UNA CHARLA CON MAYO ANTONIO SÀNCHEZ
Arquitecto por
profesión, arqueólogo por vocación y gastrónomo por devoción a uno de los
placeres efímeros más perdurables que existen: la buena mesa, fue Mayo Antonio
Sánchez un hombre entregado a los libros y al periodismo
Autor de un
precioso librito --lo califico con ese
diminutivo por su pequeño formato, pero
grande por su magnífico contenido--- que
lleva por título Cocina Mexicana, incursionó
también en el difícil campo de la traducción literaria (su versión al
castellano del libro En busca de los mayas,
de Víctor Von Hagen, es buena muestra de su capacidad traductiva). Por muchos años fue el editor de una estupenda
publicación cultural para los profesionales de la medicina. RM es el mejor testimonio de su oficio
periodístico, que ejerció con dignidad y cabal entrega.
Fue en esos años
cuando hice amistad con Mayo Antonio Sánchez, quien en esa prestigiada revista publicó entonces
numerosos reportajes escritos por mí. Desaparecido prematuramente, lo recuerdo en
forma muy grata por sus elevadas prendas morales y humanísticas, a más de que
fue todo un gourmet y gran conocedor del vino, al cual llamó atinadamente “el
gran señor de la mesa”.
Hace algunos
meses estuve en Roatán, alojado en el hermoso hotel Anthony’s Key Resort (cuyas
habitaciones son en realidad unas cómodas cabañas, verdaderos palafitos ubicados en las tranquilas aguas
costeras de la Sandy Bay). Cabe decir que Roatán es una de las idílicas islas
que conforman el archipiélago denominado las Islas de la Bahía, sujetas a la soberanía de Honduras, a donde
había ido yo a bucear en las cristalinas aguas del Mar Caribe.
Después de una grata
estancia de una semana dedicado a la inmersión submarina, recorrí la tierra firme de Honduras, y una tarde
pernocté en la pequeña población de Copan Ruinas, para iniciar al día siguiente, muy temprano por la mañana, la visita
a la zona arqueológica de Copán, ya que se
encuentra muy próxima al pueblo mencionado. Si la memoria no me es infiel fue Sylvanus G. Morley ---uno de los mayólogos
más renombrados que han existido--- quien
llamó a este imponente centro ceremonial maya “La Alejandría del Nuevo Mundo”.
Al llegar al sitio donde están las
maravillosas estelas que engalanan esa acrópolis prehispánica vi a mi dilecto
amigo Mayo Antonio Sánchez, quien, casi en éxtasis, admiraba la sorprendente
grandiosidad de tan espectacular zona arqueológica. Habiendo podido conversar con él acerca de
diversos tópicos (entre otros los temas relacionados con la arqueología maya,
que tanto a él como a mí nos parecen en extremo fascinantes), quise yo que nuestra charla girase en torno a
la cocina de México, pues se trata de un deleitable asunto que a ambos nos
agrada sobremanera.
---Dime, Mayo
Antonio, ¿Cuál fue, para tí, la máxima
aportación de México a la alimentación del mundo?
---El maíz, este
grano, junto con el mejor y más variado de los condimentos, el chile, ha sido
parte de la alimentación del mexicano desde tiempos inmemoriales. El mayor número de usos alimenticios del maíz
tiene su origen en la época precortesiana.
La indispensable tortilla, con todas sus variantes, el atole, los
tamales, el pinole, la mazorca hervida o tostada y los granos tiernos, todo era
común en el plato de nuestros antepasados.
---Y del chile,
¿Qué puedes decirme?
---El chile,
compañero inseparable de la tortilla, aparece formando parte de un gran número
de platillos fuertes de la cocina mexicana, ya en moles, adobos, chilpacholes,
chileajos y chimoles; mezclado con carnes y otras verduras, ya en forma de
apetitosas salsas de uso ocasional, o bien encurtidos en variedad
infinita. Se le toma crudo, cocido, en
polvo, frito o tostado. Acompaña a las rebanadas de frutas frescas y se combina
con el pulque, en el curado “pico de gallo” y, finalmente, aparece como objeto
principal en la majestuosidad de los chiles rellenos o de los chiles en nogada.
---Los aztecas
solían tener en su Olimpo numerosas deidades, a las que honraban en festejos en
extremo lucidos. ¿Cuál de esos númenes
tutelares estaba relacionado con la gastronomía?
---Una de las
principales fiestas era la celebrada en honor de la diosa Centocíhuatl, deidad
del maíz, y su gemela Xilonen, diosa del maíz tierno (del nombre de esa
divinidad proviene la palabra jilote, que es el maíz tierno, agrego yo). Durante ella, los señores obsequiaban al
pueblo con tamales y bebidas. Tal fiesta
todavía se celebra, aun cuando ha cambiado al paso de los siglos y bajo la
influencia del cristianismo. En la
actualidad se le conoce como Guelaguetza o Lunes del Cerro. Su principal ceremonia exige la exhibición de
los manjares y productos alimenticios de las diversas zonas del estado de
Oaxaca.
---¿Quisieras
hablarme de las salsas, tan utilizadas tanto por los pueblos prehispánicos como
en nuestros días?
---Las salsas más
comunes en la mesa mexicana son las que tienen como base el chile serrano y el
jitomate. Son tres las clases
fundamentales: salsas picadas, salsas molidas y salsas fritas. Hay otras que requieren más ingredientes en
su preparación, cuyo uso no es tan común, pero que merecen aparecer en
ocasiones especiales. Esas salsas llevan
los nombres de Chimole, Michichitextli, salsa negra, salsa borracha y salsa de
chile cascabel.
---Es casi un
lugar común afirmar que el mexicano es muy antojadizo, gastronómicamente hablando. Su afición al “taco de las once” y a los
demás piscolabis le ha granjeado merecida fama de tragón. Me gustaría que me dijeras tu opinión al
respecto.
---El mexicano
gusta de comer no sólo en la mesa con el ceremonial habitual, sino en todas partes. Mucho se ha hablado de los hábitos
alimenticios del mexicano para explicar por qué México es uno de los países del
mundo donde se vende mayor cantidad de comida en las calles, bajo la forma de
antojitos, tacos, tortas y quién sabe cuántas cosas más. Se ha dicho que el mexicano sufre de gran
desequilibrio en su alimentación, y que por ello la complementa en la
calle. La verdad es que el mexicano
tiene ubicado el sentimiento en el estómago y
todas la emociones le producen un efecto reflejo de hambre.
---Otra de las
características de nuestros compatriotas es la de estar notoriamente
influenciados por ideas preconcebidas acerca de lo que se come y de lo que se
bebe. ¿Qué piensas de esto?
---Tan ligado
está el alimento a las emociones del mexicano, que existe una gama amplísima de
supersticiones populares acerca de qué alimentos son buenos o malos en compañía
de las emociones más diversas. El huevo,
el aguacate y el chocolate son malos para los disgustos, para la “muina”, y el azúcar es bueno para los sustos y las impresiones.
Pensaba yo
continuar charlando con Mayo Antonio Sánchez acerca de la cocina mexicana,
cuando su corporal figura se desvaneció repentinamente de mi vista, y pareció
fundirse con una de esas maravillosas esculturas que representan a graves
personajes mayas, por su atuendo y sus rasgos faciales tan semejantes a los
mandarines chinos, similitud que aún no ha podido ser satisfactoriamente
explicada por los arqueólogos dedicados al estudio de esta portentosa civilización mesoamericana, a
cuyos integrantes algún investigador
llamo “los griegos del Nuevo Mundo”..
No hay comentarios:
Publicar un comentario