Con los vinos acontece
lo mismo que con las mujeres.
A veces están un
poco tiernos y son calificados
como vinos
“jóvenes”, por ese motivo conviene dejarlos
reposar algún
tiempo para que alcancen su cabal madurez.
En otras
ocasiones, los caldos báquicos están en el momento
exacto para ser
degustados. Y suele ocurrir que al probar
otros vinos
solemos decir: hace unos pocos años
éste vino debió
haber estado extraordinario.
M.G.P.
En
varias ocasiones me he referido a la deleitable sensación olfativa, y también
gustativa, que nos proporciona el hecho de ingerir ---y previamente advertir sus
efluvios aromáticos--- vinos que han tenido un largo periodo de reposo en
botella, en una cava cuyas condiciones son las idóneas para la guarda de vinos,
tanto tintos como blancos. Los vinos de
esta manera conservados en un espacio apropiado adquieren, al paso de los años,
características sensoriales a mi parecer dignas de encomio, pues ese dilatado
reposo en el interior de la botella le confiere cualidades que los enófilos
saben apreciar gustosamente.
Dentro
de la larga lista de las catas “ciegas” mensuales
que el Grupo Enológico Mexicano ha realizado, desde enero de 1995 hasta el mes septiembre de 2013, las cuales suman
doscientas treinta y cinco (en las cuales son evaluados, usualmente, vinos de vendimias
recientes, digamos de cosechas de tres o cuatro años anteriores a la fecha de
su apreciación sensorial), figuran nueve degustaciones en las cuales los
catadores participantes juzgan y califican vinos ---en ocho ocasiones previas han sido tintos
y en una ocasión fueron blancos--- que han sido conservados en óptimas
condiciones de conservación en una cava, durante un lapso no menor a tres a
cuatro lustros..
Hasta ahora el vino más
antiguo que hemos degustado fue en la cata número 140, celebrada el 13 de Noviembre de 2006. Se trató del vino tinto
que en la etiqueta señalaba la siguiente información: Chateau Perigueux Premier Grand Cru Classé,
cosecha 1948. Appellation
Gascuña Grand Cru Classé Controlée. Perigord,
Francia. Debo agregar que no encontré la menor información, en internet, acerca
de este vino, cuya etiqueta me ha
parecido punto menos que cierta, pues los vinos de Perigord no llevan esa
clasificación de Appellation
Gascuña Grand Cru Classé Controlée. Este vino fue calificado con 74 puntos, lo que resultó sorprendente, ya que había
sido elaborado con uvas de una cosecha realizada cincuenta y ocho años antes, y
los catadores no solamente opinaron que aún era bebible, sino que mostraba
calidades todavía estimables.
Cabe citar ahora lo que en
otras ocasiones he expresado, a propósito de este tipo de catas: “La finalidad es la de evaluar los visibles
cambios, en el color, en el aroma y en el sabor, que tienen lugar en esos caldos al paso de
los años. La degustación de esta clase de vinos suele resultar sorprendente, en cuanto a que hay vinos que
«se resisten a envejecer», y manifiestan, transcurridos tres, cuatro o quizá
cinco lustros, gran vitalidad y una «juventud prolongada» que a los catadores
no deja de parecer en extremo interesante por ser una experiencia gustativa
poco frecuente ».
Acerca de los visibles cambios que experimentan los vinos,
durante una prolongada guarda en botella, comenta André Dominé en el libro El Vino lo siguiente, respecto a los
vinos tintos, cuyo color rojo rubí cambia, al paso del tiempo, a una tonalidad
aladrillada, en la cual los matices rojos varían hacia colores más
pálidos ; « Los sedimentos
de la botella son fundamentales para determinar el estado de los vinos tintos
en proceso de maduración, considerando también el tipo de cepa y la cosecha.
Los sedimentos rojizos y marrones están compuestos de fenoles polimerizados, es
decir, de tanino y sustancias colorantes. Estos producen enlaces tan fuertes
que no pueden mantenerse diluidos en el líquido. Cuanto más poso se forme y más
claro se vuelva el color del vino, más suave será éste. Un Cabernet Sauvignon
rico en tanino y en sustancias colorantes durante su juventud, formará
considerablemente más heces que un sedoso Pinot Noir.
“Los vinos blancos maduros
también cambian de color. Sin embargo, durante la estancia en la botella, el
vino blanco no se tornará más claro sino más bien amarronado, a causa de la
oxidación progresiva de los fenoles. En este caso hay que tener en cuenta que
los vinos dulces y generosos pueden madurar mucho más tiempo que los vinos
secos. A su vez, entre estos últimos maduran mejor los vinos previamente
fermentados y elaborados en barricas, que aquellos que proceden de tanques de
acero inoxidable””. El mismo autor
señala que “La denominación de “vino añejo” no está claramente definida ni
química ni organolépticamente. No hay ningún criterio para definir el tiempo
mínimo que una botella de vino debe madurar en la bodega. De igual modo hay
pocas indicaciones acerca de cómo debe oler y saber un vino añejo”. Hasta aquí
esa cita.
En
el blog Vinos Kupel, de España, leo lo
siguiente, acerca del atractivo que tiene la degustación de vinos que han sido
guardados por varios años en su recipiente apropiado, la botella: “El prestigio
del que suelen gozar los vinos viejos tiene mucho de mito. La cuestión radica
en la carga emotiva que provoca esa aureola de historia con que el tiempo sella
una botella del pasado. Es difícil saber con exactitud cuánto dura el vino. El
fervor por el vino viejo es una cuestión de gusto mediatizado por esa
ineludible subjetividad que se genera ante el bien escaso o raro, frente a lo
abundante o cotidiano. En definitiva se puede afirmar que gusta lo viejo. Y ese
gusto puede alcanzar lo sublime si se trata de un vino antiguo e irrepetible,
cuyo descorche ha privado al resto del mundo de disfrutar una sensación
parecida. Ante este espectáculo, el equilibrio calidad/precio deja de ser
considerado y el precio se dispara a medida de que los compañeros de viaje de
esa marca son bebidos en el transcurso de los años”.
La degustación sensorial de la cual ahora me ocupo es la décima ---este tipo de evaluaciones dio comienzo en
la cata número 140, del 13 de novembre de 2006. En ellas los catadores del Grupo Enológico Mexicano analizan esta categoría de
vinos “añosos” (de ninguna manera podría yo decir que fuesen caducos o bien
estuviesen decrépitos, y sin ningún interés desde el punto de vista de la
apreciación de sus características organolépticas), que han resultado, las más
de las veces, sorprendentes, por las cualidades que presentan esos caldos, aún
encomiables al paso de los años.
La cata “ciega” mensual
número 235, correspondiente a septiembre de 2013, tuvo lugar el martes 10 de
ese mes, en un salón “Decanter”, del hotel St. Regis México City, Para esta
degustación analítica fueron seleccionados seis vinos blancos de cosechas
comprendidas entre los años 1981 y 1999. procedentes de la cava privada de uno
de los Miembros de Número de este Grupo. El vino más antiguo fue elaborado con
uvas vendimiadas treinta y dos años antes de ser degustado, y el más reciente
fue de veintiún años. La procedencia de los vinos fue, por orden alfabético, Australia,
Chile, España, Estados Unidos de América
(2) y México.
En esta cata de seis vinos blancos, de prolongado
reposo en botella, cuatro de los caldos fueron elaborados con la cepa
Chardonnay, otro fue el resultad de un coupage de dos variedades (Viura y
Malvasía) y uno más con la cepa Sauvignon Blanc, de la cual conviene
transcribir lo que al respecto aparece en el blog Univinum: “Si la Sauvignon Blanc tiene una
travesía (sic) por madera, es conocida como “Fumé Blanc”. Debe tenerse en cuenta que esto sucede en menos
ocasiones que la Chardonnay, que pasa a menudo por barricas de roble. Entre los otros nombres que se le suele dar a la variedad
Sauvignon Blanc, encontramos los siguientes: Muscat Silvaner, Puinechou, Surin, Sauternes (no confundir con la
Semillon, con la que se hacen vinos de
Sauternes), Fié, Neuvillois y Sercial. La palabra Sauvignon Blanc etimológicamente deriva de
la palabra latina “silva” (que significa bosque) y se compone de vocablos franceses “sauvage” y “vignon” (que
significan salvaje y viña, respectivamente). Aunque en Francia también se le
suele llamar “Pierre a Fusil” debido al olor que produce la yesca al surgir la
chispa. Otro de los detalles que se podrían ser calificados hasta de
“curiosos”, se refiere a su aroma denominado “pipi de chat” (pipí de gato). Esto se debe al aroma que se asemeja
mucho a la orina del felino, aroma característico de esta uva, que en otra
variedad de uva sería un defecto”. Hasta aquí esa cita.
La
Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos:
Patricia Amtmann, José Del Valle Rivas, Salomón
Cohen, Philippe Seguin, Darío Negrelos y Miguel Guzmán Peredo.
En estas degustaciones analíticas, en las cuales los
catadores ignoran la marca y la procedencia del vino que van a degustar
---motivo por el cual reciben el nombre de “ciegas”---, los
enófilos que participan en esas degustaciones sensoriales califican las características
visuales, olfativas y gustativas de cada uno de los vinos, escribiendo junto
con la puntuación otorgada en cada uno de estos tres renglones, sus comentarios
respecto al color, al aroma o bouquet y al sabor de cada uno de los vinos
sometidos al examen organoléptico de los miembros de la Mesa de Catadores que
en esa ocasión participaron en dicha degustación. Una vez que los jueces
analizaron esas características sensoriales, y que se tiene inmediato
conocimiento de cuál fue la calificación alcanzada por cada vino (momento éste
en el que son descubiertas las botellas y se conoce de qué vino se trata en
cada caso), cada catador formula en voz alta sus propios comentarios, con
la finalidad de escuchar las opiniones de los restantes catadores, enriqueciéndose,
de esta manera, el imparcial juicio emitido por cada uno de esos enófilos.
Las calificaciones están basadas en los
parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya
calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no
recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74
puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos
permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94
puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté
comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de
“extraordinarios”.
Es prudente señalar que en
esta ocasión no se consignan los precios de cada uno de los vinos, porque se
trata de añadas que no se encuentran en el mercado.
Antes de
mencionar los resultados de esta evaluación organoléptica considero conveniente
señalar que los seis vinos degustados mostraron ---cada uno de ellos--- bella
gama cromática de tonalidades doradas, con un sorprendente brillo, que iban
desde un color oro líquido hasta matices ambarinos no acentuados. Con esto
quiero decir que ninguno de los seis vinos mostró un color amarronado o caoba.
Ninguno de ellos se apreciaba opaco o turbio. Sus cualidades odoríferas,
igualmente, fueron, a juicio de los catadores, gratamente expresivas: aromas de
frutos secos, con sugestivos dejos florales .A la boca, en general, mostraron
cualidades muy encomiables. El vino Viña Tondonia
Gran Reserva, cosecha 1981, resultado de un coupage de 85% Viura y 15% Malvasía,
fue elaborado con uvas que fueron vendimiadas en el año 1981, treinta y dos
años antes de su degustación. Sus excelentes cualidades fueron notorias.
Los resultados
fueron los siguientes:
1.-
Chardonnay Casa Grande Gran Reserva, cosecha 1993.
Varietal Chardonnay 100%. 13.0 % Alc. Vol. Fermentación en tanques de acero
inoxidable a 15 grados centígrados, la cual concluye en barricas de roble
blanco francés. Casa Madero. Parras, Coahuila. México. Calificación: 82.00 puntos.
2.-
Fumé Blanc, cosecha 1992. Varietal 100% Sauvignon Blanc. 13.5% Alc. Vol. Robert Mondavi Winery. Oakville,
California. Estados Unidos de América. Calificación: 80.33 puntos.
2.- (Empate) Chardonnay Lindemans Bin 65, cosecha 1997. Varietal 100%
Chardonnay ( South Eastern Australia). 13.0% Alc.Vol. Lindemans Winery Ltd.
Edey Road, Karadoc. Australia. Calificación: 80.33 puntos.
3.-
Viña Tondonia Gran Reserva, cosecha 1981.
Coupage de 85% Viura y 15% Malvasía. 12.0% Alc. Vol. Denominación de Origen
Calificada Rioja. Permanece
durante 6 meses en depósitos de madera. Criado durante 6 años en viejas
barricas de roble americano de 225 litros. El vino es sometido a 2 trasiegos
manuales cada año. Clarificado con claras de huevo frescas. Embotellado
directamente de la barrica. Sin filtrar.
Lacrado especial para favorecer su mejor evolución en botella y preservarlo de
contaminaciones. Producción limitada a 20.000 botellas. Descansa un mínimo de
44 meses en botella antes de ser comercializado. Bodega: R. López de Heredia Viña Tondonia. Haro, Rioja Alta.
España. Calificación: 79.83 puntos.
3.-
Don Ángel Chardonnay Reserva Especial, cosecha 1998. Varietal 100% Chardonnay. 12.5% Alc. Vol. Viña
Canepa, S.A. Valle Central. Maipu,, Chile. Calificación: 79.83
puntos.
4.-
Chardonnay Reserve, cosecha 1993. Varietal 100% Chardonnay (Mendocino
County).
13.0% Alc. Vol. Fetzer
Vineyards. Redwood, Caliornia. Estados puntos.
Los
catadores eligieron “mejor etiqueta” y “mejor botella” la del vino Chardonnay Casa Grande Gran Reserva, cosecha 1993.
Una
vez concluida la degustacion evaluativa fue
servida una exquisita cena, preparada por Guy Santoro, Chef de Cuisine del
hotel St. Regis México City. Para empezar sirvieron un plato de Hongos Silvestres, Foie Gras Caliente, Salsa
de Frijoles Champignons sauvages, Foie Gras
Chaud, Jus de Haricots. A continuación : Ravioli
Rellenos de Flor de Calabaza y Camarones, Salsa de Bogavante (Ravioli de Fleurs
de Courgette y Gambas a l´Emulsion de Bisque de Homard. El manjar principal
consistió en Filete de Pato Rostizado con Arándanos, Pera confitada, Nabo
Glaseados, Hongos Portobello (Filet de Canard Roti
aux Airelles, Poire Confite, Navet
Glacé, Champignons Portobello. El postre fue un Vacherin
Helado, Mango y Guanábana (Vacherin Glacé,
Mangue, Guanabana).
El
maridaje, tomando en consideración los vinos catados previamente, los cuales
habían sido guardados en una cava durante un tiempo muy prolongado, fue con el
vino Double Blanc Rincón del Barón, cosecha 2001, de Bodegas Barón Balche
(Valle de Guadalupe, Ensenada, México) Se trata de un coupage de Sauvignon
Blanc y Chenin Blanc. Los comentarios emitidos por los catadores acerca de este
vino fueron unánimes, en que sus cualidades sensoriales, tanto visuales,
aromáticas como gustativas, mostraban un vino en plena vitalidad, lo que
comprobamos al armonizarlo con los diferentes platillos servidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario