El mejor banquete del mundo no merece la pena
de ser degustado, a menos de
que se tenga a
alguien con quien compartirlo”.
GROUCHO MARX
JULIUS HENRY MARX
(1890-1977)
Desde hace muchos años es común observar, principalmente en
la ciudad de México, que abren y cierran restaurantes ---especialmente aquellos
de aspecto elegante--- con singular
regularidad. Es frecuente advertir que, en distintas zonas de la capital
mexicana, son inaugurados, en medio de gran boato, establecimientos de
restauración que fincan su funcionamiento no en las galas de su cocina sino en
cierto lujo en las instalaciones. Y qué decir de aquellos que presumen de una
decoración minimalista, en los cuales el comensal advierte, desilusionado, que
lo único minimalista son los platillos, presentados en raciones dignas de ser
acompañadas de un microscopio. Pero, eso sí, los precios no tienen nada de
mínimos, sino que son muy altos en relación con la calidad, el sabor y las
raciones presentadas al cliente.
Tomando en consideración lo señalado en el párrafo anterior
es que adquiere mayor importancia lo que a continuación voy a mencionar. Hace casi
veinticinco años ---¡cómo pasa el
tiempo, tan velozmente!--- escribí una nota periodística, refiriéndome a un
excelente establecimiento de restauración, en la cual, entre varios otros
comentarios, expresé lo siguiente: ”Para
mi gusto, el restaurante “Nicos”, -sito
en la avenida Cuitláhuac 3102, a un par de calles de la glorieta de Camarones, es el que mejor calificación alcanza en la
Delegación de Azcapotzalco. De lunes a sábado es el agradable sitio donde una
numerosa y repetitiva clientela se da cita para degustar los exquisitos guisos
que Raymundo Vázquez Estévez confecciona, para el cotidiano deleite palatal de los comensales.
“Con cierta regularidad suelo comer en ese lugar, ya que
allí se conjugan varios factores sumamente positivos, que a continuación
enlisto: la atmósfera que se respira en ese feudo gastronómico es estupenda.
Los precios son bastante razonables. El personal de servicio posee la requerida experiencia para brindar
un trato cálido, expedito, y eficiente. Y acerca de la calidad de la
cocina de “Nicos” debo enfatizar que su carta incluye diversos platillos, que
al ser llevados a la mesa del cliente permiten advertir que su
presentación es sumamente atractiva ---no se trata de raciones microscópicas,
como en ocasiones ocurre en otros restaurantes de mayor prosapia---, y que su exquisito sabor permite confirmar
la plausible categoría de tan
recomendable salón comedor, que substituye el lujo en sus instalaciones por la
excelencia en su cocina ””.
Los párrafos anteriores tienen plena vigencia hoy en día, cinco
lustros después, ya que el tiempo transcurrido ha cimentado el indudable
prestigio coquinario del “Nicos” en esa populosa zona del Distrito Federal, en
la cual, juzgada a priori, se podría suponer
que no existe un restaurante de esta clase, el cual esta semana está festejando los cincuenta y
cinco años de ininterrumpido funcionamiento. En efecto, el día 5 de Junio del
año 1957 abrió sus puertas “Nicos”, y desde entonces se ha caracterizado por
presentar lo más delicioso y tradicional
de la cocina mexicana. Raymundo Vázquez y su esposa María Elena Lugo han sido
incansables promotores de la buena mesa en Azcapotzalco, y su tenacidad,
esfuerzo sostenido y gran perseverancia, entre varias otras acciones dignas de
encomio, por hacer de su salón comedor un lugar donde la cocina mexicana, de
gran calidad y exquisito sazón, ha
adquirido, al paso de cincuenta y cinco años, un nivel de extraordinaria
categoría.
Otro gran mérito de Raymundo Vázquez Estévez fue haber
iniciado, en el año 1967 (cuando casi nadie, en la capital mexicana, se
preocupaba por promover una verdadera cultura gastronómica y enológica,
sustentada en el placer que está dado por el hecho de acompañar las comidas con
vino), los festivales ---que aún tienen lugar--- denominados “Agosto: el mes del vino, en
“Nicos”, en los cuales los comensales obtenían considerables descuentos al
ordenar los mejores vinos del mercado nacional. Para dar una muestra del
impacto de esas promociones enológicas diré que en 1985 este restaurante
desplazaba mensualmente de noventa a cien cajas de vino (mil doscientas
botellas), y durante ese mes de agosto las ventas sumaban más de ciento treinta
cajas, lo que equivale a poco más de mil
quinientas botellas. Muy pocos establecimientos de restauración podrían, en
esos días, hace casi veintisiete años, equipararse, en este sentido, al restaurante “Nicos”.
A más de lo anterior, es conveniente mencionar que ahora que
Gerardo Vázquez Lugo se ha hecho cargo de la cocina y de la dirección de este
feudo culinario ---desde hace casi
quince años---, se han multiplicado las ya de por sí nutridas presentaciones
que, por años, han caracterizado al
“Nicos”, como las muestras de cocina de Cuaresma, de “Muertos”, y varias otras
igualmente exitosas, a más de que este chef ha cimentado la bien ganada
categoría de que “Nicos” es un
restaurante donde la cocina mexicana tradicional está muy bien representada.
Hace unos días disfruté allí de una deliciosa comida,
durante la Semana del Aniversario (los festejos para celebrar cincuenta y cinco
años de exitoso funcionamiento se extendieron del lunes 4 al sábado 9 de
junio). Durante estos seis días, a la hora de la comida, se contó con la presencia del Grupo Colibrí ---un magnífico conjunto musical---, que
tornó más grato el ambiente.
Mención especial quiero hacer del hecho de que la carta de
vinos incluye una selección de excelentes vinos nacionales (me comentó Ray
Vázquez que si los platillos son principalmente de la gastronomía mexicana, es
atinado que únicamente haya una amplia gama de los vinos elaborados en las
principales regiones vitivinícolas de nuestro país), y me llevé la sorpresa de
que haya una carta de destilados
---mezcales, sobre todo, de Sonora, Chihuahua, Durango, Zacatecas, San
Luis Potosí, Tamaulipas, Guerrero, Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Oaxaca.
Suman 41 los mezcales de esta carta especial, que muy pocos restaurantes de la
ciudad de México pueden igualar.
Para concluir diré que el 5 de Junio de 2004
el Grupo Enológico Mexicano hizo entrega a Raymundo Vázquez Lugo de la presea
Racimo de Oro, con la cual dicha agrupación de enófilos reconoció su constante tarea en pro
de los vinos elaborados en nuestro país.
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