El vino incrementa el coraje
y la audacia, y hace a los hombres
aptos para la pasión:
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PUBLIO OVIDIO NASON
( 43 A.C.—17 D.C.)
María
Isabel Mijares, enóloga española, señala que “El vino es un regalo para los
sentidos. Su degustación aporta complejas y sutiles sensaciones a la vista, al
oído, al olfato y al paladar. El análisis sensorial permite discernir la
calidad de un vino y conocer mejor su identidad (variedad, tipo, añada, etc.).
No hay nada más gratificante que compartir el placer del vino --en una comida de amigos-- con el léxico apropiado que demuestra la
cultura y la sensibilidad de los comensales”.
Desde
hace muchos siglos, más de veinte, se emplea la palabra “degustación” para
referirse a la acción de probar, con atención y cuidado, un alimento o una
bebida. Existe una palabra sinónima que es “catar”, cuyo significado literal es
mirar con atención. Recuerde el lector que, hace varias centurias, había un
aparato que permitía mirar con claridad objetos ubicados a gran distancia, y al
cual se le daba el nombre de catalejos.
Emile
Peynaud, renombrado enólogo francés, describió la cata de la manera siguiente:
“Consiste en probar con atención un producto cuya calidad queremos apreciar; se
trata de someterlo a nuestros sentidos (gusto y olfato) y conocerlo, buscando
sus diferentes defecto y cualidades, con la finalidad de expresarlos. La cata
es estudiar, analizar, describir, definir, juzgar y clasificar. Por su parte, María
Isabel Mijares agrega lo siguiente: ”Existe por lo tanto una diferencia entre
“catar” y “beber”. Beber es ingerir un líquido,
en este caso el vino, para saciar la sed o disfrutar simplemente de un placer.
Mientras que catar es un vocablo que describe el hecho de someter al vino al
análisis de nuestros sentidos, para
juzgarlo y describirlo. Beber es, pues, un acto instintivo, catar es un acto
voluntario, meditado y reflexivo”.
Hoy
en día existe en nuestro país un acentuado interés --que se incrementa, de manera ostensible, al paso de las semanas
y los meses--- por todo aquello
relacionado al vino. Si bien el consumo per capita anual en México de esa
deleitable bebida no llega a medio litro (a diferencia de Francia, Italia,
España, Portugal, Chile y Argentina, por sólo enlistar algunos países de gran
tradición vitivinícola, en los cuales el vino constituye la bebida acostumbrada
cotidianamente para acompañar las comidas), es posible advertir que la
preferencia por ese salutífero néctar etílico, salutífero cuando es ingerido
con equilibrio y moderación, ha
aumentado notoriamente en los años más recientes. Por doquier son ofrecidos
cursos de introducción, tendientes a mostrar a los enófilos en ciernes (enófilo
es un vocablo que se aplica a las personas que gustan de acompañar sus comidas
con esta bebida de milenarios orígenes,
así como también para quienes desean
conocer los múltiples aspectos inherentes al vino) la forma cómo es posible
disfrutar cabalmente del placer de beber vino, poniendo en juego los sentidos
de la vista, del olfato y del gusto, para que esos mensajes visuales, olfativos
y gustativos --sin olvidarme del sentido
del tacto, ya que mediante los corpúsculos táctiles localizados en la lengua es
posible apreciar el cuerpo de un vino determinado-- nos proporcionan un reporte sensorial
bastante completo de las características de un vino degustado.
Es
conveniente mencionar ahora que para muchas personas, adentradas en el fascinante mundo del vino,
las palabras degustación y cata son sinónimas, y tienen el significado de
apreciar, cualitativa y cuantitativamente hablando, las características
organolépticas de un vino en particular, o de una bebida etílica en general. Para
otros, quizá más puristas en el manejo del lenguaje, degustar es un vocablo que
denota el hecho –hedonístico las más de
las veces—de saborear un vino, sin la intención precisa de evaluar sus cualidades y/o defectos, ya que la
ingestión de ese néctar etílico es simplemente un motivo de deleite palatal,
que no se halla ligado a un
estricto análisis sensorial de la bebida
ingerida.
Por
otro lado, quiero señalar que la palabra CATA tiene antecedentes muy remotos en
el idioma castellano, puesto que se deriva de un vocablo latino, captare, que
puede ser traducido como “tratar de tomar”. En la lengua española, hablada hace varias centurias, catar significaba mirar, en su acepción de
observar con atención. De allí el término “catalejos”, dado a un anteojo de larga
vista (el antecedente de un telescopio,
palabra ésta derivada de dos raíces griegas que se refieren a un aparato que
permite la visión lejana). Hoy en día catar es un verbo que hace referencia al
hecho de probar, atenta y cuidadosamente, una bebida o un alimento, para
examinar su sabor. Pero cabe la aclaración que cuando se cata, o se degusta,
una bebida o un alimento no se pretende analizar únicamente su sabor. De la
misma manera es importante evaluar su aroma
(las impresiones odoríferas que transmite al observador), y por ello se
dice –tratándose de algún producto
alimenticio o de un líquido ingerible—
que lo que transmite buen olor, tiene, en términos generales, buen
sabor. Ampliando este comentario, formulando una aseveración en sentido opuesto, suele decirse que si un producto comestible o
bebestible tiene mal olor, lo más probable es que al ser ingerido provoque
sensaciones desagradables al paladar.
Por
lo que concierne al vino, motivo primordial de este comentario enológico,
considero conveniente transcribir algunos párrafos del libro Cómo degustar los vinos (escrito por el
enólogo italiano Renato Ratti, y publicado en una traducción a nuestro idioma
en España, en 1994, por Ediciones Mundi-Prensa). Acerca de la degustación ese
autor señala lo siguiente: “La cata de un vino se lleva a cabo a través de la
vista, el olfato, el gusto y el tacto; cada evaluación general es
irremplazable, para dar un juicio global, que desde la evaluación cualitativa
permite obtener implicaciones técnicas. Hablando de la degustación se puede,
también, comentar el concepto de “calidad”. Aunque la definición de este
concepto difícilmente se puede expresar de manera unívoca, es evidente que este
concepto fundamental para el vino es el conjunto de las características que lo
hacen aceptable, agradable o apetecible. Además, el término “calidad” en el
lenguaje técnico enológico, siempre se refiere a características buenas u
óptimas del vino”. En otro capítulo Renato Ratti afirma que “el arte de la cata
no es para unos pocos. A excepción de personas que tienen enfermedades que
afectan alguno de los sentidos, todo el mundo puede catar un vino, siempre que
quiera aprender las técnicas básicas y posea los conocimientos fundamentales
sobre la bebida que tiene que examinar”.
Para
la cata “ciega número 241 del Grupo Enológico Mexicano, correspondiente al mes
de abril de 2014 ----la cual se llevó a cabo el jueves 24 de ese mes,
en el domicilio de Juan Ignacio Torreblanca, Miembro de Número de esa
agrupación de enófilos---, fueron seleccionados nueve
vinos, los cuales fueron aportados por los catadores participantes en
esta evaluación sensorial. Por su procedencia geográfica tres fueron de Chile, dos de España, dos de
Francia, uno de México y uno de Georgia.
La Mesa de Catadores estuvo
integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Cristina
Gaitán, Joaquín López Negrete, Philippe Seguin, Dario Negrelos, Rafael
Fernández Flores, Juan Ignacio Torreblanca, Carlos Ruíz González, Juan Carlos Chávez y Miguel Guzmán Peredo.
En estas degustaciones analíticas,
en las cuales los catadores ignoran la marca y la procedencia de los vinos que
van a degustar (pues únicamente tienen
conocimiento del que cada uno de ellos aportó para la cata), motivo por el cual
reciben el nombre de “ciegas”, los enófilos que participan en esas
degustaciones sensoriales califican las características visuales, olfativas y
gustativas de cada uno de los vinos, escribiendo junto con la puntuación
otorgada en cada uno de estos tres renglones, sus comentarios respecto al
color, al aroma o bouquet y al sabor de cada uno de los vinos sometidos al
examen organoléptico de los miembros de la Mesa de Catadores que en esa ocasión
participaron en dicha degustación. Una vez que los jueces analizaron esas
características sensoriales, y que se tiene inmediato conocimiento de
cuál fue la calificación alcanzada por cada vino (momento éste en el que son
descubiertas las botellas y se conoce de qué vino se trata en cada caso), cada
catador formula en voz alta sus propios comentarios, con la finalidad de
escuchar las opiniones de los restantes catadores, enriqueciéndose, de esta
manera, el imparcial juicio emitido por cada uno de esos enófilos.
Los resultados fueron los
siguientes:
1.- “E” Emeve Cabernet Sauvignon, cosecha 2011. 13.5% Alc. Vol.
Coupage de 60% Cabernet Sauvignon, 25% Merlot y 15% Cabernet Franc. Crianza de
11 meses en barrica nueva de roble francés. Vitivinícola Emeve, S.A. de C.V.
Valle de Guadalupe, Ensenada, Baja California. México. Calificación: 86.50 puntos. Precio: $610.00 (APORTADO POR DARIO NEGRELOS)
2.-
Viu Manent Merlot Reserva, cosecha 2005. 14.5% Alc. Vol. Varietal Merlot 100%. Crianza durante catorce meses en barrica de roble francés. Viña
Viu Manent, Valle de Colchagua, Chíle. Calificación:
86.30 puntos. Precio: $ 199.00 (APORTACION DE JOAQUIN LOPEZ NEGRETE)
3.- Dos Caminos. Selección del Directorio.
Cosecha 2009. 14.0% Alc. Vol. Varietal 100% Cabernet Sauvignon. Crianza de 18
meses en barrica nueva de roble francés. Denominación de Origen Valle de Cachapoal, Rengo. Bodega Dos Caminos, Valle de
Cachapoal, Rengo, Chile. Calificación: 86.10
puntos. Precio: $ 925.00 (APORTACION DE PATRICIA AMTMANN
4.- Viña Tarapacá Gran Reserva, cosecha
2006. 14.5% Alc.Vol. Coupage de 88% Cabernet Sauvignon; 6% Merlot y 6% Syrah. Crianza durante 12 meses en barricas
de roble francés y estadounidense. Denominación de Origen Isla de Maipo. Viñedo
Tarapacá Ex Zavala. Isla de Maipo, Chile. Calificación: 84.60 puntos. Precio: $ 228.00 (APORTACION DE CARLOS RUIZ GONZALEZ)
5.- Chateau Marko Saperavi, cosecha 2010. 14.0% Alc.Vol.
Varietal 100% Saperavi. Winery Khareba. Kakheti, Georgia. Calificación: 83.80
puntos. Precio: $ 460.00 (APORTACION DE JUAN IGNACIO TORREBLANCA)
6.- Grand Vin du Rhone, cosecha 2009. 14.0% Alc.
Vol. Mezcla bordalesa. Appellation
Cotes-du-Rhone Controlée. Maison Sichel.
Bordeaux, Francia. Calificación:
82.70 puntos. Precio: $ 210.00: (APORTACION DE PHILIPPE SEGUIN).
7.- Cono Sur, Edición Limitada 20 Barricas, cosecha 2004. Varietal 100% Pinot Noir. 14.2% Alc. Vol. Crianza de 18 meses en
barrica francesa y dos meses en tanque de acero inoxidable. Denominación de
Origen Valle de Casablanca. Viña Cono Sur. Valle de Casablanca, Chile.
Calificación: 81.80 puntos. Precio: $ 512.00 (en 2010) (APORTADO
POR MIGUEL GUZMAN PEREDO)
8.-
Marqués de Cáceres Crianza, cosecha: 2009. 13.0% Alc. Vol. Coupage de 85% Tempranillo
y 15% Garnacha y Mazuelo. Crianza durante doce meses en barrica de roble americano 50%
nuevo y 50% semi nuevo. Denominación de
Origen Calificada Rioja. Bodega Marqués
de Cáceres. Cenicero, La Rioja, España. Calificación: 80.10 puntos.
Precio: $ 200.00 (APORTACION DE JUAN CARLOS CHAVEZ)
9.- Sichel Bordeaux Rouge, cosecha
2005. 12.5% Alc. Vol. Appellation Bordeaux Controlée. Maison Sichel.
Bordeaux,
Francia. Calificación: 79.90 puntos. Precio: $ 250.00 (APORTACION DE
RAFAEL FERNANDEZ FLORES)
Los
catadores allí reunidos eligieron “mejor etiqueta” la del vino E” Emeve Cabernet Sauvignon,
cosecha 2011, y “mejor botella” la
del vino Viña Tarapacá Gran Reserva, cosecha
2006
.
Al
finalizar esta evaluación sensorial los asistentes saborearon deliciosos
canapés, preparados por Juan Ignacio Torreblanca, que acompañamos con cuatro
botellas de vino: dos de Chateau
Marko Saperavi, cosecha 2010, obsequiados por el anfitrión de esta cata, y
dos de Cabernet Sauvignon Reserva Limitada de L.A. Certto, cosecha 2004, obsequiados por Miguel Guzmán Peredo.
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