jueves, 25 de noviembre de 2010

DIONISIOS Y ARIADNA: LOS DIOSES HELENICOS DEL VINO


En la mitología griega, donde están reunidas las más curiosas, divertidas y, en ocasiones, escandalosas historias ---que describen las aventuras eróticas de los nada recatados dioses del Olimpo---, queda consignado que Zeus, el padre de los dioses, procreó con Sémele, la diosa de la Tierra, a Dionisios, quien fue el descubridor de la viña y, por ende, del vino.

En Tracia, en la península helénica, lo suponían originario de Egipto, hijo de Zeus y de Démeter, llamada Ceres en la mitología romana, la diosa de la agricultura.

Dionisios, llevado por su amor al género humano, enseñó a Eneo, el rey de Etolia, la manera de cultivar los viñedos, para elaborar el néctar etílico por excelencia: el vino.-

De acuerdo a milenarias sagas helénicas Dionisios era el dios de las almas, cuya esfera abarcaba la procreación, la muerte y la resurrección, y también el despertar de la naturaleza en primavera.

El origen de su culto tuvo lugar en Tracia, y en aquellos lares eran celebradas, durante el solsticio de invierno, grandes festividades en su honor ---denominadas dionisíacas---, y en esas multitudinarias fiestas orgiásticas (en las cuales los participantes consumían, de manera ritual, a más de vino narcóticos y estupefacientes, con el fin de alcanzar alucinantes estados de éxtasis mental) el cortejo de esta deidad tutelar estaba formado por las ménades, los sátiros y los silenos. Éstos últimos cantaban exaltados ditirambos en honor de Dionisios. Las ménades, por su parte, eran las ninfas vendimiadoras, quienes danzaban jubilosas al son de címbalos, tamboriles y flautas.

De acuerdo a esas antiquísimas leyendas Dionisios, quien encarnaba todos los fluidos vitales: el agua, el vino y el esperma, era una divinidad cuya esfera de acción se extendía no sólo a los viñedos sino a todos los cultivos restantes. .

Dionisios, el dios del vino, conoció a Ariadna en Naxos (recuérdese la ópera titulada Ariadna en Naxos, del compositor Richard Strauss, basada en el mito de Dionisios y Ariadna), y con ella contrajo nupcias. Cabe agregar que Ariadna era una divinidad cretense, de atributos muy semejantes a los de Afrodita. En otros relatos mitológicos se asegura que Dionisios se unió a Afrodita, y que la pareja engendró un hijo, llamado Priapo, el dios de los jardines y los rebaños, a quien el arte pictórico y escultórico de Roma de hace veinte centurias, representaba como un hombre dotado de un enorme falo, las más de las veces en erección. Por ese atributo se le consideraba dios de la fertilidad.

No transcurrió mucho tiempo, después de haber sido celebrados los esponsales de Dionisios con Ariadna, para que procrearan varios hijos, cuyos nombres guardan estrecha relación con el vino: Oinopon, Stafilos y Euantes.

En la mitología romana figura una divinidad afín a Dionisios. Se trata de Baco, hijo de Júpiter y de Sémele, quien murió al dar a luz. Las fiestas en honor de Baco, las Bacanales, eran dirigidas por las sacerdotisas llamadas Bacantes. Esas concurridísimas francanchelas tenían lugar generalmente en otoño, en ocasión de la vendimia, cuando eran cosechados los frutos de la tierra, en este caso particular los turgentes racimos de uvas, con los cuales habría de ser elaborado el vino.

Acerca del culto a Dionisios-Baco escribió Ana María Ijala las siguientes frases: “Coronado con pámpanos y hiedra, y con el vino rebosante en una copa cerca de sus labios, así era representado Dionisios, más conocido como Baco, entre los romanos...El culto al dios del vino y la vegetación se extendió en la antigüedad como un viento huracanado, que cruzó continentes y también llegó a la península ibérica. Allí, donde los griegos vivieron y establecieron colonias, y practicaron la viticultura, se extendió el culto a Dionisios-Baco...Cualquiera que fueran sus orígenes, Dionisios personificaba la impetuosa y desbordante fuerza de la naturaleza, la fertilidad y el elemento generador de vida. Pero significada mucho más que ese, estaba íntimamente relacionado con la música y la armonía”.

Tanto en Grecia como en los países sujetos a la férula de Roma el culto a Dionisios y a Baco, diferentes nombres de una misma advocación, conoció extraordinaria difusión. Los festejos en honor a estas deidades figuraban entre los más importantes para muchos pueblos y grupos étnicos, ya que ambos númenes personificaban al vino, la deleitable y salutífera bebida que ellos enseñaron la manera de elaborar hace más de seis mil años.




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