En fecha reciente tuvo lugar la cata “ciega” mensual número 175 ---desde enero de 1995-- del Grupo Enológico Mexicano. En ella fueron degustados ocho vinos comercializados en México por la empresa Wine Mex. El vino tinto que alcanzó mayor calificación (86.63 puntos, que lo ubicó en la categoría de “muy bueno”, según los parámetros de esa agrupación de enófilos) fue Carménere Rivas, cosecha 2007, de la bodega chilena Casa Rivas, asentada en el Valle del Maipo. Se trata de un coupage tres variedades de uvas: 85% Carménere, 10% Cabernet Sauvignon y 5% Merlot. Este caldo báquico, de magnífica finura, posee la ventaja de una excelente relación calidad precio, ya que su costo al público es de $ 110.00 por botella.
La cepa Carménere cobra, día a día, mayor número de adeptos entre los consumidores nacionales, quienes encuentran en las características organolépticas de los vinos elaborados con esa variedad cualidades visuales, olfativas y gustativas muy encomiables..
Los especialistas en viticultura afirman que en el periodo terciario, hace de ello unos sesenta y seis millones de años, apareció la vid, planta que se extendió por Asia, Asia Menor y Europa. Gracias a la información proporcionada por la paleobotánica (la rama de la ciencia que estudia las plantas fósiles) tenemos conocimiento de la existencia de hojas de vid y de racimos fósiles, que se remontan a los tiempos del pleistoceno, un millón de años antes de nuestra era. Durante la Edad del Bronce, hace aproximadamente unos cuatro mil o cinco mil años, la viticultura era practicada extensamente en el Medio Oriente.
El género botánico Vitis incluye dos subgrupos: la euvitis o vid verdadera, y la muscadenia. Existen unas sesenta especies conocidas de vitis, una de las cuales, la de mayor importancia para la elaboración del vino, es la Vitis vinífera, de la cual se cuentan más de ocho mil variedades diferentes. Las palabras variedades, cepas o vidueños, tratándose de la Vitis vinífera, son sinónimas, y se les utiliza indistintamente. Las cepas blancas más ampliamente empleadas en todo el mundo son las siguientes: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillon, Gewurztraminer, Rieling, Albariño, Silvaner, Trebbiano y Malvasía. Las variedades de uvas tintas que son más extensamente utilizadas por los enólogos, para elaborar vino, son las que a continuación enlisto: Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Merlot, Malbec, Sangiovese, Pinot Noir, Garnacha, Nebbiolo, Cabernet Franc, Cariñena, Syrah, Barbera y Pinot Meunier. Cabe agregar, para dar una idea más amplia de lo relacionado con las uvas, que existen cuatro grupos: para mesa ---para ser comidas como fruta, y de las cuales hay unas veinte variedades diferentes---, para producir jugo, para pasificar y para elaborar vino.
Una de las cepas, variedades o vidueños de uvas que está motivando un gran interés en el mundo del vino es la Carménere, de Chile, la cual se suponía había desaparecido por completo de los viñedos del planeta, ya que, inclusive, su nombre quedó prácticamente olvidado, cuando a raíz de la epidemia de filoxera, que asoló las viñas de Europa a mediados del siglo XIX, quedaron arrasadas miles y miles de hectáreas en varios países europeos.
Pero aconteció que hacia 1850 los viticultores chilenos comenzaron a importar las primeras cepas consideradas finas, para mejorar la calidad de sus vinos, que hasta entonces estaban siendo elaborados con uvas País o Misión. En aquellos años no era frecuente que en los viñedos de Burdeos, los más renombrados de Francia, se hiciese una plena identificación de las cepas, por lo que coexistían diversas variedades en una misma viña, como asienta Gérard Aubin, en su libro Bordeaux, vignoble millenaire. Es casi seguro que cuando fueron llevadas diversas cepas a Chile, llegaran vidueños de Carménere (también conocida con los nombres de Grand Vidure y Grand Carmenet) entre las plantas de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot, las más preciadas por los viticultores, “algunos años antes de que aquella cepa desapareciera por completo de su Burdeos natal, debido al mencionado ataque de filoxera”. Considero conveniente mencionar que he leído, acerca de esta cepa Carménere, que en el siglo XVIII los productores de Burdeos elaboraban vinos “excepcionalmente buenos”, que eran resultado de un coupage de Carménere con Cabernet Franc, pero que gradualmente se fue abandonando el empleo de esa variedad (la Carménere) a causa de su susceptibilidad a una enfermedad vitícola llamada “Coulure”. Este es un vocablo del idioma francés que describe el daño ocasionado en los viñedos sembrados con esa variedad, ya que después de haber florecido las pequeñas bayas, éstas se caen, afectando severamente la productividad de las viñas.
Se tiene conocimiento que Claude Valat, ampelógrafo francés, fue el primero en señalar que la variedad que algunos consideraban Merlot, era, en realidad, Carménere. Después de Valat algunos viticultores pensaron que esa cepa plantada en Chile era un clon de Merlot o de Cabernet Franc. Y agrego que, de acuerdo a la noticia publicada en la revista “América Economía” (número 207, correspondiente al 3 de mayo de 2001) en el año 1994, en ocasión del 6º. Congreso Latinoamericano de Floricultores y Enólogos, celebrado en Chile, el enólogo francés Jean Michel Boursiquot, ampelógrafo de Montpellier, estableció que gran parte de los viñedos chilenos considerados de la cepa Merlot eran, en realidad, de la variedad Carménere, un vidueño casi totalmente desaparecido de Francia. La declaración de este enólogo galo despertó marcada controversia entre los productores chilenos, ya que éstos consideraban que después de haber conseguido que sus vinos varietales elaborados con la cepa Merlot, fuesen reconocidos por su finura y calidad, podría suceder que, comercialmente hablando, se registrasen efectos negativos, tanto en el mercado interno como en el de exportación.
Pero ocurrió prácticamente lo contrario, ya que, de acuerdo a la nota periodística aludida en el párrafo anterior, “el número de hectáreas sembradas con la variedad Carménere, en Chile, ha crecido de manera exponencial: en 1993 tres bodegas contaban con viñas sembradas de esta variedad, y había 300 hectáreas. Para 1997 ya sumaban 330 hectáreas; en 1998, el número se había incrementado a 1.167. Para 1999 el total ascendía a 2.306, porque mucho de lo que antes se consideraba Merlot ha sido reclasificado como Carménere, según afirma el enólogo Philippe Pszczolkowski, catedrático de la Universidad Católica de Chile”.
En abril del año 2000 quince empresas estaban elaborando vinos monovarietales Carménere en este país sudamericano, y hoy en día, transcurridos ocho años de haber sido identificada cabalmente la cepa Carménere, en Chile, existen viñedos sembrados con esta variedad en Francia, Italia, Estados Unidos de América, Chipre y China, entre varios otros países.
El nombre Carménere bien puede derivar del término carmine, cuyo significado es carmíneo (el carmín es una sustancia colorante, de color rojo carmesí, usada en pastelería y cosmética. Es extraída de la hembra del coccus cacti, una especie de cochinilla, ya que los vinos elaborados con esa variedad son de color rojo intenso, acerezado.
La cepa Carménere es la variedad distintiva de Chile, y dentro de muy poco tiempo será emblemática como la Pinotage, de Sudáfrica; la Malbec, de Argentina; la Syrah, de Australia; o la Zinfandel, de California.
La cepa Carménere cobra, día a día, mayor número de adeptos entre los consumidores nacionales, quienes encuentran en las características organolépticas de los vinos elaborados con esa variedad cualidades visuales, olfativas y gustativas muy encomiables..
Los especialistas en viticultura afirman que en el periodo terciario, hace de ello unos sesenta y seis millones de años, apareció la vid, planta que se extendió por Asia, Asia Menor y Europa. Gracias a la información proporcionada por la paleobotánica (la rama de la ciencia que estudia las plantas fósiles) tenemos conocimiento de la existencia de hojas de vid y de racimos fósiles, que se remontan a los tiempos del pleistoceno, un millón de años antes de nuestra era. Durante la Edad del Bronce, hace aproximadamente unos cuatro mil o cinco mil años, la viticultura era practicada extensamente en el Medio Oriente.
El género botánico Vitis incluye dos subgrupos: la euvitis o vid verdadera, y la muscadenia. Existen unas sesenta especies conocidas de vitis, una de las cuales, la de mayor importancia para la elaboración del vino, es la Vitis vinífera, de la cual se cuentan más de ocho mil variedades diferentes. Las palabras variedades, cepas o vidueños, tratándose de la Vitis vinífera, son sinónimas, y se les utiliza indistintamente. Las cepas blancas más ampliamente empleadas en todo el mundo son las siguientes: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillon, Gewurztraminer, Rieling, Albariño, Silvaner, Trebbiano y Malvasía. Las variedades de uvas tintas que son más extensamente utilizadas por los enólogos, para elaborar vino, son las que a continuación enlisto: Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Merlot, Malbec, Sangiovese, Pinot Noir, Garnacha, Nebbiolo, Cabernet Franc, Cariñena, Syrah, Barbera y Pinot Meunier. Cabe agregar, para dar una idea más amplia de lo relacionado con las uvas, que existen cuatro grupos: para mesa ---para ser comidas como fruta, y de las cuales hay unas veinte variedades diferentes---, para producir jugo, para pasificar y para elaborar vino.
Una de las cepas, variedades o vidueños de uvas que está motivando un gran interés en el mundo del vino es la Carménere, de Chile, la cual se suponía había desaparecido por completo de los viñedos del planeta, ya que, inclusive, su nombre quedó prácticamente olvidado, cuando a raíz de la epidemia de filoxera, que asoló las viñas de Europa a mediados del siglo XIX, quedaron arrasadas miles y miles de hectáreas en varios países europeos.
Pero aconteció que hacia 1850 los viticultores chilenos comenzaron a importar las primeras cepas consideradas finas, para mejorar la calidad de sus vinos, que hasta entonces estaban siendo elaborados con uvas País o Misión. En aquellos años no era frecuente que en los viñedos de Burdeos, los más renombrados de Francia, se hiciese una plena identificación de las cepas, por lo que coexistían diversas variedades en una misma viña, como asienta Gérard Aubin, en su libro Bordeaux, vignoble millenaire. Es casi seguro que cuando fueron llevadas diversas cepas a Chile, llegaran vidueños de Carménere (también conocida con los nombres de Grand Vidure y Grand Carmenet) entre las plantas de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot, las más preciadas por los viticultores, “algunos años antes de que aquella cepa desapareciera por completo de su Burdeos natal, debido al mencionado ataque de filoxera”. Considero conveniente mencionar que he leído, acerca de esta cepa Carménere, que en el siglo XVIII los productores de Burdeos elaboraban vinos “excepcionalmente buenos”, que eran resultado de un coupage de Carménere con Cabernet Franc, pero que gradualmente se fue abandonando el empleo de esa variedad (la Carménere) a causa de su susceptibilidad a una enfermedad vitícola llamada “Coulure”. Este es un vocablo del idioma francés que describe el daño ocasionado en los viñedos sembrados con esa variedad, ya que después de haber florecido las pequeñas bayas, éstas se caen, afectando severamente la productividad de las viñas.
Se tiene conocimiento que Claude Valat, ampelógrafo francés, fue el primero en señalar que la variedad que algunos consideraban Merlot, era, en realidad, Carménere. Después de Valat algunos viticultores pensaron que esa cepa plantada en Chile era un clon de Merlot o de Cabernet Franc. Y agrego que, de acuerdo a la noticia publicada en la revista “América Economía” (número 207, correspondiente al 3 de mayo de 2001) en el año 1994, en ocasión del 6º. Congreso Latinoamericano de Floricultores y Enólogos, celebrado en Chile, el enólogo francés Jean Michel Boursiquot, ampelógrafo de Montpellier, estableció que gran parte de los viñedos chilenos considerados de la cepa Merlot eran, en realidad, de la variedad Carménere, un vidueño casi totalmente desaparecido de Francia. La declaración de este enólogo galo despertó marcada controversia entre los productores chilenos, ya que éstos consideraban que después de haber conseguido que sus vinos varietales elaborados con la cepa Merlot, fuesen reconocidos por su finura y calidad, podría suceder que, comercialmente hablando, se registrasen efectos negativos, tanto en el mercado interno como en el de exportación.
Pero ocurrió prácticamente lo contrario, ya que, de acuerdo a la nota periodística aludida en el párrafo anterior, “el número de hectáreas sembradas con la variedad Carménere, en Chile, ha crecido de manera exponencial: en 1993 tres bodegas contaban con viñas sembradas de esta variedad, y había 300 hectáreas. Para 1997 ya sumaban 330 hectáreas; en 1998, el número se había incrementado a 1.167. Para 1999 el total ascendía a 2.306, porque mucho de lo que antes se consideraba Merlot ha sido reclasificado como Carménere, según afirma el enólogo Philippe Pszczolkowski, catedrático de la Universidad Católica de Chile”.
En abril del año 2000 quince empresas estaban elaborando vinos monovarietales Carménere en este país sudamericano, y hoy en día, transcurridos ocho años de haber sido identificada cabalmente la cepa Carménere, en Chile, existen viñedos sembrados con esta variedad en Francia, Italia, Estados Unidos de América, Chipre y China, entre varios otros países.
El nombre Carménere bien puede derivar del término carmine, cuyo significado es carmíneo (el carmín es una sustancia colorante, de color rojo carmesí, usada en pastelería y cosmética. Es extraída de la hembra del coccus cacti, una especie de cochinilla, ya que los vinos elaborados con esa variedad son de color rojo intenso, acerezado.
La cepa Carménere es la variedad distintiva de Chile, y dentro de muy poco tiempo será emblemática como la Pinotage, de Sudáfrica; la Malbec, de Argentina; la Syrah, de Australia; o la Zinfandel, de California.
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