miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL DIA DE "ACCION DE GRACIAS"


En 1836 Christian Thomsen formuló una clasificación respecto al devenir secular de las sociedades primitivas, señalando las edades de la piedra, del bronce y del hierro en el curso del desarrollo de la prehistoria humana. Mauro Olmeda, en su libro “Sociedades Precapitalistas”, refiere que durante el período paleolítico –la vieja edad de piedra— los hombres, nómadas errabundos, obtenían sus alimentos por dos vías diferentes: cazando animales o bien recolectando los frutos de la tierra.

Algunos milenios más tarde, durante la era neolítica –la nueva edad de piedra--, hace aproximadamente unos ocho mil años, los hombres se tornaron sedentarios agricultores y pastores, dando comienzo entonces, en opinión de los prehistoriadores, a una verdadera revolución cultural, que permitió que la cría de los animales, combinada con la agricultura de arado, pudiese producir alimentos en cantidad y variedad suficientes para aquellos primeros asentamientos humanos.

Es muy probable que en aquellas pretéritas edades los hombres comenzaran a crear a sus dioses, a su imagen y semejanza. En sus erráticos pensamientos fueron dando forma a una nutrida serie de deidades tutelares, siendo quizá las primeras en ser concebidas en su imaginación las divinidades del agua y de la agricultura, por lo que significaban la posibilidad de disponer tanto de un adecuado suministro del vital elemento como de los productos que generosa brindaba la diosa tierra a los mortales que habitaban en aquellos lejanos días este planeta.

Las festividades que tenían lugar al concluir las cosechas constituyeron, desde los inmemoriales tiempos en que imperaba el paganismo, la manera más expresiva que los hombres tenían para agradecer a los dioses los dones que brotaban de la tierra. Buen ejemplo de lo antes dicho es el culto que los pueblos helénicos profesaban a la diosa Demeter, divinidad que entre los romanos recibió el nombre de Ceres. Y entre los pueblos prehispánicos, en lo que hoy en día es México, se rendía culto ceremonial a varias deidades: a Centéotl, la diosa del maíz; a Chicomecóatl, la “diosa de los mantenimientos”; y a Xilonen, el dios de la incipiente mazorca de maíz, llamada jilote.

Ahora bien, entrando ya en materia al asunto principal de esta nota periodística, diré que cuando los puritanos ingleses, los peregrinos que viajaron en 1620, desde el puerto de Plymouth a las costas del actual estado de Massachussets, a bordo del barco “Mayflower”, al finalizar el mes de noviembre --fecha de su llegada al Nuevo Mundo, donde deseaban practicar una forma religiosa más pura, de allí su nombre de “puritanos”— simplemente dieron gracias al Creador por los dones recibidos, si bien no habían hecho ninguna recolección de los frutos de la tierra en ese lugar donde estaban asentados. Un año más tarde, el gobernador de Nueva Inglaterra, William Bradford, instituyó la festividad de conmemorar la primera cosecha, llevándose a cabo una comida ceremonial, en la cual estuvieron acompañados los ingleses por los aborígenes americanos de esas tierras. Este festejo siguió realizándose cada año, y en 1883 Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de América, declaró fiesta nacional el Día de “Acción de Gracias” (Thanksgiving Day), que se lleva a cabo el cuarto jueves de noviembre. Tradicionalmente el platillo de esa celebración es el pavo.


En Canadá igualmente es día festivo, con el mismo nombre, ese solemne recordatorio de las dádivas que brinda la tierra. Y en algunos países anglosajones es celebrada esta ancestral festividad el último domingo de septiembre o el primero de octubre.

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