El vino es nuestro agente terapéutico
más valioso: es la leche de la vejez
WILLIAM OSLER (1849-1919)
Para comenzar con esta crónica diré que, en el boletín Argentinewines del miércoles 15 de febrero de 2012, aparece la referencia de que la extensión del viñedo de Argentina aumentó, de acuerdo a la información proporcionada por el Instituto Nacional de Vitivinicultura, referidos al operativo de “Actualización del Registro de Viñedos, realizado en el 2011, del cual surgen datos muy interesantes como la ampliación de provincias (actualmente suman diecisiete) que se suman al mapa vitivinícola nacional, como Entre Ríos, Buenos Aires, Chubut, San Luís, La Pampa, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Misiones, movidas por la vinculación que el vino tiene al turismo y motivadas además por la gran inversión que han realizado las tradicionales productoras como Mendoza, San Juan, La Rioja, Salta, Río Negro, Neuquén, Catamarca y Córdoba. Mendoza es la principal productora con el 70,82 % del total plantado, seguido de San Juan con el 21,69%, y más atrás por La Rioja con el 3,25%” Hasta aquí esa cita.
En el mes de marzo de 2003, al comenzar el otoño en el hemisferio sur, visité la Provincia de Mendoza, en Argentina. Gracias a los buenos oficios de Roberto de la Mota (a la sazón enólogo de Bodegas Terrazas de los Andes), mi anfitrión en esa ciudad, la más importante de Argentina desde el punto de vista vitivinícola, pude visitar otras empresas de primer orden, y ser recibido en forma muy especial por los directores de las mismas. Teniendo como centro de operaciones la Casa de Visitas de Terrazas de los Andes tuve la oportunidad, durante seis días de estancia, allí en el Departamento de Perdriel, a veinticuatro kilómetros de Mendoza, de visitar viñedos y bodegas de una decena de compañías, que figuran entre las de mayor importancia (tanto por la modernidad de sus instalaciones, avanzada tecnología vinícola como por la cuantía de su producción en lo referente a vinos finos), en los Departamentos de Luján de Cuyo, Tupungato, Perdriel, Tunuyán, Uco y Maipú.
Los nombres de las bodegas que recorrí detenidamente son los siguientes: Terrazas de los Andes, Luigi Bosca, Salentein, Séptima, Chandon, Zuccardi, Catena Zapata, Norton y Zuccardi. Todas ellas son representativas de la plausible revolución que en materia de vinos ha alcanzado Mendoza, la provincia de mayor importancia enológica en Argentina.
En aquella ocasión, después del recorrido por las bodegas arriba mencionadas, ubicadas en las principales áreas vitivinícolas, estuve dos días en la finca “Los Chulengos”, al pie de la Cordillera de los Andes, en las proximidades del Nevado del Plata, a una distancia de una hora y cuarto de la ciudad de Mendoza. Se trata de un pequeño albergue de montaña (la propaganda lo describe como un hotel cordillerano), que cuenta con cuatro habitaciones, atendido exquisitamente por sus propietarios: María y Fernando Palma, quienes han convertido ese paraje andino en un sitio en extremo acogedor, en torno al cual se advierte una gran belleza escénica. Aquí es posible efectuar cabalgatas por los alrededores, caminar por las veredas cordilleranas próximas al Cerro Pedernal, o bien recorrer en jeep, acompañado por el patrón de la finca, las brechas existentes en este encantador sitio andino. Cualquiera de estas tres actividades resulta gratificante, o bien simplemente contemplar el imponente espectáculo de las montañas nevadas que rodean esta estancia, a más de degustar las exquisiteces propias de la cocina argentina, armonizadas con excelente vino mendocino. Por cierto, me informó Fernando Palma que “chulengo” es el nombre que en esta zona se la da a las cría del guanaco, uno de los cuatro camélidos de América del Sur, al lado de la llama, la alpaca y la vicuña.
En esa gratísima estancia de un par de días en “Los Chulengos” tuve la oportunidad de contemplar el vuelo de los cóndores, el ave no marina de mayor envergadura del planeta, ya que sus alas abiertas miden de 2.70 a 3.30 metros de punta a punta. Su vuelo sobre las montañas es majestuoso, y por su porte , elegancia y majestuosidad al desplazarse por los aires ha sido considerado el símbolo nacional de Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador. Agregaré que la palabra cóndor proviene del vocablo quechua kuntur.
El cóndor fue observado y admirado por los indígenas tehuelches, que habitaron en épocas pretéritas la Patagonia de Argentina, en las Provincias de Santa Cruz y Chubut. A ese grupo étnico se le llamó, también patagones, y ellos se llamaban a sí mismos aonikenk, que significa “gente bravía”. En la lengua tehuelche esa gigantesca ave, que se desplaza con vuelo grácil en las regiones montañosas, era llamada Oyikil, y este es, precisamente la marca de unos vinos cuyas uvas fueron vendimiadas en los viñedos de Miraflores, ubicados en el Valle de Uco (sito en el Departamento de Tunuyán, en la Provincia de Mendoza), a una altitud de 1.070 metros sobre el nivel del mar. Allí hay sembradas las siguientes cepas: Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot, Syrah, Viognier y Sauvignon Blanc. El vino premium es el Oyikil Cumbre, que tiene un periodo de crianza en barrica (90% de roble francés y 10% roble de Estados Unidos de América) de doce meses, para que adquieran fisura y delicioso sabor. Todos los vinos de la marca Oyikil son de edición limitada, destinada íntegramente a la exportación, y en México son comercializados por las empresas Fleuriel y Nueva Galia Comercial.
La cata “ciega” mensual número 215, del Grupo Enológico Mexicano, correspondiente a febrero de 2012, se llevó a cabo en un salón privado del restaurante “Piazza Navona”, de Polanco.
La Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Catherine Millot, Roberto Quaas Weppen, Gustavo Riva Palacio, Philippe Seguin, Mauricio Romero Gatica, Darío Negrelos y Miguel Guzmán Peredo.
Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.Los resultados fueron los siguientes:
Vino blanco:
Oyikil Vuelo Torrontés, cosecha 2010. Monovarietal 100% Torrontés Riojano. 13.5% Alc. Vol. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable, sin barrica. Calificación: 86.00 puntos. Precio: $ 125.00
Vino rosado:
Oyikil Vuelo Rosado Malbec, cosecha 2010 Monovarietal 100% Malbec. 13.5% Alc. Vol. Calificación: 80.90 puntos. Precio: $ 125.00
Vinos tintos:
1.- Oyikil Cumbre, cosecha 2008. Coupage de 70% Malbec, 20% Syrah y 10% Petit Verdot. 14.5% Alc. Vol. Guarda de doce meses en barrica (el 90% del vino en barrica francesa y el 10% en barrica americana) Calificación: 89.90 puntos. Precio: $ 650.00
2.- Oyikil Alto Vuelo Malbec, cosecha 2008. Coupage de 90% Malbec, 7% Cabernet Sauvignon y 3% Syrah. 14.5% Alc. Vol. Guarda de doce meses en barrica (el 90% del vino en barrica francesa y el 10% en barrica americana). Calificación: 87.20 puntos.Precio: $ 350.00
3.- Oyikil Vuelo Cabernet Sauvignon, cosecha 2010. Monovarietal 100% Cabernet Sauvignon. 14.5% Alc. Vol. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable. El 25% del vino fue fermentado con duelas de roble, y el 75% sólo fruta. Calificación: 86.90 puntos. Precio: $ 175.00
4.- Oyikil Alto Vuelo Cabernet Sauvignon, cosecha 2008. Coupage de 95% Cabernet Sauvignon y 5% Malbec. 14.5% Alc. Vol. Guarda de doce meses en barrica (el 90% del vino en barrica francesa y el 10% en barrica americana) Calificación: 84.90 puntos. Precio: $ 350.00
5.- Oyikil Vuelo Malbec, cosecha 2010. Monovarietal 100% Malbec.. 14.0% Alc. Vol. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable. El 30% del vino tuvo paso por madera, y el 70% sólo fruta. Calificación: 84.00 puntos. Precio: $ 175.00
Salta a la vista la encomiable relación calidad precio del vino tinto Vuelo Cabernet Sauvignon.
Por otro lado, de los siete vinos evaluados en esta cata “ciega” cuatro rebasaron los 85 puntos de calificación, lo que permitió ubicarlos en la categoría de “muy buenos”
Al concluir esta evaluación organoléptica degustamos una exquisita cena, preparada por Carmine Giuliani, chef propietario del restaurante “Piazza Navona”. El menú consistió en Carpaccio di Manzo all´Albese (Carpaccio de Res con Julianas de Apio, Queso Parmesano, Vinagreta de Limón y Aceite de Trufa) como entrada. En seguida sirvieron Risotto con Fiori di Zucca e Gamberoni (Risotto con Flor de Calabaza y Camarón), y como postre Biscotto Cremoso al Fondente Amaro, con Gelato di Vaniglia (Biscocho de Chocolate Amargo Caliente, con Helado de Vainilla). Para concluir una taza de aromático café.
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