miércoles, 1 de febrero de 2012

LAS BEBIDAS ESPIRITUOSAS Y LAS ELECCIONES EN MEXICO, EN 2012


Si bene commemini, causae sunt quinque

bibendi: hospitis adventus, praecens sitis, atque

futura, aut vini bonitas, aut quaelibet altera causa


Si mal no recuerdo, son cinco los motivos

para beber: la llegada de un amigo, la

sed del momento, o la futura, la bondad

del vino o cualquier otra cosa .

Epigrama latino

Cuando Rafael Fernández Flores, Miembro de Número del Grupo Enológico Mexicano, me comentó su intención de dictar una conferencia alusiva a las bebidas espirituosas y su relación con las elecciones (que este año de 2012 habrán de adquirir señalada importancia en nuestro país), dentro de las cenas bimestrales de la serie titulada Gastrónomos y Epicúreos, de dicha agrupación de enófilos, a más de parecerme muy interesante ese tema me hizo recordar que en el pasado yo había publicado un artículo periodístico acerca de ese asunto, que en México implica tanto la prohibición de que los establecimientos comerciales vendan, el día anterior a las elecciones, y el mismo día de los comicios, bebidas alcohólicas ---en envases cerrados, para que los adquirientes los lleven a sus respectivos domicilios---, de la misma manera como que el día previo a ese ejercicio cívico, y el mismo día de las elecciones, sean servidas, en los restaurantes, estas deleitables bebidas, para acompañar los alimentos de quienes allí disfrutan de un apetitoso yantar.

En efecto, el día 2 de septiembre de 1991 apareció mi artículo El vino y las elecciones, en Revista de Revistas, publicación de gratísimo recuerdo (dirigida por muchos años por Enrique Loubet). Como me parece que los argumentos que entonces esgrimí, para manifestar mi desagrado por tan insulsas disposiciones gubernamentales, continúan siendo válidos al presente, ahora voy a transcribir, a manera de introducción a lo que Rafael Fernández Flores comentó durante su intervención, algunos párrafos de aquel escrito de hace dos décadas.

Allí señalé lo siguiente: “El pasado sábado 17 de agosto acudí a comer, con un grupo de amigos, a un restaurante de la Zona Rosa. Al ordenar el aperitivo nos informó el mesero que, debido al hecho de que al día siguiente se realizarían elecciones en la ciudad de México, estaba prohibida la venta y servicio de cualquier bebida espirituosa. Por esta absurda razón nos privamos de acompañar los manjares con un delicioso vino, no fuera a ser que, envalentonados por esa mínima cantidad de vino de mesa ingerido, armonizando nuestros guisos, fuésemos (o fuesen todos aquellos, que para el caso es lo mismo, que degustasen alguna bebida etílica durante la comida) a alterar, un día después, el sacrosanto orden público que priva en una ciudad que no registra ningún hecho de violencia, y donde todo es decoro, tranquilidad y paz”. (Esta misma circunstancia, por demás desagradable,.me toco padecerla en otras ocasiones, en diferentes ciudades de nuestro país, cuando coincidían esas fechas de elecciones con agradables viajes por todo México).

“En otra ocasión, en que disfrutaba de una opípara comida en Londres (a mi parecer una de las cuatro ciudades capitales más fascinantes de Europa, al lado de Paris, Madrid y Viena), bañada, por supuesto con un exquisito vino, me enteré que ese mismo día se estaban celebrando las elecciones para elegir a quienes ocuparían los escaños de la Cámara de los Comunes. Pero allí no tuvo vigencia legal ninguna absurda “ley seca”, en perjuicio de habitantes y turistas de la capital de la Gran Bretaña, ni tampoco el alud de letreros, pancartas y demás inmundicia propagandística con la cual ha sido contaminada visualmente la ciudad de México, no solamente en la temporada en que se desatan estas innecesarias confrontaciones políticas.

“Pienso en el grave desacato que significaría para el sentido común ---y el orden gastronómico, que es más importante--- el hecho de un parisino (o cualquier turista, llegado a la Ciudad Luz, a admirar sus incontables encantos urbanísticos) fuese a la “Tour d’Argent”, “La Coupole”, “Ledoyen”, “Lasserre, “Grand Vefour” y “Taillevent” (verdaderos santuarios de la gastronomía en Paris”), o a cualquier otro establecimiento de restauración de la capital francesa, y le salieran con el domingo siete de que como al día siguiente tendrían lugar las elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Legislativa, o a quien sería el nuevo ocupante del Palacio del Elíseo, no le podían servir vino --o cualquier otra bebida espirituosa— para armonizar con sus deliciosos platillos. Eso sería, a más de una herejía a los principios fundamentales de la gastronomía, una indudable señal de gazmoñería y cretinismo llevado al extremo”.

Hasta aquí la trascripción de tres párrafos de aquel escrito de hace poco más de veinte años.

Al mencionar esta “Ley Seca” (que por años ha privado ---o bien privó, en el mejor de los casos--- en México), es conveniente recordar que en Estados Unidos de América fue implantada en 1919 la Ley Volstead, vigente hasta 1933 (la cual también fue conocida con los nombres de Acta de Prohibición y “Ley Seca”), que penalizaba la elaboración, distribución e importación de bebidas alcohólicas en todo el territorio de la Unión Americana. Esta disposición gubernamental favoreció lo mismo la aparición de un amplísimo mercado negro de toda clase de bebidas etílicas ---igualmente originales que adulteradas---, que la irrupción de sangrientas bandas criminales.

En este tema, el de las ridículas prohibiciones de acompañar los alimentos con vino (o la ingesta de otras ambrosías etílicas), en los días de elecciones, no estamos solos los mexicanos, pues en otras naciones de este continente existen legislaciones similares a las nuestras. En el portal Wikipedia leí que “en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú, Uruguay y Venezuela esta norma entra en vigencia siempre cerca de cualquier tipo de elección a nivel nacional, como por ejemplo votaciones para Presidente y Congresistas de la República, Alcaldes o Presidentes Regionales. La norma se aplica de 48 horas antes del inicio de la elección hasta 24 horas después de la misma”.

Ahora comentaré que en mayo de 2011 estuve en España por casi dos semanas. Después de participar en la Feria Nacional del Vino (FENAVIN 2011), la exposición más importante del vino en ese país, recorrí los principales sitios de interés turístico de Madrid, Toledo, Aranjuez y Segovia. Días después tendrían lugar las elecciones para elegir al nuevo presidente, así como a diversos otros miembros del gobierno español. Me sorprendió gratamente advertir, en esas ciudades, que salvo pequeños pendones, colocados con un cordón en los postes del alumbrado público, no había ---por ningún lado— bardas pintarrajeadas, a perpetuidad, como es costumbre que ocurra en México. Seguramente que el día de las elecciones, resultado de las cuales José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), hubo de entregar la presidencia de España a Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), no tuvo vigencia, en todo el territorio de este país europeo, ninguna estúpida “Ley Seca”, que prohibiese el consumo de bebidas espirituosas en tascas y restaurantes. Supongo que al gobernante hispano que pretendiese aplicar tan insulsa disposición le darían, cuando fuese el momento, un gran castigo en las urnas, a más de hacer de él befa y escarnio por doquier.

En ocasión de la trigésima segunda cena de la serie Gastrónomos y Epicúreos, del Grupo Enológico Mexicano, celebrada el pasado martes 31 de enero en “Piazza Navona” (un hermoso establecimiento de restauración ubicado en el área de Polanco, en la Ciudad de México), Rafael Fernández Flores, quien funge como Director de Atención Ciudadana, del Instituto Federal Electoral (IFE), el organismo encargado de velar por la transparencia y la equidad en lo referente a las elecciones, disertó acerca de los orígenes de esa absurda legislación, la llamada “Ley Seca”, que ha impedido, o impidió, desde hace muchos años, que los mexicanos acompañemos, en algún salón comedor (en el día previo a las elecciones, o en el día de estos comicios electorales) nuestra comida, o cena, con algún vino ---u otra bebida espirituosa---, sin importar para ello si se trata de un sitio suntuoso o popular.

Su intervención consistió en una agradable plática, en extremo amena, y a continuación transcribo un breve texto que él preparó para la publicación que yo haría de ese convivio. Queda, pues, entre paréntesis, lo más sustancial de su disertación.

El próximo 1º de Julio ---antes o después de cumplir nuestro deber cívico de ir a depositar nuestro voto--- podremos disfrutar, si así lo deseamos, de una agradable comida, acompañada de sus respectivos vinos de maridaje en el restaurante de nuestra preferencia. Algo que parece banal y que sin embargo hace unos años no resultaba posible: Beber en un sitio público, el día de las elecciones.

“Es un hecho aparentemente anecdótico, pero resulta interesante ver como la posibilidad de beber o no durante el día de las elecciones y su víspera, da pie a una reflexión sobre el desarrollo de la democracia en el país.

“El Martes 21 de febrero de 2006 se modificó el artículo 239 del Cofipe para quedar así: "El día de la elección y el precedente, a juicio de las autoridades competentes y de acuerdo con la normatividad que exista en cada entidad federativa, se ordenará, cuando sea indispensable para preservar el orden de la jornada, el cierre de los establecimientos que expendan bebidas embriagantes”

“El diputado del Partido Acción Nacional (PAN), Pablo Alejo Núñez, impulsor de la reforma, dijo que se acaba la denominada "ley seca" y deja al arbitrio de las autoridades de cada entidad federativa la que determinen, cuando lo consideren indispensable aplicarla para conservar el orden.

“El origen de lo que coloquialmente se llamó Ley Seca es una disposición de 1915, hecha por quien en ese año era gobernador del estado de Sonora: el general Plutarco Elías Calles, quien en el marco de la crisis política y económica que se vivía en todo el país, prohibió la elaboración y tráfico de bebidas embriagantes.

“Ese mismo año de 1915, se aplicó en todo el país la restricción de venta de bebidas alcohólicas 24 horas antes de los procesos electorales y durante toda la jornada de los comicios.

“Evidentemente en 1915 no existía el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), cuyo artículo 239 fue modificado para terminar con la llamada Ley Seca durante e día de las elecciones. Tampoco existía el Instituto Federal Electoral, que es la instancia encargada de organizarlas. …Vamos, ni siquiera existía la constitución de 1917.

“En 1915 nos encontrábamos, como país, a unos veinte años de distancia de la elección del General Lázaro Cárdenas, como presidente, en cuyo gobierno surgirían la mayoría de las instituciones que serían la columna vertebral del régimen político que condujo el país el resto del siglo XX.

“Unos años antes, en 1929, año de la autonomía universitaria, las facciones revolucionarias forman el Partido Nacional Revolucionario, antecesor del actual PRI y 1939 Manuel Gómez Morín funda el Pan. El partido Comunista mexicano existía en la clandestinidad. No es motivo de esta plática, pero existe toda una serie de interesantísimas historias en las que participan intelectuales y artistas de la época, como Siquieros, Rivera, Modotti, etc.

“Desde el punto de vista de la elecciones y lo que estaba o no permitido hacer, hay que decir que en esos primeros tiempos no existía un mecanismo federal, ni un órgano central que organizara las elecciones. Éstas las coordinaban los alcaldes y los jefes políticos locales y regionales, quienes imponían a discreción las prácticas y las reglas propias para llevarlas a cabo. Por lo que en ese tiempo la ley seca, aunque era una práctica común, impuesta y vigilada por los caciques locales, no era un ordenamiento Federal de cumplimiento obligatorio.

“En 1946, en el gobierno del Licenciado Miguel Alemán, se federalizó por primera vez, en el México independiente, la estructura electoral con la creación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, presidida por el Secretario de Gobernación, por otro miembro del gabinete, un diputado, un senador y dos representantes de los partidos políticos de mayor relevancia. Simultáneamente se crearon, las comisiones locales electorales y el consejo del padrón electoral.

“A finales de la década de los sesenta, movimientos como el del 68 muestran que el país requiere una apertura democrática y en 1973 se crea la Comisión Federal Electoral en cuya conformación participaban, con voz y voto, todos los partidos registrados. Ese mismo año el Registro Nacional de Electores se volvió una entidad autónoma.

“Cuatro años más tarde, en 1977, se expidió la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE), cuya principal aportación fue la de permitir el ingreso a la vida institucional de fuerzas políticas antes “proscritas” y propició su representación en los órganos legislativos. La LOPPE modificó la integración de la Comisión Federal Electoral y permitió la participación de los partidos políticos registrados –ya fuera bajo la figura de registro condicionado o definitivo- en igualdad de condiciones; de este modo la Comisión quedó conformada por el Secretario de Gobernación, un representante por cada una de las cámaras legislativas, un representante de cada partido político con registro y un notario público.

“Finalmente, en 1987 se llevó a cabo una nueva reforma que introdujo el criterio de la representación proporcional en la integración del órgano electoral; de este modo, para organizar las elecciones de 1988, el PRI contaba con 16 representantes, en tanto que los representantes del Ejecutivo y el Legislativo junto con los demás partidos políticos sumaban 15 asientos en la Comisión Federal Electoral.

“Durante estos años que van de 1946 a 1988, la llamada ley seca era un ordenamiento del poder ejecutivo a través de la Secretaría de Gobernación que estaba representada en los distintos ordenamientos legales que daban marco jurídico al proceso electoral.

“En 1989 se emprendió una nueva reforma a la Constitución y en agosto del año siguiente se expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) el cual dio lugar la creación del IFE como un organismo con personalidad jurídica y patrimonio propios, depositario de la autoridad electoral, misma que, sin embargo, estaba supeditada a los poderes Ejecutivo y Legislativo ya que el texto constitucional de 1989 establecía que la organización de las elecciones era una función estatal a cargo de dichos poderes con la participación y corresponsabilidad de los partidos políticos y de los ciudadanos.

“A este nuevo órgano electoral se le confirió la responsabilidad de contribuir al desarrollo de la vida democrática; preservar el fortalecimiento del régimen de partidos políticos; asegurar a los ciudadanos el ejercicio de sus derechos político electorales y vigilar el cumplimiento de sus obligaciones; velar por la autenticidad y efectividad del sufragio, y coadyuvar en la promoción y difusión de la cultura cívica democrática. Además, a diferencia de los organismos electorales que le precedieron, cuyas actividades eran temporales, se determinó que el IFE tuviese un carácter permanente.

“En el Instituto Federal Electoral se concentraron por primera vez funciones que antes estaban aisladas y dispersas o que ni siquiera estaban consideradas, tales como: la actualización permanente del padrón electoral (el Registro Federal de Electores quedó integrado a la estructura del IFE); el registro de partidos políticos, sus plataformas y candidatos; asegurar a los partidos el disfrute de sus prerrogativas; la organización de la jornada electoral; el cómputo de las votaciones y la entrega de constancias de mayoría; la capacitación electoral y la educación cívica, así como la implantación y desarrollo del servicio profesional electoral.

“El COFIPE constituye el resultado de una larga trayectoria en el desarrollo del sistema electoral mexicano y la conformación de sus bases legales. La ley electoral vigente es producto de intensas discusiones que por más de dos años sostuvo el gobierno con los diferentes partidos políticos. Entre sus avances más importantes, en relación con legislaciones anteriores en la materia, se encuentran los siguientes: i) se consolida la autonomía total, de los órganos electorales, con la conformación de un Consejo General del IFE independiente del gobierno y cuyos integrantes son ciudadanos elegidos en la Cámara de Diputados, con el consenso de los partidos políticos.

“Es precisamente éste código el que recogió la norma de no vender bebidas alcohólicas el día de la elección y su víspera y és este ordenamiento el que se modificó en 2006, dado que la creación de la norma buscaba reducir los actos de violencia extrema y los índices de delitos como el homicidio o las lesiones producidas con armas de fuego y el dictamen aprobatorio refiere que la prohibición de venta de bebidas alcohólicas ya no tiene razón de ser, debido a que las condiciones de seguridad en el país han ido variando desde la implementación de la llamada "ley seca" hasta nuestros días.

“Añade, el dictamen, que los tiempos de violencia han quedado atrás, el nivel de civilidad política que impera en las zonas urbanas de México, la ciudadanización de las autoridades y los procesos electorales, el nivel de transparencia y confiabilidad alcanzados por las instituciones encargadas de los comicios, tanto en el orden local como en el federal, hacen obsoleta esta disposición”. Hasta aquí lo medular de su charla, que motivó elogiosos comentarios de los participantes en esta cena.

A continuación escuchamos a Catherine Millot, directora general de la empresa importadora de vinos Fleuriel, quien hizo referencia a los vinos que degustamos esa noche. Como aperitivo, mientras daba comienzo tan grata experiencia gustativa, saboreamos el vino blanco Paul Mas Chardonnay, cosecha 2009, un monovarietal 100% Chardonnay, que ostenta la AOC de Vin de Pays d’Oc (Languedoc, Francia), elaborado por la bodega Les Domaines Paul Mas. Los Miembros de Número del Grupo Enológico Mexicano allí presentes describieron y comentaron las características organolépticas de este delicioso vino, así como las del vino tinto Cuvée Trilogie Rouge, cosecha 2009 (un Vin de Pays de Cesseson), resultado de un coupage de 34% Syrah, 33% Alicante-Bouchet y 33% Cabernet Sauvignon), de la AOC Saint Chinian, producido por la bodega Chateau Viranel, ubicada en Languedoc, Francia, con el cual maridamos el manjar principal.

La cena, preparada por Carmine Giuliani, chef propietario de este elegante restaurante, consistió en los siguientes platillos: a manera de entrada, Insalata Verde con Carciofi Freschi Crudi e Cucinati, Scaglie di Parmiggiano al Balsamico. (Ensalada Verde con Alcachofas Crudas y Cocidas, Láminas de Parmesano y Balsámico). Luego sirvieron Tagliata di Manzo con Salsa al Brunello di Montalcino (Filete de Res en Salsa de Vino Tinto “Brunello” y Espinacas).El postre fue Panna Cotta al Caramello (Crema Cocida con Salsa de Azúcar Quemada). Estas sabrosuras fueron acompañadas con los dos vinos degustados, y evaluados, previamente.

1 comentario:

Claudio Lopez dijo...

Muy buen post muchas gracias.
Ahora ya me di la lectura sobre las Bebidas espirituosa y las elecciones del 2012 jeje, jamas pense que tuvieran relacion.

saludos