El paladar, como la vista, el olfato o el tacto,
adquieren con la práctica diversos grados
de sensibilidad, que resultarían increíbles
de no constituir un hecho establecido.
T.G. Shaw
(Wine, the Vine and the Cellar, 1863)
En materia de vinos existen en España 57 Denominaciones de Origen, desde la de Abona hasta la de Tecla, donde están incluidas las de ingreso más reciente: Abona, Bierzo, Taraconte, Terra Alta, Toro, Valle de Güimar, Valle de la Orotana e Ycoden-Daute-Isora. Una de estas Denominaciones es la de Ribera del Duero, incorporada al sistema de las Denominaciones de Origen en 1982, la cual al paso de los años ha adquirido una gran preponderancia, por la finura y calidad de los vinos, especialmente tintos, que allí son elaborados. Basten las siguientes cifras para calibrar el extraordinario crecimiento que, al paso de los años, ha tenido esta Denominación. En 1993 había 64 bodegas, y en 2005 suman 236. En 1993 la superficie de viñedos cubría 10.277 hectáreas, y en 2005 ya son 20.046.
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero registra más de 200 bodegas (el número, como ya quedó asentado, era de 236 en el año 2005), y se estima que el viñedo cubre una superficie de poco más de 20.000 hectáreas, sembradas con las cepas siguientes: Tinta del País (Tempranillo), Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec, Garnacha Tinta y la variedad blanca Albillo.
Los vinos de esta Denominación se encuentran dentro de las siguientes cuatro categorías:
Joven, que no tienen crianza, o bien que ésta es menor a los doce meses.
Crianza, cuya guarda es de 24 meses, con un tiempo mínimo en barrica de roble de 12 meses.
Reserva, cuya crianza es de 36 meses, de los cuales transcurre como mínimo 12 en barrica.
Gran Reserva, en los cuales la crianza es de 60 meses, de los cuales por lo menos 24 son en barrica.
Valladolid es el nombre de la ciudad que es capital de la Provincia homónima y así mismo capital de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, integrada por las Provincias de Ávila, Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora. Con 94.147 kilómetros cuadrados es la más extensa de España y de Europa, y dedica al cultivo de la vid unas noventa mil hectáreas. En la Comunidad de Castilla-León están registradas cinco Denominaciones de Origen: Ribera del Duero (la más importante de todas ellas), Rueda, Cigales, Toro y Bierzo.
Cabe decir que el río Duero (que en Portugal recibe el nombre de Douro), el tercero más extenso de la Península Ibérica, nace en los Picos de Urbión, en Soria, y cruza las Provincias de Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca ---en la frontera con Portugal--- para ir a desembocar en el Océano Atlántico, en las proximidades de la ciudad lusitana de Oporto
Una de las principales ciudades de la Provincia de Valladolid es Valbuena del Duero, verdadero eje neurálgico, vitivinícolamente hablando, de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Esta urbe es la sede del Grupo Matarromera “constituido por tres bodegas acogidas a la Denominación de Origen ribereña (Matarromera, Renacimiento y el Centro de Interpretación Vitivinícola Emina), Valdelosfrailes en Cigales y Aldor en Rueda, y la destilería Esdor, que elabora aguardiente y el único brandy de la región, en la localidad vallisoletana de San Bernardo”. En Chile este importante consorcio vinícola, presidido por Carlos Moro, posee la bodega Terravid.
En la página web del Grupo Matarromera leo que “En pleno corazón de la Ribera del Duero, la Bodega Matarromera tiene sus naves semienterradas en la ladera norte del valle del Duero, con unas preciosas vistas que dominan todo el valle, en el término municipal de Valbuena de Duero, en Valladolid.
“Matarromera nace con rotundos éxitos internacionales, y la consecución de los mayores premios y reconocimientos mantenidos a lo largo de toda su trayectoria. Cuenta con una magnífica tecnología para la elaboración de tintos de la mejor calidad. Cuenta con control de temperatura y los depósitos y equipos son de acero inoxidable, su capacidad de elaboración es de 650.000 litros. Produce vinos tintos de crianza, reserva y gran reserva. Los orígenes de las viñas de Emina se remontan a los monjes cistercienses del siglo XII, en Olivares y Valbuena de Duero, que aportaron sus variedades y las adaptaron a la región. En aquella época, cada monje tenía su ración diaria de vino, que era de una Emina. Rememorando esta tradición secular, a mediados de los 90 Carlos Moro crea una bodega de cuidada producción, que cuenta con viñedos propios y excelentes instalaciones. Equipamientos: tecnología punta para la elaboración de tintos de la mejor calidad. Cuenta con control de temperatura, depósitos y equipos de acero inoxidable. Las viñas: tiene 42 hectáreas . Tinta del País, Cabernet Sauvignon y Garnacha”.
A propósito de la palabra Emina (también se escribe Hemina) diré que en el portal Wikipedia leí que se trata de una antigua medida de volumen que se usó en varias provincias de Castilla y León.. Se documenta en la regla monástica femenina, transcrita en el año 976 para ser observada en el monasterio de las Santas Nunilo y Alodia, cerca de Nájera, que permitía a las monjas que bebieran la tercera parte de una emina, ración marcada por San Benito para los monasterios masculinos. Una emina equivale a 250 mililitros.
Por otro lado, recordaré que la variedad Tínta del País es considerada una cepa próxima al Tempranillo, también llamado Tinto Fino. En otros lugares de España suelen darle el nombre a este vidueño de Cesible y Ull de Llebre. En Ribera del Duero la Tinta del País es la cepa más importante.
En un texto que escribí hace algunos años, que vino a ser la crónica de una cata “vertical” de diez añadas de un vino tinto mexicano, de Baja California (organizada por el Grupo Enológico Mexicano, en noviembre de 2005) consigné algunos pormenores acerca de ese tipo especial de degustaciones que lleva por nombre cata vertical. Ahora transcribiré cuatro párrafos de lo que en aquella ocasión escribí a este respecto.”En el mundillo de la degustación de los vinos, una apasionante actividad que, día a día, adquiere notoria importancia, suele hablarse de las catas horizontales y verticales. Las primeras, que generalmente son “ciegas”, comprenden el análisis organoléptico de vinos de la misma añada (cosecha), elaborados con la misma cepa o con el mismo coupage, de diferentes bodegas vinícolas. Las segundas, las verticales, son aquellas degustaciones sensoriales (no “ciegas”) en las cuales son analizados vinos de diferentes añadas, pero todos los vinos ---elaborados con la misma variedad de uva o con el mismo coupage--- proceden, generalmente, de una misma bodega. Existe una variante de las catas horizontales, en la cual los catadores evalúan (usualmente en una cata que no es “ciega”) vinos de diferentes cosechas, generalmente de años consecutivos, elaborados por diversas bodegas con la misma variedad de uva, o con la misma mezcla de cepas.
“El creador de esas denominaciones (vertical and horizontal wine tastings, en el original idioma inglés) fue un distinguido literato inglés, George Saintsbury (1845-1933), quien publicó, en 1931, su libro Notes on a Cellar Book y en esa obra, fruto de su pasión por los vinos, dejó asentados esos términos, describiendo los fundamentos de esas valoraciones sensoriales. Cabe agregar que en honor de ese hombre de letras fue fundado en Londres lo que es considerado el más famoso de los “dining clubs” del Reino Unido, el Saintsbury Club, integrado por 50 asociados, que se reúnen dos veces al año, para conmemorar el natalicio y la fecha de la muerte de ese afamado intelectual.
“Clive Coates, autor del voluminoso libro (de 816 páginas, consagradas a describir los vinos más afamados de la región francesa de Burdeos) Grands Vins, cuyo subtítulo es The finest chateaux of Bordeaux and their wines, señala que “la cata de vinos es un procedimiento sensual, y nada es más subjetivo que el gusto personal”. Por esta razón, válida e indiscutible, se mostró proclive a no calificar con una puntuación determinada las numerosísimas catas verticales que llevó a cabo cuando redactaba esta documentada obra de consulta. Pero afirmó que si no efectuaba una puntuación numérica sí realizaba un comentario, “adulatorio o desaprobatorio” --en sus propias palabras-- acerca de la calidad de los vinos que degustaba, lo que, a su parecer, equivalía a concederles una calificación a esos vinos.
“Cabe agregar, a este particular, que es innegable que a muchos enófilos les parecen mejores (o por lo menos aquellos se muestran más inclinados a preferirlos, lo que es una clara señal de que les agradan más) aquellos vinos que ponen de manifiesto ----por su color y su aroma— la evolución alcanzada por su paso en botella. El color atejado y el bouquet de un vino en el cual se perciben olores de barrica y de vainilla, gustan a muchos catadores, mientras que otros consideran que la tonalidad cromática más acentuada, con francos ribetes violáceos, y los aromas a frutos rojos que no han alcanzado la madurez, son preferibles por sobre las características sensoriales propias de los vinos que han sido guardados por algunos años en su envase vítreo”..
Una vez hecha esta introducción, diré que con motivo de la visita a México de Carlos Moro, presidente de Grupo Matarromera, Bodegas La Negrita (que representa en México a esa importante empresa vitivinícola afincada en el corazón de Ribera del Duero) invitó a los Miembros de Número del Grupo Enológico Mexicano a participar en una cata “vertical” de diez añadas del vino tinto Matarromera Crianza.
La Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Carlos Moro, Beatriz Moro, Pilar R. De Manzaneque, Areli Curiel, Rodolfo Fonseca Larios, Rafael Fernández Flores, Darío Negrelos, Gustavo Riva Palacio, Mauricio Romero Gatica, Jorge Liévano, René Rentería y Miguel Guzmán Peredo.
Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.
Las añadas degustadas en esta cata “vertical” fueron las siguientes: 1997, 1998, 1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005 y 2006. En estricto apego a la verdad puedo calificar de extraordinaria esta degustación, ya que en España, según comentó Carlos Moro momentos antes de que la cata diera comienzo, únicamente se han realizado dos con ese número de añadas., y la celebrada el viernes 13 de febrero, en el restaurante “El Lago”, es la primera que se lleva a cabo fuera de España.
De acuerdo al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero las diferentes añadas fueron calificadas de la siguiente manera:
1997: buena
1998: muy buena
1999: excepcional
2000: muy buena
2001: excepcional
2002: muy buena
2003: muy buena
2004: excepcional
2005: muy buena
2006: muy buena
Todos estos vinos Matarromera crianza son monovarietales 100% Tinta del País, y tuvieron una crianza de 14 meses en barrica de roble y un posterior reposo en botella durante diez meses.
Una vez obtenido el promedio de las doce calificaciones, suprimiendo la calificación más alta y la más baja, los resultados fueron los siguientes:
1.- Añada 2004: 90.90 puntos
2.- Añada 2005: 90.50 puntos
3.- Añada 206: 90.00 puntos
4.- Añada 2000: 88.00 puntos
5.- Añada 2003: 87.50 puntos
6.- Añada 2001: 87.20 puntos
7.- Añada 2002: 87.10 puntos
8.- Añada 1999: 86.80 puntos
9.- Añada 1998: 83.00 puntos
10.- Añada 1997: 82.50 puntos
Me parece sumamente interesante consignar que si no se hubiesen eliminado las calificaciones mas altas y las más bajas, los resultados hubieran sido los siguientes, que son muy similares a los anteriores, sobre todo el en caso de los vinos que ocuparon los tres primeros lugares.
1.- Añada 2004: 90.75 puntos
2.- Añada 2005: 90.50 puntos
3.- Añada 2006: 90.00 puntos
4.- Añada 2000: 87.66 puntos
5.- Añada 2001: 87.08 puntos
6.- Añada 2003: 86.91 puntos
7.-Añada 1999: 86.75 puntos
8.- Añada 2002: 86.58 puntos
9.- Añada 1998: 82.83 puntos
10.- Añada 1997: 82.16 puntos
Para concluir, señalaré que, de acuerdo a los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano, ocho de los diez vinos Matarromera Crianza degustados en esta singular cata “vertical” quedaron ubicados en la categoría de “muy buenos”.
guzmanperedo@hotmail.com
www.enologicomexicano.com
sábado, 14 de febrero de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
DECIMA SEGUNDA CATA EN LA ALTA MONTAÑA CON VINOS DE FREIXENET DE MEXICO
Si yo viera sólo un instante
Las siempre nevadas cimas
Del alto Popocatépetl
Y del gigante Iztaccíhuatl,
¡ay, cómo gozara mi alma!
¡ay, cuánta fuera mi dicha!
¡montañas americanas!
¡hermosas montañas mías!
(Mis Montañas)
JOAQUIN GOMEZ VERGARA
El Grupo Enológico Mexicano ha realizado, hasta el día 8 de febrero de 2009, ciento sesenta y nueve catas “ciegas” mensuales, de las cuales doce han tenido por hermoso escenario diferentes parajes de la alta montaña de México. La primera de estas insólitas degustaciones analíticas tuvo lugar el 5 de diciembre de 2004, en un sitio próximo a “La Joya”, el punto de ascenso más frecuente que los montañistas utilizan para alcanzar la cima de la montaña llamada Iztaccíhuatl, cuya altitud ha sido estimada en 5.286 metros sobre el nivel del mar.
La palabra náhuatl Iztaccíhuatl está formada por las raíces Iztac = blanco (a) y Cíhuatl = mujer. Por lo tanto, al contemplar esa hermosa cumbre nevada tenemos la certeza de que su nombre le fue bien impuesto. Pero cabe hacer la aclaración que el nombre original fue Iztactépetl (iztac = blanco (a) y tépetl = cerro), ya que - –a la distancia— semeja una mujer yacente, de nívea vestimenta. Muy frecuentemente se le da la denominación de “La mujer dormida”, por la postura que tiene, semejante a una mujer acostada mirando al cielo.
Como pormenor curioso mencionaré que los habitantes de los poblados circunvecinos suelen dar a la Iztaccíhuatll el nombre de “Rosita”, y también la llaman “la volcana”. Por otra parte, al Popocatépetl le han dado la designación de “Don Goyo”, y también le dan el nombre de “Gregorio”, coloquialmente hablando.
Esta montaña, la Iztaccíhatl, es, por su altitud, la tercera en México (y la sexta altitud en América Del Norte), después del Citlaltépetl (citlalin = estrella y tépetl = cerro) , también llamado Pico de Orizaba, de 5.644 metros; y del Popocatépetl (popoca = humo, humeante y tépetl = cerro), de 5.452 metros.
Acerca de la altitud de la Iztaccíhuatl diré que en el libro Las montañas de México (de mi autoría), publicado en 1968, incluyo el testimonio del geógrafo mexicano Jesús Galindo y Villa, quien en su obra Biografía Física de México (1926) señala que “Su altitud es de 5.286 metros sobre el nivel del mar, según dato de la Comisión Geográfica-Exploradora de 1908. Forma parte de la Sierra Nevada, entre los Valles de México y Puebla, y se halla a los 19 grados 11 minutos Latitud Norte y 00 grados 27 minutos Longitud Este de la ciudad de México”.
Yarza de De la Torre consigna en su libro Volcanes de México (1971) que “La Iztaccíhuatl, de siete kilómetros de longitud, se localiza al norte de Popocatépetl. Más de seis kilómetros de longitud de esta montaña están cubiertos de nieves perpetuas, y se distinguen en esta mole blanca, de norte a sur, tres alturas: la “cabeza”, con 5.146 m de altura; el “pecho”, con 5.286 m y los “pies”, con 4.740 m sobre el nivel del mar”.
En la revista Arqueología de México, en la edición correspondiente al bimestre enero-febrero de 2009, en un número consagrado a Los volcanes de México, Johanna Broda (en su artículo titulado “Simbolismo de los volcanes”) le da una altitud de 5. 230 metros.
La idea de llevar a cabo aquella primera cata en la alta montaña de México provino del conocimiento de que en Argentina, en un sitio próximo al Aconcagua, en un establecimiento turístico que lleva por nombre “Puente del Inca”, a una altura de 2.720 metros sobre el nivel del mar, había tenido lugar una cata, en la cual fueron degustados varios vinos de la prestigiada Bodega Familia Zuccardi, de Mendoza. En el boletín on-line Argentinewines.com leí, a mediados de octubre de 2004, esa noticia, que me pareció motivante para realizar una degustación similar a mayor altitud. Para ampliar esta información conversé luego con Sven Bruchfeld, enólogo de Viña MontGras ---una empresa vitivinícola de Chile---, quien me informó que en las estaciones de esquí chilenas de Farellones y de Portillo (ubicada la primera a treinta y cinco kilómetros de Santiago, y a una altitud de 2.400 metros, mientras que la segunda se halla a ciento sesenta kilómetros de Santiago, y su altitud es de 2.850 metros sobre el nivel del mar) habían celebrado varias degustaciones de vinos.
Una de las finalidades de aquella singular cata (y de las once posteriores, que vinieron a ratificar lo que encontramos en la primera degustación) era conocer cuáles son los cambios registrados, principalmente en la percepción ---de parte de los catadores---, de los aromas y sabores, que muestran los vinos, cuando la degustación tiene verificativo en un sitio de la alta montaña, a una altitud (aproximada o superior) de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. En este sitio montañoso la presión atmosférica, que a nivel del mar es de 760 milímetros de mercurio, es de 460 milímetros, y por lo que respecta a la presión parcial de Oxígeno --que a nivel del mar es de 181 milímetros de mercurio-- ésta es, aproximadamente, de 85 milímetros.
Los resultados de estas degustaciones han sido sorprendentes, ya que en esas alturas hay menos masa de aire, lo que permite que los aromas dentro de la copa se evaporen con mayor facilidad. Las cualidades aromáticas de los vinos resaltan más claramente, en un mensaje odorífero en extremo singular.
En aquella cata de diciembre de 2004 salió el contingente de catadores del Grupo Enológico Mexicano de la ciudad de México hacia la ciudad de Amecameca (distante 70 kilómetros, y a una altitud de 2.480) metros. Luego siguió, en todo momento viajando en automóvil, a ”Paso de Cortés”, 23 kilómetros adelante y a una altitud de casi cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Por este collado montañoso, entre el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl, se supone que pasaron, en el año 1519, las huestes del conquistador español Hernán Cortés para encaminarse a la capital del imperio azteca: Tenochtitlan. De no haber estar vedado, en diciembre de 2004, el acceso a Tlamacas (distante 5 kilómetros y a una altitud de 3.980 metros), en virtud de que desde 1994 ese volcán ha estado manifestando intensa actividad eruptiva, nos hubiésemos aproximado a la base de esta montaña, para admirar de cerca su hermoso cono.
De ”Paso de Cortés” seguimos entonces hacia el paraje dominado “La Joya”, ubicado a poco menos de ocho kilómetros, y a una altitud aproximada de 4.000 metros. Es conveniente mencionar que en varias fuentes de información leí que la altitud en ese sitio era de 4.050 metros sobre el nivel del mar, y que en dos altímetros que nosotros llevábamos registramos dos altitudes diferentes: 3.805 metros y 3.835 metros. La presión, expresada en mm de Hg, fue de 479.5. Mediante el aparato llamado G.P.S. (Global Positioning System) quedó señalado el lugar geográfico en el cual nos encontrábamos: 19°07’57.2’’ latitud Norte y 98°39’58.7’’ longitud Oeste.
Un poco antes de ese punto geográfico, en los contrafuertes occidentales de la
montaña, que marca uno de los varios sitios de inicio de las ascensiones montañistas a la Iztaccíhuatl, instalamos dos mesas al aire libre, donde se llevó a cabo esta degustación de extraordinarias características, en la cual participaron nueve catadores.
Esa primera cata, de una serie que llegó ahora a la docena de estas insólitas degustaciones (el diccionario define la palabra insólita como “no común ni ordinario, desacostumbrado) tuvo lugar en un paraje montañoso situado en la Iztaccíhuatl, entre dos sitios alpinos cuyos nombres son La Jolla y Altzomoni, a una altitud aproximada de 3. 800 metros.
Después de rememorar la primera cata en un paraje montañoso, cabe agregar que posteriormente vinieron diez degustaciones más de esta índole. Cuatro de ellas fueron a la orilla del Lago de la Luna, en el Nevado de Toluca, a una altitud de 4.216 metros. Dos degustaciones más tuvieron verificativo a la orilla del Lago del Sol, también en el Nevado de Toluca, a una altitud de 4.209 metros. Otras dos en un paraje boscoso del Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl-Zoquiapan, a una altitud de más de 3.900 metros sobre el nivel del mar. En una de ellas degustamos brandies Reserva y Gran Reserva, de la Denominación de Origen Brandy de Jerez, de España. Otra cata se llevó a cabo en la cumbre del volcán extinto Sierra Negra, a 4.583 metros (sin lugar a duda la cata de vinos celebrada a mayor altitud en el mundo). La restante degustación, en la cual fueron evaluados brandies de la casa Miguel Torres, de Cataluña, ocurrió en el paraje denominado “El Caracol”, frente al costado occidental de la Iztaccíhuatl, a unos 3.600 metros de altitud. Es prudente mencionar que a todos estos parajes los catadores del Grupo Enológico Mexicano llegaron a bordo de automóviles.
En cada una de las degustaciones los vinos ---y así mismo ocurrió con los brandies---estuvieron dentro de unas funcionales bolsas de tela (con el logo de esta agrupación de enófilos), para que ninguno de los catadores supiera de qué vino se trataba. Y en la misma forma como ocurre con todas y cada una de las catas del Grupo Enológico Mexicano, fueron evaluadas las características visuales, olfativas y gustativas de los vinos, y una vez analizados, cualitativa y cuantitativamente, se obtuvo el promedio final de puntuación.
El domingo 8 de febrero de 2009 fue realizada la décima segunda degustación “ciega” en la alta montaña, nuevamente en un paraje del Parque Nacional Iztaccíhuatl.Popocatépetl-Zoquiapan, a una altitud de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Primeramente los catadores del Grupo Enológico Mexicano llegaron a Paso de Cortés y luego fueron a “La Joya”. Ya de regreso subieron en sus vehículos, a la cima de un picacho volcánico sito al Norte de Paso de Cortés denominado Altzomoni, donde se ubica la estación retransmisora de Televisa. Allí también se localiza la cámara mediante la cual el CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) monitorea las 24 horas de cada día la actividad volcánica del Popocatépetl. Considero conveniente agregar que en la página de Cenapred aparece consignada la altitud de ese punto geográfico (4.000 metros) y sus coordenadas: 19° 12’04’’ de Latitud Norte y 98°65’35’’ de Longitud Oeste.
.En este lugar, frente a la vertiente occidental de la Iztaccíhuatl contemplábamos la sorprendente panorámica, hacia el sur del Popocatépetl y hacia el Norte de la Iztaccíhuatl. Merced a la altitud a la cual nos encontrábamos podíamos ver, relativamente muy cerca, los diferentes accidentes geográficos de “La mujer dormida”. Hacia nuestra izquierda veíamos la cumbre denominada “La Cabeza”, de 5.146 metros. “El Pecho”, de 5.230 metros, y hacia nuestra derecha “Los Pies” (a este picacho se le llama Amacuilécatl), de 4.703 metros de altitud. Antes de proceder a la degustación nos deleitamos con ese espectáculo alpino, observando el perfil pétreo de la Iztaccíhuatl, carente del níveo manto que usualmente la cubre.
Allí fueron colocadas tres mesas, cubiertas de sus respectivos albos manteles, y.
dio comienzo la cata a las 11:15 horas. Para esta degustación fueron seleccionados varios vinos de la empresa Freixenet de México, elaborados (en la Finca Doña Dolores, en la población de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro) por el enólogo Jordi Fos Escrivá, quien formó parte en esta ocasión del contingente de catadores.
Primeramente fueron consignados los registrados de altitud, temperatura, presión barométrica. humedad, luminosidad, velocidad del viento y luminosidad. La temperatura ambiente era de 19 grados centígrados. La presión de 1002 hPa (hectopascales). La humedad de 16%. El viento de 2 nudos. El día era soleado en grado superlativo y no había la menor nubosidad en el firmamento. Catamos dos vinos espumosos cuya temperatura en la copa era de 10° centígrados, mientras que los tres tintos estaban a 20° centígrados. .
La Mesa de Catadores estuvo integrada ese día por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Alejandra Vergara, Jordi Fos, Raymundo López Castro, Joaquín López Negrete, José del Valle Rivas, Darío Negrelos y Miguel Guzmán Peredo.
Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.
Los catadores, miembros de número del Grupo Enológico Mexicano, pudieron advertir el acentuado potencial aromático de cada uno de los cinco 4 vinos evaluados. Se hizo minuciosa evaluación de su expresividad visual ---en un día brillante---, de sus cualidades aromáticas y de sus características gustativas, y posteriormente cada uno de los catadores, después de indicar la calificación que había dado a cada uno de esos vinos, hizo la descripción organoléptica de los mismos, que era complementada con la valoración de los otros catadores. En estos comentarios se ponderó la calidad y finura de los vinos degustados.
Los resultados fueron los siguientes:
Vinos espumosos
1.- Doña Dolores Brut Nature Chardonnay. Monovarietal 100% Chardonnay. 12.5% Alc. Vol. Elaboración de acuerdo al Metodo tradicional (Champenoise). Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 84.85 puntos. Precio: $ 189.00
2.- Doña Dolores Brut Nature Gran Reserva. Coupage de 70% Macabeu, Chenin Blanc y Pinot Noir, y 30% Saint Emilion. 11.5%Alc. Vol. Elaboración de acuerdo al Metodo tradicional (Champenoise). Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 84.14 puntos. Precio: $ 152.00
Vinos tintos
1.- Viña Doña Dolores 4 Regiones. Coupage de Cabernet Sauvignon, Malbec, Cabernet Franc, Petit Syrah, Merlot, Tempranillo y Pinot Noir. 12.8% Alc. Vol. Elaborado con uvas procedentes de los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Zacatecas. Crianza durante 4 meses en barricas nuevas de Francia y Estados Unidos de América. Posterior reposo de 4 meses en botella. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 87.28 puntos. Precio: $ 257.00
2.- Viña Doña Dolores Gran Reserva. Coupage de 75% Cabernet Sauvignon y 25% Malbec. 12.8% Alc. Vol. Crianza de 15 meses en barricas seminuevas de roble americano. Posterior reposo de 8 meses en botella. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 87.14 puntos. Precio: $ 192.00
3.- Vivante. Monovarietal 100% Malbec. 12.5% Alc. Vol. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 83.88 puntos. Precio: $ 88.00
Las siempre nevadas cimas
Del alto Popocatépetl
Y del gigante Iztaccíhuatl,
¡ay, cómo gozara mi alma!
¡ay, cuánta fuera mi dicha!
¡montañas americanas!
¡hermosas montañas mías!
(Mis Montañas)
JOAQUIN GOMEZ VERGARA
El Grupo Enológico Mexicano ha realizado, hasta el día 8 de febrero de 2009, ciento sesenta y nueve catas “ciegas” mensuales, de las cuales doce han tenido por hermoso escenario diferentes parajes de la alta montaña de México. La primera de estas insólitas degustaciones analíticas tuvo lugar el 5 de diciembre de 2004, en un sitio próximo a “La Joya”, el punto de ascenso más frecuente que los montañistas utilizan para alcanzar la cima de la montaña llamada Iztaccíhuatl, cuya altitud ha sido estimada en 5.286 metros sobre el nivel del mar.
La palabra náhuatl Iztaccíhuatl está formada por las raíces Iztac = blanco (a) y Cíhuatl = mujer. Por lo tanto, al contemplar esa hermosa cumbre nevada tenemos la certeza de que su nombre le fue bien impuesto. Pero cabe hacer la aclaración que el nombre original fue Iztactépetl (iztac = blanco (a) y tépetl = cerro), ya que - –a la distancia— semeja una mujer yacente, de nívea vestimenta. Muy frecuentemente se le da la denominación de “La mujer dormida”, por la postura que tiene, semejante a una mujer acostada mirando al cielo.
Como pormenor curioso mencionaré que los habitantes de los poblados circunvecinos suelen dar a la Iztaccíhuatll el nombre de “Rosita”, y también la llaman “la volcana”. Por otra parte, al Popocatépetl le han dado la designación de “Don Goyo”, y también le dan el nombre de “Gregorio”, coloquialmente hablando.
Esta montaña, la Iztaccíhatl, es, por su altitud, la tercera en México (y la sexta altitud en América Del Norte), después del Citlaltépetl (citlalin = estrella y tépetl = cerro) , también llamado Pico de Orizaba, de 5.644 metros; y del Popocatépetl (popoca = humo, humeante y tépetl = cerro), de 5.452 metros.
Acerca de la altitud de la Iztaccíhuatl diré que en el libro Las montañas de México (de mi autoría), publicado en 1968, incluyo el testimonio del geógrafo mexicano Jesús Galindo y Villa, quien en su obra Biografía Física de México (1926) señala que “Su altitud es de 5.286 metros sobre el nivel del mar, según dato de la Comisión Geográfica-Exploradora de 1908. Forma parte de la Sierra Nevada, entre los Valles de México y Puebla, y se halla a los 19 grados 11 minutos Latitud Norte y 00 grados 27 minutos Longitud Este de la ciudad de México”.
Yarza de De la Torre consigna en su libro Volcanes de México (1971) que “La Iztaccíhuatl, de siete kilómetros de longitud, se localiza al norte de Popocatépetl. Más de seis kilómetros de longitud de esta montaña están cubiertos de nieves perpetuas, y se distinguen en esta mole blanca, de norte a sur, tres alturas: la “cabeza”, con 5.146 m de altura; el “pecho”, con 5.286 m y los “pies”, con 4.740 m sobre el nivel del mar”.
En la revista Arqueología de México, en la edición correspondiente al bimestre enero-febrero de 2009, en un número consagrado a Los volcanes de México, Johanna Broda (en su artículo titulado “Simbolismo de los volcanes”) le da una altitud de 5. 230 metros.
La idea de llevar a cabo aquella primera cata en la alta montaña de México provino del conocimiento de que en Argentina, en un sitio próximo al Aconcagua, en un establecimiento turístico que lleva por nombre “Puente del Inca”, a una altura de 2.720 metros sobre el nivel del mar, había tenido lugar una cata, en la cual fueron degustados varios vinos de la prestigiada Bodega Familia Zuccardi, de Mendoza. En el boletín on-line Argentinewines.com leí, a mediados de octubre de 2004, esa noticia, que me pareció motivante para realizar una degustación similar a mayor altitud. Para ampliar esta información conversé luego con Sven Bruchfeld, enólogo de Viña MontGras ---una empresa vitivinícola de Chile---, quien me informó que en las estaciones de esquí chilenas de Farellones y de Portillo (ubicada la primera a treinta y cinco kilómetros de Santiago, y a una altitud de 2.400 metros, mientras que la segunda se halla a ciento sesenta kilómetros de Santiago, y su altitud es de 2.850 metros sobre el nivel del mar) habían celebrado varias degustaciones de vinos.
Una de las finalidades de aquella singular cata (y de las once posteriores, que vinieron a ratificar lo que encontramos en la primera degustación) era conocer cuáles son los cambios registrados, principalmente en la percepción ---de parte de los catadores---, de los aromas y sabores, que muestran los vinos, cuando la degustación tiene verificativo en un sitio de la alta montaña, a una altitud (aproximada o superior) de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. En este sitio montañoso la presión atmosférica, que a nivel del mar es de 760 milímetros de mercurio, es de 460 milímetros, y por lo que respecta a la presión parcial de Oxígeno --que a nivel del mar es de 181 milímetros de mercurio-- ésta es, aproximadamente, de 85 milímetros.
Los resultados de estas degustaciones han sido sorprendentes, ya que en esas alturas hay menos masa de aire, lo que permite que los aromas dentro de la copa se evaporen con mayor facilidad. Las cualidades aromáticas de los vinos resaltan más claramente, en un mensaje odorífero en extremo singular.
En aquella cata de diciembre de 2004 salió el contingente de catadores del Grupo Enológico Mexicano de la ciudad de México hacia la ciudad de Amecameca (distante 70 kilómetros, y a una altitud de 2.480) metros. Luego siguió, en todo momento viajando en automóvil, a ”Paso de Cortés”, 23 kilómetros adelante y a una altitud de casi cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Por este collado montañoso, entre el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl, se supone que pasaron, en el año 1519, las huestes del conquistador español Hernán Cortés para encaminarse a la capital del imperio azteca: Tenochtitlan. De no haber estar vedado, en diciembre de 2004, el acceso a Tlamacas (distante 5 kilómetros y a una altitud de 3.980 metros), en virtud de que desde 1994 ese volcán ha estado manifestando intensa actividad eruptiva, nos hubiésemos aproximado a la base de esta montaña, para admirar de cerca su hermoso cono.
De ”Paso de Cortés” seguimos entonces hacia el paraje dominado “La Joya”, ubicado a poco menos de ocho kilómetros, y a una altitud aproximada de 4.000 metros. Es conveniente mencionar que en varias fuentes de información leí que la altitud en ese sitio era de 4.050 metros sobre el nivel del mar, y que en dos altímetros que nosotros llevábamos registramos dos altitudes diferentes: 3.805 metros y 3.835 metros. La presión, expresada en mm de Hg, fue de 479.5. Mediante el aparato llamado G.P.S. (Global Positioning System) quedó señalado el lugar geográfico en el cual nos encontrábamos: 19°07’57.2’’ latitud Norte y 98°39’58.7’’ longitud Oeste.
Un poco antes de ese punto geográfico, en los contrafuertes occidentales de la
montaña, que marca uno de los varios sitios de inicio de las ascensiones montañistas a la Iztaccíhuatl, instalamos dos mesas al aire libre, donde se llevó a cabo esta degustación de extraordinarias características, en la cual participaron nueve catadores.
Esa primera cata, de una serie que llegó ahora a la docena de estas insólitas degustaciones (el diccionario define la palabra insólita como “no común ni ordinario, desacostumbrado) tuvo lugar en un paraje montañoso situado en la Iztaccíhuatl, entre dos sitios alpinos cuyos nombres son La Jolla y Altzomoni, a una altitud aproximada de 3. 800 metros.
Después de rememorar la primera cata en un paraje montañoso, cabe agregar que posteriormente vinieron diez degustaciones más de esta índole. Cuatro de ellas fueron a la orilla del Lago de la Luna, en el Nevado de Toluca, a una altitud de 4.216 metros. Dos degustaciones más tuvieron verificativo a la orilla del Lago del Sol, también en el Nevado de Toluca, a una altitud de 4.209 metros. Otras dos en un paraje boscoso del Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl-Zoquiapan, a una altitud de más de 3.900 metros sobre el nivel del mar. En una de ellas degustamos brandies Reserva y Gran Reserva, de la Denominación de Origen Brandy de Jerez, de España. Otra cata se llevó a cabo en la cumbre del volcán extinto Sierra Negra, a 4.583 metros (sin lugar a duda la cata de vinos celebrada a mayor altitud en el mundo). La restante degustación, en la cual fueron evaluados brandies de la casa Miguel Torres, de Cataluña, ocurrió en el paraje denominado “El Caracol”, frente al costado occidental de la Iztaccíhuatl, a unos 3.600 metros de altitud. Es prudente mencionar que a todos estos parajes los catadores del Grupo Enológico Mexicano llegaron a bordo de automóviles.
En cada una de las degustaciones los vinos ---y así mismo ocurrió con los brandies---estuvieron dentro de unas funcionales bolsas de tela (con el logo de esta agrupación de enófilos), para que ninguno de los catadores supiera de qué vino se trataba. Y en la misma forma como ocurre con todas y cada una de las catas del Grupo Enológico Mexicano, fueron evaluadas las características visuales, olfativas y gustativas de los vinos, y una vez analizados, cualitativa y cuantitativamente, se obtuvo el promedio final de puntuación.
El domingo 8 de febrero de 2009 fue realizada la décima segunda degustación “ciega” en la alta montaña, nuevamente en un paraje del Parque Nacional Iztaccíhuatl.Popocatépetl-Zoquiapan, a una altitud de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Primeramente los catadores del Grupo Enológico Mexicano llegaron a Paso de Cortés y luego fueron a “La Joya”. Ya de regreso subieron en sus vehículos, a la cima de un picacho volcánico sito al Norte de Paso de Cortés denominado Altzomoni, donde se ubica la estación retransmisora de Televisa. Allí también se localiza la cámara mediante la cual el CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) monitorea las 24 horas de cada día la actividad volcánica del Popocatépetl. Considero conveniente agregar que en la página de Cenapred aparece consignada la altitud de ese punto geográfico (4.000 metros) y sus coordenadas: 19° 12’04’’ de Latitud Norte y 98°65’35’’ de Longitud Oeste.
.En este lugar, frente a la vertiente occidental de la Iztaccíhuatl contemplábamos la sorprendente panorámica, hacia el sur del Popocatépetl y hacia el Norte de la Iztaccíhuatl. Merced a la altitud a la cual nos encontrábamos podíamos ver, relativamente muy cerca, los diferentes accidentes geográficos de “La mujer dormida”. Hacia nuestra izquierda veíamos la cumbre denominada “La Cabeza”, de 5.146 metros. “El Pecho”, de 5.230 metros, y hacia nuestra derecha “Los Pies” (a este picacho se le llama Amacuilécatl), de 4.703 metros de altitud. Antes de proceder a la degustación nos deleitamos con ese espectáculo alpino, observando el perfil pétreo de la Iztaccíhuatl, carente del níveo manto que usualmente la cubre.
Allí fueron colocadas tres mesas, cubiertas de sus respectivos albos manteles, y.
dio comienzo la cata a las 11:15 horas. Para esta degustación fueron seleccionados varios vinos de la empresa Freixenet de México, elaborados (en la Finca Doña Dolores, en la población de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro) por el enólogo Jordi Fos Escrivá, quien formó parte en esta ocasión del contingente de catadores.
Primeramente fueron consignados los registrados de altitud, temperatura, presión barométrica. humedad, luminosidad, velocidad del viento y luminosidad. La temperatura ambiente era de 19 grados centígrados. La presión de 1002 hPa (hectopascales). La humedad de 16%. El viento de 2 nudos. El día era soleado en grado superlativo y no había la menor nubosidad en el firmamento. Catamos dos vinos espumosos cuya temperatura en la copa era de 10° centígrados, mientras que los tres tintos estaban a 20° centígrados. .
La Mesa de Catadores estuvo integrada ese día por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Alejandra Vergara, Jordi Fos, Raymundo López Castro, Joaquín López Negrete, José del Valle Rivas, Darío Negrelos y Miguel Guzmán Peredo.
Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.
Los catadores, miembros de número del Grupo Enológico Mexicano, pudieron advertir el acentuado potencial aromático de cada uno de los cinco 4 vinos evaluados. Se hizo minuciosa evaluación de su expresividad visual ---en un día brillante---, de sus cualidades aromáticas y de sus características gustativas, y posteriormente cada uno de los catadores, después de indicar la calificación que había dado a cada uno de esos vinos, hizo la descripción organoléptica de los mismos, que era complementada con la valoración de los otros catadores. En estos comentarios se ponderó la calidad y finura de los vinos degustados.
Los resultados fueron los siguientes:
Vinos espumosos
1.- Doña Dolores Brut Nature Chardonnay. Monovarietal 100% Chardonnay. 12.5% Alc. Vol. Elaboración de acuerdo al Metodo tradicional (Champenoise). Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 84.85 puntos. Precio: $ 189.00
2.- Doña Dolores Brut Nature Gran Reserva. Coupage de 70% Macabeu, Chenin Blanc y Pinot Noir, y 30% Saint Emilion. 11.5%Alc. Vol. Elaboración de acuerdo al Metodo tradicional (Champenoise). Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 84.14 puntos. Precio: $ 152.00
Vinos tintos
1.- Viña Doña Dolores 4 Regiones. Coupage de Cabernet Sauvignon, Malbec, Cabernet Franc, Petit Syrah, Merlot, Tempranillo y Pinot Noir. 12.8% Alc. Vol. Elaborado con uvas procedentes de los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Zacatecas. Crianza durante 4 meses en barricas nuevas de Francia y Estados Unidos de América. Posterior reposo de 4 meses en botella. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 87.28 puntos. Precio: $ 257.00
2.- Viña Doña Dolores Gran Reserva. Coupage de 75% Cabernet Sauvignon y 25% Malbec. 12.8% Alc. Vol. Crianza de 15 meses en barricas seminuevas de roble americano. Posterior reposo de 8 meses en botella. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 87.14 puntos. Precio: $ 192.00
3.- Vivante. Monovarietal 100% Malbec. 12.5% Alc. Vol. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 83.88 puntos. Precio: $ 88.00
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