimentos los habitantes de la Estación Espacial Internacional cuentan con un horno de convección que puede alcanzar hasta 82 grados como máximo, y sostener por un tiempo indeterminado una de 65 grados. Una alternativa que se está desarrollando actualmente es la de hacer pasar una corriente eléctrica directamente a través de los alimentos, para calentarlos, por la resistencia que presentan al paso de esa corriente.

Cultivar en ambientes de microgravedad presenta problemas, pues los nutrientes no circulan bien, y no hay fuentes de energía baratas,

Estos estudios pueden tener importancia cuando se trata de viajes interplanetarios de mayor duración. Para un viaje a Marte, que podría tomar dos años, se estima que se requerirán hasta 40 aparatos para procesar los alimentos para convertir una cosecha de trigo o jitomates en pan y sopa. El reto es que ese equipo sea ligero, pequeño y de fácil mantenimiento.

viernes, 17 de julio de 2009

LA CEPA CARMÉNERE, DE CHILE


En fecha reciente tuvo lugar la cata “ciega” mensual número 175 ---desde enero de 1995-- del Grupo Enológico Mexicano. En ella fueron degustados ocho vinos comercializados en México por la empresa Wine Mex. El vino tinto que alcanzó mayor calificación (86.63 puntos, que lo ubicó en la categoría de “muy bueno”, según los parámetros de esa agrupación de enófilos) fue Carménere Rivas, cosecha 2007, de la bodega chilena Casa Rivas, asentada en el Valle del Maipo. Se trata de un coupage tres variedades de uvas: 85% Carménere, 10% Cabernet Sauvignon y 5% Merlot. Este caldo báquico, de magnífica finura, posee la ventaja de una excelente relación calidad precio, ya que su costo al público es de $ 110.00 por botella.

La cepa Carménere cobra, día a día, mayor número de adeptos entre los consumidores nacionales, quienes encuentran en las características organolépticas de los vinos elaborados con esa variedad cualidades visuales, olfativas y gustativas muy encomiables..

Los especialistas en viticultura afirman que en el periodo terciario, hace de ello unos sesenta y seis millones de años, apareció la vid, planta que se extendió por Asia, Asia Menor y Europa. Gracias a la información proporcionada por la paleobotánica (la rama de la ciencia que estudia las plantas fósiles) tenemos conocimiento de la existencia de hojas de vid y de racimos fósiles, que se remontan a los tiempos del pleistoceno, un millón de años antes de nuestra era. Durante la Edad del Bronce, hace aproximadamente unos cuatro mil o cinco mil años, la viticultura era practicada extensamente en el Medio Oriente.

El género botánico Vitis incluye dos subgrupos: la euvitis o vid verdadera, y la muscadenia. Existen unas sesenta especies conocidas de vitis, una de las cuales, la de mayor importancia para la elaboración del vino, es la Vitis vinífera, de la cual se cuentan más de ocho mil variedades diferentes. Las palabras variedades, cepas o vidueños, tratándose de la Vitis vinífera, son sinónimas, y se les utiliza indistintamente. Las cepas blancas más ampliamente empleadas en todo el mundo son las siguientes: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillon, Gewurztraminer, Rieling, Albariño, Silvaner, Trebbiano y Malvasía. Las variedades de uvas tintas que son más extensamente utilizadas por los enólogos, para elaborar vino, son las que a continuación enlisto: Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Merlot, Malbec, Sangiovese, Pinot Noir, Garnacha, Nebbiolo, Cabernet Franc, Cariñena, Syrah, Barbera y Pinot Meunier. Cabe agregar, para dar una idea más amplia de lo relacionado con las uvas, que existen cuatro grupos: para mesa ---para ser comidas como fruta, y de las cuales hay unas veinte variedades diferentes---, para producir jugo, para pasificar y para elaborar vino.

Una de las cepas, variedades o vidueños de uvas que está motivando un gran interés en el mundo del vino es la Carménere, de Chile, la cual se suponía había desaparecido por completo de los viñedos del planeta, ya que, inclusive, su nombre quedó prácticamente olvidado, cuando a raíz de la epidemia de filoxera, que asoló las viñas de Europa a mediados del siglo XIX, quedaron arrasadas miles y miles de hectáreas en varios países europeos.

Pero aconteció que hacia 1850 los viticultores chilenos comenzaron a importar las primeras cepas consideradas finas, para mejorar la calidad de sus vinos, que hasta entonces estaban siendo elaborados con uvas País o Misión. En aquellos años no era frecuente que en los viñedos de Burdeos, los más renombrados de Francia, se hiciese una plena identificación de las cepas, por lo que coexistían diversas variedades en una misma viña, como asienta Gérard Aubin, en su libro Bordeaux, vignoble millenaire. Es casi seguro que cuando fueron llevadas diversas cepas a Chile, llegaran vidueños de Carménere (también conocida con los nombres de Grand Vidure y Grand Carmenet) entre las plantas de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot, las más preciadas por los viticultores, “algunos años antes de que aquella cepa desapareciera por completo de su Burdeos natal, debido al mencionado ataque de filoxera”. Considero conveniente mencionar que he leído, acerca de esta cepa Carménere, que en el siglo XVIII los productores de Burdeos elaboraban vinos “excepcionalmente buenos”, que eran resultado de un coupage de Carménere con Cabernet Franc, pero que gradualmente se fue abandonando el empleo de esa variedad (la Carménere) a causa de su susceptibilidad a una enfermedad vitícola llamada “Coulure”. Este es un vocablo del idioma francés que describe el daño ocasionado en los viñedos sembrados con esa variedad, ya que después de haber florecido las pequeñas bayas, éstas se caen, afectando severamente la productividad de las viñas.

Se tiene conocimiento que Claude Valat, ampelógrafo francés, fue el primero en señalar que la variedad que algunos consideraban Merlot, era, en realidad, Carménere. Después de Valat algunos viticultores pensaron que esa cepa plantada en Chile era un clon de Merlot o de Cabernet Franc. Y agrego que, de acuerdo a la noticia publicada en la revista “América Economía” (número 207, correspondiente al 3 de mayo de 2001) en el año 1994, en ocasión del 6º. Congreso Latinoamericano de Floricultores y Enólogos, celebrado en Chile, el enólogo francés Jean Michel Boursiquot, ampelógrafo de Montpellier, estableció que gran parte de los viñedos chilenos considerados de la cepa Merlot eran, en realidad, de la variedad Carménere, un vidueño casi totalmente desaparecido de Francia. La declaración de este enólogo galo despertó marcada controversia entre los productores chilenos, ya que éstos consideraban que después de haber conseguido que sus vinos varietales elaborados con la cepa Merlot, fuesen reconocidos por su finura y calidad, podría suceder que, comercialmente hablando, se registrasen efectos negativos, tanto en el mercado interno como en el de exportación.

Pero ocurrió prácticamente lo contrario, ya que, de acuerdo a la nota periodística aludida en el párrafo anterior, “el número de hectáreas sembradas con la variedad Carménere, en Chile, ha crecido de manera exponencial: en 1993 tres bodegas contaban con viñas sembradas de esta variedad, y había 300 hectáreas. Para 1997 ya sumaban 330 hectáreas; en 1998, el número se había incrementado a 1.167. Para 1999 el total ascendía a 2.306, porque mucho de lo que antes se consideraba Merlot ha sido reclasificado como Carménere, según afirma el enólogo Philippe Pszczolkowski, catedrático de la Universidad Católica de Chile”.

En abril del año 2000 quince empresas estaban elaborando vinos monovarietales Carménere en este país sudamericano, y hoy en día, transcurridos ocho años de haber sido identificada cabalmente la cepa Carménere, en Chile, existen viñedos sembrados con esta variedad en Francia, Italia, Estados Unidos de América, Chipre y China, entre varios otros países.

El nombre Carménere bien puede derivar del término carmine, cuyo significado es carmíneo (el carmín es una sustancia colorante, de color rojo carmesí, usada en pastelería y cosmética. Es extraída de la hembra del coccus cacti, una especie de cochinilla, ya que los vinos elaborados con esa variedad son de color rojo intenso, acerezado.

La cepa Carménere es la variedad distintiva de Chile, y dentro de muy poco tiempo será emblemática como la Pinotage, de Sudáfrica; la Malbec, de Argentina; la Syrah, de Australia; o la Zinfandel, de California.

viernes, 3 de julio de 2009

LOS BANQUETES FUNERARIOS PREHISPANICOS EN LA CULTURA DE OOCCIDENTE


El extenso territorio nacional llamado Mesoamérica se extiende desde la parte central de México hacia el sur, y comprende los siguientes países: Guatemala, Belice y El Salvador, así como parte de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. En esta dilatada área geográfica florecieron las culturas prehispánicas que alcanzaron señalado esplendor: Olmeca, Maya, Teotihuacana Zapoteca y Mixteca, entre varias otras. Una de ellas, la denominada Cultura de Occidente, tuvo por zona de influencia la parte oeste del altiplano central, que comprendía las entidades siguientes: Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit y Sinaloa. Algunos estudiosos del grandioso pasado de México incluyen también a los estados de Aguascalientes y Querétaro.

Es interesante tener en cuenta lo que consigna el portal www.historiadelarte.us
acerca de la principal manifestación artística de los habitantes de esa región: “Mientras que se desarrollaban entre los teotihuacanos, los totonacas, los zapotecas y los mayas la gran arquitectura en piedra, la escultura monumental, la pintura mural y otras artes mayores, los pueblos del occidente mexicano continuaron empleando la cerámica como medio casi exclusivo de expresión artística y religiosa. Y alcanzaron en esta rama del arte sorprendentes resultados, que los coloca a una altura envidiable dentro del panorama de la cerámica universal”.

Una de las diversas presentaciones del Grupo Enológico Mexicano lleva por nombre Gastrónomos y Epicúreos. En estas cenas un conferenciante diserta acerca de un tema relacionado con la gastronomía y/o la enología. En la vigésimo quinta de estas sibaríticas reuniones los comensales escucharon la plática Banquetes funerarios prehispánicos en la Cultura de Occidente de México, que presentó el ingeniero Darío Negrelos, Miembro de Número de esa agrupación de enófilos.

En su amena charla (que a continuación transcribo, entrecomillada, de sus partes más sobresalientes) mencionó que “Las culturas prehispánicas de Mesomérica todavía hoy son poco conocidas para el público mexicano. Conocemos algunos aspectos de los Olmecas, Teotihuacanos, Tlatílcas, Toltecas, Mayas, Totonacos, Aztecas, Chichimecas, Etc. Principalmente porque dejaron huella evidente de sus conocimientos en obras monumentales, las grandes ciudades prehispánicas nos asombran y nos enorgullecen. Las investigaciones realizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, se han publicado convenientemente, su efecto gravitacional atrae todos los foros, todos los medios, todas la publicaciones. En contraste, las ciudades más pequeñas no tienen la fama de las grandes. Aún así, poco sabemos de unas y otras porque se están estudiando los sitios y los objetos que quedaron después de los grandes saqueos y del deterioro natural, también porque la vasta información existente no está organizada, para fines didácticos, en escuelas de educación básica y media.
“Si acaso preguntamos por una cultura muy antigua y grandiosa en Mesoamérica, de más de dos mil años, con dificultad nos podrán contestar que fue la cultura Olmeca, y es que desconocemos la existencia de las culturas de Occidente. Estos grupos Occidentales construyeron pocas y pequeñas pirámides, no fueron constructores espectaculares; tampoco vivieron en núcleos numerosos, fueron hábiles ceramistas y escultores, su desarrollo fue en los estados de Jalisco, Colima, Nayarit, Michocán y Zacatecas. Estos grupos reciben una fuerte influencia de Sudamérica, a su vez, ellos influenciaron a los Olmecas (cultura madre) Teotihuacanos, Mayas, Etc. pero no se percibe hasta ahora, que el occidente se haya influenciado de las culturas Olmeca o Teotihuacana antes del periodo formativo tardío.

“Grupos nómadas dejaron de serlo el periodo formativo temprano, 1500 años A.C. El éxito de la adaptación al entorno de estos grupos nómadas probablemente tuvo éxito, porque vincula la práctica de la agricultura en combinación con la amplia explotación de los vastos recursos naturales de esa época (Plantas, animales y agua) Las sociedades en el cenolítico superior no llegaron más allá de un nivel socio económico –político, que estuvo caracterizado por un patrón de asentamiento de un pueblo principal, unas aldeas asociadas y una religión enfocada al culto de los muertos.

“Por otro lado en las costas del Océano Pacifico se verificó una intensa actividad comercial desde Ecuador hasta las costas Mexicanas, con este intercambio llegó la influenza del arte cerámico de la costa pacífica de Sudamérica. Las coincidencias en las formas y estilos, en las piezas de cerámica elaboradas en toda la costa del pacífico, sugieren ésta influencia; con esta rica tradición, la escultura y la cerámica evolucionaron de manera notable en el Occidente de México.

“El arqueólogo José Arturo Oliveros Morales en su libro Hacedores de Tumbas presenta su trabajo de investigación en el Opeño, Jacona, en el estado de Michoacán. Allí exhibe una civilización muy antigua, quizá la primera de Occidente, donde hicieron tumbas de tiro en el año 1500 a. C. Estos antiguos pobladores del Opeño habían dejado de ser nómadas hacía muchos años, porque la evidencia que podemos observar a través de la cerámica encontrada en las tumbas de tiro, son objetos que no son suntuarios sino objetos de uso cotidiano, materiales de intercambio y que las tumbas fueron reutilizadas en estratos para diferentes entierros. Esto sugiere una población sedentaria. Hasta el momento no se ha encontrado una tumba de tiro más antigua que la del Opeño.

“También el autor manifiesta que ésta arquitectura funeraria no se limita a la actual región Occidental de Michoacán a Nayarit, sino a un Occidente a lo largo de toda la costa del pacifico, desde Nayarit hasta Perú, las similitudes en está practica arquitectónica, y en la cerámica, sugieren una globalización desde hace 3,500 años, así que este fenómeno que esta hoy de moda, en realidad es muy antiguo. Las tumbas de tiro tomaron su nombre por la semejanza que tienen con el tiro de un horno; en estas construcciones se concentran varias generaciones de entierros, junto con los cuerpos, también se colocaba cerámica, alimentos, figuras de barro cocido, herramientas de obsidiana, joyas, braseros, caracoles marinos, entre otras cosas.

El arte de los banquetes en el Occidente
“La antropóloga Kristi Butterwick comenta que Occidente comunicó sus creencias a través del arte, a diferencia de otras culturas prehispánicas cuya historia, poesía, genealogías, se escribieron en libros, se pintaron sobre vasijas o se esculpieron en piedra. Ella examinó un grupo extraordinario de esculturas cuyo contenido temático es el de los banquetes funerarios de occidente, y comenta: Al colocar estos objetos de barro cocido en las tumbas de tiro, junto con los muertos, se les confirió gran importancia a sus representaciones de banquetes. Además, las imágenes de consumo que abundan en el gran corpus de arte en Nayarit, Colima y Jalisco sugieren que los banquetes fueron una costumbre arraigada en toda la región.
“Los artistas antiguos del Occidente representaron los banquetes principalmente en tres formas de cerámica: grandes figuras antropomorfas con vasijas; escenas en pequeña escala de grupos de figurillas representadas con comida y recipientes, y representaciones de comida para el banquete. Las dos formas que incluyen seres humanos pueden decirnos mucho sobre los rituales de consumo en el Occidente, así como ayudarnos a comprender las dimensiones familiares sociales de estos importantes eventos.
Comida y recipentes
“En las representaciones de arte cerámico de varias figuras humanas grandes, podemos reconocer a los personajes inmediatamente como consumidores de comida y bebida, porque cada uno sostiene en la mano un pequeño recipiente en forma de cuenco o de taza. En muchos cuencos o tazas persisten vestigios de la pintura con la que fueron pintados. Estas vasijas pequeñas sirvieron para muchos propósitos, ya sea que se trate de guajes o de objetos de barro cocido. Los guajes se usaron con mucha frecuencia en toda Mesoamérica como recipientes, algunos de ellos pintados como las vasijas de cerámica decorada.
“Las personas de occidente también tuvieron sus banquetes en honor de sus antepasados, y quedaron registrados en figuras de barro y cerámica desde hace más de dos mil años. Probablemente la celebración del día de muertos encuentra sus raíces hace mil años en los banquetes funerarios, en donde vivos y muertos comparten y consumen alimentos. Los banquetes rituales para los muertos sirven como ocasiones honrar a los ancestros, y dan oportunidad de balancear los intereses económicos, las deudas y las alianzas de los difuntos con los vivos.
Cantos y juegos en los banquetes
“En las obras escultóricas también podemos apreciar a personajes tocando instrumentos, cantando, ejecutando juegos malabares, platicando, y hasta luchadores y escenas eróticas.
Bebidas etílicas
Una del las zonas más pobladas en esa época, y con más éxito económico, fue el entorno al volcán de tequila, en este lugar los pobladores tuvieron acceso a la muy delimitada planta nativa Agave Tequilana Weber, de la que hoy se cultiva solamente la variedad azul en la zona. Esta planta aportó riqueza porque obtenían textiles y bebidas con contenido alcohólico, producto de la fermentación del agave. Algunas figurillas sugieren que fermentaban el maíz para obtener una bebida alcohólica, considero que fue uno del los motivos por el cual estas tierras circundantes al volcán de tequila fueron tan apreciadas por los caciques” Hasta aquí la conferencia dictada por Darío Negrelos.
Después de escuchar esta docta. exposición, acerca de un aspecto muy poco conocido de la Cultura de Occidente de México, hizo uso de la palabra Gabriel Scheufler, directivo de la empresa Wine Mex (que se distingue por importar vinos ---de excelente calidad--- de diferentes países: Argentina, Chile, España, Francia e Italia, entre varios otros), para describir el origen de esta firma que comercializa en el mercado mexicano vinos de magnifica relación calidad precio.
Dos de los vinos de esta empresa: Carisma Torrontés, cosecha 2006, de la bodega vitivinícola Valle de la Puerta, de Famantina, en La Rioja, Argentina; y el Casa Rivas Carmenere, cosecha 2007, de la bodega Casa Rivas, en el Valle de Maipo, en Chile, fueron degustados esa noche,. Varios miembros del Grupo Enológico Mexicano formularon comentarios, en extremo encomiásticos, respecto a estos caldos, cuando se hzo la descripción organoléptica de dichos caldos.. A continuación fue servida una exquisita cena preparada por los chefs del restaurante “Bistro 235 ---la sede de estas hedonísticas reuniones---, Mauricio Romero Gatica y Héctor Dongu. La entrada. fue Croquetas de jamón serrano, chile poblano y elote, y chistorra hojaldrada. Luego sirvieron Rollo de ossobuco de ternera en salsa de hongos y aceitunas negras. El postre consistió en Peras al vino tinto con helado de vainil