domingo, 18 de octubre de 2015

LA GASTRONOMIA Y LOS VINOS DE CUBA




La comida es la parte material de la alimentación, 
pero el vino es la parte espiritual de nuestro alimento,.

ALEXANDRE DUMAS (1802-1870)


En estos días una de las noticias más sobresalientes es aquella que se relaciona con el restablecimiento de las relaciones dipomáticas entre Estados Unidos de América y Cuba, truncas desde hace por lo menos cinco décadas. Actualmente existe un gran movimiento, en diferentes esferas del vecino país del norte, para incrementar las relaciones sociales, culturales y políticas entre ambos países, y con ello lograr  la cabal normalización de los vínculos que han existido entre ambos pueblos, A raíz de la visita a Cuba, mencionada en este texto, publqué en otro medio periodístico, en el año 2007, el artículo que ahora aparece  en mi blog El Legado de Dionisios, por la vigencia que tiene hoy en día el tema referente a Cuba. 

El 3 de Agosto de 1492 zarpó Cristóbal Colón del puerto de Palos de la Frontera en su primer viaje hacia las Indias. En la nao Santa María y en las carabelas  La Pinta y La Niña iban noventa marinos, ilusionados por llegar al Oriente viajando hacia el occidente y encontrar las fabulosas riquezas que, les había asegurado su visionario capitán, allá les aguardaban. Tras de setenta días de navegación, el 12 de Octubre de ese año,  arribaron a una isla caribeña quizá llamada Guanahani (la isla de las iguanas), a la cual Colón ---el osado navegante a quien yo he nombrado “El almirante de las cien patrias”, pues muchísimas ciudades se disputan el privilegio de que en alguna de ellas vino al mundo--- bautizó como San Salvador.

Allí tuvo noticias Cristóbal Colón, de parte de los aborígenes de Guanahani, de otras tierras llamadas Cuba ---nombre de la mayor de las islas del Mar de las Antillas---,   y habiendo reanudado su periplo náutico antes de siete días desembarcó en esa isla y la nombró Juana en homenaje al príncipe Juan, heredero de las coronas de Castilla y Aragón. Los habitantes de esas tierras hablaban la lengua taína, y se alimentaban de maíz y yuca (1), así como de boniato (también llamado batata o camote), y de peces, aves acuáticas, iguanas y cocodrilos, que cazaban en las zonas costeras, fluviales  o lacustres. Estas carnes eran asadas  en una especie de  parrilla, que algunos llamaron “bucanas”, de donde se originó el nombre de bucanero, sinónimo de filibustero, pirata y corsario.

Los españoles introdujeron en Cuba diversos animales domésticos y cultivos como la caña de azúcar, arroz, diversas leguminosas, hortalizas y tubérculos, y más tarde café, cacao y papa. Al paso de los años,  y en virtud del  despiadado trato y sanguinaria violencia de los colonizadores hispanos,  disminuyó considerablemente el número de habitantes, extinguiéndose prácticamente la población nativa de Cuba.  Algún tiempo después fue necesario introducir esclavos, traídos de África por los traficantes, para que cultivasen los campos y fuesen la mano de obra barata que requerían los nuevos dueños de la isla de Cuba.

Como resultado de esta mezcla racial, de tres influencias culinarias  diferentes: la autóctona, la española y la africana, la cocina de Cuba es fiel reflejo de esas diferentes formas de preparar los alimentos, ahora fundidas armoniosamente en una sápida manifestación coquinaria llamada “cocina criolla”. Entre varios otros guisos, de aparente rusticidad, figuran los siguientes: el ajiaco a la criolla (que consiste en una sopa de carne de cerdo, frutas y verduras, ajo, cebolla, pimiento verde, calabaza, plátano verde, yuca, boniato y papas), el arroz moro, también llamado moros y cristianos (un platillo  a base de arroz blanco y frijoles negros, tradicional en la cocina de Cuba), el congrí oriental (es la versión anterior, pero con  arroz blanco y frijoles colorados, guisados juntos), y  la ropa vieja  (un guiso de carne deshebrada).

En un cuarto viaje a Cuba, la bella isla llamada “La Perla de las Antillas”, (después de haber efectuado tres recorridos diferentes, en los años 1981, 1982 y 1983, en los cuales el motivo principal de esos recorridos estaba dado por visitar los principales lugares para la inmersión subacuática), participé a mediados de 2007 en el Congreso Mundial de Periodistas, que  tuvo lugar en Varadero, una bella región de Cuba. En esta ocasión disfruté de las ---en ese momento--- restauradas galas urbanísticas de la parte céntrica de La Habana, denominada La Habana Vieja, que fue declarada por la UNESCO, en 1982, “Patrimonio de la Humanidad”. Más tarde, siguiendo el consejo de Ernest  Hemingway bebí un exquisito “Mojito” (un típico trago largo preparado con ron blanco, agua de soda, jugo de limón, azúcar y una ramita de hierbabuena con el tallo machacado)  en “La Bodeguita del Medio”, y un refrescante Daiquirí (un coctel hecho con ron blanco, unas gotas de marrasquino, jugo de limón y hielo frappé) en el popular bar “Floridita”.

De la misma manera, degusté algunas especialidades de la cocina cubana en el restaurante habanero “El Aljibe”, donde quedé sorprendido de ver que la carta de vinos  (que antaño, hacía cuatro lustros ---según había observado---  únicamente enlistaba vinos de Bulgaria, Rumania, Hungría y Rusia, países satélites de la entonces Unión Soviética)   mostraba la existencia de vinos de diferentes países, como Italia y  España, a más de otros elaborados en Cuba. Ese fue mi primer contacto con la enología cubana, ya que ordené una botella de vino tinto de la variedad Tempranillo de la marca “San Cristóbal”, el cual me pareció sumamente agradable al paladar. Al preguntarle al mesero que me atendía la procedencia de esos vinos (cuatro o cinco monovarietales diferentes: Merlot,  Cabernet Sauvignon y otros que no recuerdo en este momento) me comentó que llevaban vino español e italiano a Cuba, y que allí era embotellado. Cabe agregar que en la carta de vinos de “El Aljibe” figuraban cinco vinos de la marca L. A. Cetto, de México (cuyo costo es de veinticinco dólares por botella) y una media docena de marcas de vinos de España. Yo pagué por esa botella de vino “San Cristóbal”, de Cuba, diez dólares, y me pareció que la armonización entre platillos y vino era muy satisfactoria.

Días después, advertido de la existencia de estos vinos cubanos, ordenaba  ---cuando ello era posible---  vino para acompañar los guisos de la cocina criolla de Cuba, y puedo decir que me parecieron fáciles de beber, ligeros de cuerpo y, en dos palabras, bastante agradables.

Al regresar a México, después de una gratísima estancia de cinco días en Varadero, la principal zona turística de playa en Cuba (donde también degusté las especialidades de la cocina criolla, en el restaurante “Esquina Cuba”),  busqué en internet información acerca de estos vinos. Encontré primeramente la noticia publicada en  el periódico “Diario de León”, de España, el 1º de Enero de 2001, referente a que Cuba se había convertido en el año 2000 en el primer importador de los vinos de la Denominación de Origen El Bierzo, ya que había comprado cerca de dieciséis mil botellas de vino tinto.

Igualmente leí que del 5 al 7 de Junio de 2002 había tenido lugar en La Habana, en el Palacio de las Convenciones, una exposición internacional del vino: Expovid 2002. Durante esos tres días fueron presentadas diversas conferencias, videos y ponencias magistrales, al tiempo mismo que en un espacio de casi novecientos metros cuadrados habían estado instalados diversas áreas de degustación de vinos. En esta exposición internacional figuró notoriamente el Club de Sommeliers de Cuba.

Otra fuente de información acerca de este asunto me permitió conocer que la empresa Vinos Fantinel, ubicada en la población de San Cristóbal (a una distancia de cincuenta kilómetros de La Habana),  había incrementado su producción de trescientas mil botellas en 1998 a casi ochocientas mil en el año 2000, y que esperaban una afluencia superior a los dos millones de visitantes en el año 200l. De acuerdo a esa información cibernética esta empresa ha sembrado uvas procedentes de Italia, que han probado ser resistentes a la humedad ambiental.

La noticia más amplia acerca de los vinos de Cuba la encontré en otra página de internet, de España, fechada el 12 de Junio de 2002, cuyo título es “Una empresa mixta cubano-española apuesta por producir vinos en Cuba”, de la cual transcribo algunos párrafos:
 “”Una empresa cubano-española ha puesto en marcha un proyecto para producir vino en Cuba a mediana escala, y con ese fin fomenta en la isla sus propios viñedos con más de veinte variedades de uvas, y construye una moderna planta industrial.“” En ese empeño participan Cítricos del Caribe, una empresa del Ministerio de Agricultura de Cuba, y la distribuidora española de vinos Palacio de Arganza, recién asociadas en la empresa mixta Bodegas del Caribe, de acuerdo a un artículo de la última edición del semanario “Granma Semanal”.“La planta industrial con tecnología de punta se construye con una inversión de unos dos punto cinco millones de dólares en la localidad habanera de Ceiba del Agua, situada a treinta kilómetros de La Habana. Según el gerente económico del proyecto, Efraín Domínguez, “al iniciarse el trabajo en esta moderna planta, junto con el procesamiento de las uvas cubanas se importará mosto español para aprovechar la capacidad instalada, en la primera etapa”.

”Es la primera vez que un proyecto de este tipo abarca tanto el proceso de producción como la distribución y exportación, a cargo de la misma empresa, subraya la fuente.“”Plantaciones de uvas como la Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Moscatel, entre otras,  pasan la etapa de pruebas, y han dado ya sus primeras cosechas, que para el gerente español de Bodegas del Caribe, Armando Ferrer, han satisfecho las expectativas de los empresarios españoles.“”Los lugares elegidos para plantar los viñedos están en Wajay, en la zona noroccidental de la ciudad de La Habana, en la localidad sureña de Batabanó y en la región montañosa del Escambray, en el centro de la isla, zonas que, según los especialistas, reúnen las condiciones climáticas necesarias”.

Hasta aquí la transcripción a esa fuente informativa. Y quiero agregar que la latitud geográfica de esas áreas cubanas de viñedos son prácticamente las mismas que la de Zacatecas  (Querétaro,  Aguascalientes y San Luis Potosí, igualmente regiones donde se produce vino, se encuentran en esa misma franja de latitud, un poco al Sur de la correspondiente a Zacatecas) en nuestro país. Se encuentran ubicadas entre los veinte y los veintidós grados de latitud Norte.

Quizá no esté lejano el día en que en el comercio capitalino estén presentes diversos vinos blancos y tintos elaborados en Cuba. Hace ya varios años  --quizá unos diez—  degusté aquí vinos producidos en China. Y si consideramos que a México ya llegaron hace tiempo aquellos vinos del Lejano Oriente, no existe ningún impedimento para que el día de mañana, más pronto que tarde, podamos probar esos caldos vínicos cubanos y juzgar su calidad y sabor.

 (1)  Yuca es el nombre de un género de arbustos y árboles de hoja perenne  ---de la familia de las liliáceas---   del cual hay una treintena de especies nativas de América del Norte y de las Antillas. Se conocen, en general, con el nombre de Yuca.  Sin embargo, en algunos lugares de América del Sur se denomina con este nombre a la Mandioca, planta del género manihot, de la familia de las euforbiáceas. La Casaba es llamada, también Manioc, Mandioc y Yuca. Se trata de una planta tuberosa de la familia de las euforbiáceas, con cuya harina se elabora pan, almidón e inclusive bebidas alcohólicas.


martes, 16 de junio de 2015

EL RESTAURANTE "NICOS" CUMPLIÓ 58 AÑOS





Podemos vivir sin poesía, música y arte.
Podemos vivir de manera inconsciente,
dañando los corazones de quienes nos
rodean. Podemos vivir sin amigos y
sin libros. Pero un hombre civilizado
no puede vivir sin cocineros.

ROBERT BULWER-LYTTON  
(OWEN MEREDITH 1831—1891)






Me permito suponer que mi dilecto amigo de tantos años,  Raymundo Vázquez Estévez, fundador del restaurante “Nicos”, al celebrar en estos días el quincuagésimo octavo aniversario de ese prestigiado establecimiento de restauración, hace suyas las palabras de William Blake  (poeta, pintor y grabador ingles ---1757-1827---), quien aseveró: “Todo aquello que hoy es una hermosa realidad, antes no era más que parte de un sueño imposible”.  Y es que, en verdad, se trata de un acontecimiento digno de ser conmemorado en forma brillante, pues el hecho de que un restaurante de la ciudad de México llegue a los 58 años de ininterrumpido funcionamiento,  y además fructífera y exitosa  existencia, es en extremo meritorio, pues ello habla claramente del amplio reconocimiento que merece de parte de los comensales que lo frecuentan cotidianamente. 

Desde hace quizá cuatro décadas tengo el honor de conocer a Ray Vázquez y a María Elena Lugo Zermeño, su esposa, quien ha sido un pilar fundamental para que “Nicos” sea ---desde hace muchos  años---  un establecimiento que, por méritos propios, ha consolidado fama y prestigio en el mundillo de la gastronomía capitalina. Desde aquellos lejanos años, hace casi cuarenta, comencé a frecuentar “Nicos”, cuando Ray Vázquez tuvo a bien fundar un grupo de enófilos al cual dio el nombre de “Grupo de la Uva”, haciendo referencia al fruto que da origen a la dionisíaca bebida que es el vino.  (Las malas lenguas,  que nunca faltan,  aseguran que la palabra Uva es, en este caso,  el acrónimo de la poco elegante frase “Unión de Viejos Argüenderos”). El grupo que allí se daba gozosa cita, una vez al mes,  disfrutaba,  en una deleitable “prueba de platillos”,  acompañada de magníficos vinos, de los manjares que Ray Vázquez iba incorporando periódicamente al menú de su restaurante.

El día 5 de junio de 1957 abrió sus puertas “Nicos”  (que, como es sabido, está ubicado en el número 3102 de la Avenida Cuitláhuac,  esquina con Avenida Clavería, en la Delegación Azcapotzalco), y desde entonces se ha caracterizado por presentar los guisos más deliciosos de la cocina mexicana. Raymundo Vázquez y su esposa, María Elena Lugo Zermeño,  han sido, desde que inauguraron su feudo gastronómico, incansables promotores de los platillos que dan forma a la alta cocina nacional, ya que se han preocupado por presentar a su nutrida y repetitiva clientela infinidad de muestras gastronómicas, las cuales han tenido la finalidad de mostrar aquellos platillos que han dado merecida fama a la cocina de México.  Entre muchos otros méritos culinarios que los distinguen, mencionaré que ellos fueron los creadores, en la década de los años ochentas, al lado de una media docena más de entusiastas  restauranteros, de los festivales coquinarios que llevaron el nombre de “Muestra Gastronómica de Azcapotzalco de la Cocina Mexicana”, la cual, en sus sucesivas ediciones anuales,  llegó a reunir a más de dos mil comensales, quienes allí  degustaron numerosas exquisiteces de la cocina nacional.

Otro gran mérito de Raymundo Vázquez fue haber iniciado, en el año 1967 (cuando casi nadie ---en el medio de los restauranteros--- se preocupaba por promover en nuestro país una verdadera cultura enológica, es decir dar a conocer las cualidades del vino como idóneo acompañante de las comidas), los festivales ---que aún tienen lugar--- denominados “Agosto: el mes del vino en “Nicos”, en los cuales los comensales obtenían considerables descuentos al ordenar los mejores vinos de México. Para comprobar el impacto de esas promociones enológicas, diré que en el año 1985 este restaurante desplazaba mensualmente de noventa a cien cajas de vino (mil doscientas botellas), y durante ese mes de agosto las ventas sumaban más de ciento treinta cajas, lo que equivale a poco más de  mil quinientas botellas. Muy pocos establecimientos de restauración podrían, en aquellos días, hace casi treinta años, equipararse, en este sentido,  con el restaurante “Nicos”.

Ahora debo hacer mención que hace aproximadamente dieciocho años que Gerardo Vázquez Lugo, el hijo de los fundadores de este renombrado establecimiento de restauración (quien aprendió, hace veinte años,  los secretos del arte de cocinar al lado de Alicia Gironella de De’Angeli) , se hizo cargo de la cocina y de la dirección de “Nicos”, y con su intervención se han multiplicado las ya de por si numerosas presentaciones que, por años,  han caracterizado a este salón comedor. Se trata de una amplia serie de festividades culinarias, que han permitido que los comensales ---quienes tienen la encomiable costumbre de saborear las suculentas especialidades coquinarias del “Nicos”--- degusten una gran variedad de platillos, algunos en extremo tradicionales y otros fruto de la incesante experimentación de tan prestigiado cocinero. Cabe agregar que, merced a su experiencia y creatividad, ha sido invitado a participar en numerosas presentaciones de la cocina mexicanas en otros países, que ahora enlisto: Japón (seis ocasiones); India (dos ocasiones); China (dos);  Francia (tres; España (tres); Brasil (dos); Colombia (cuatro); Perú (dos).  En Estados Unidos de América y en Canadá, en varias ocasiones, Y finalmente en los siguientes países: Kenia, Portugal, Italia, Suiza, Argentina, Uruguay, Bolivia y Guatemala, una. Tal bagaje y cúmulo de experiencias, adquiridas al paso de los años, constituyen la base de su luenga excelencia culinaria.  

Cabe agregar que en infinidad de ocasiones Gerardo Vázquez Lugo ha sido mencionado, de manera encomiástica, en los medios de comunicación (prensa escrita, radio, televisión y ahora en las redes sociales), en los cuales se ha elogiado su creatividad culinaria. Y para solo mencionar una de tantas elocuentes menciones diré que en el portal Time Out México, del 5 de febrero de 2015 aparece “Nicos” catalogado como “uno de los diez mejores restaurantes de México”.

Hace casi tres lustros escribí un artículo ponderando los méritos de Gerardo Vázquez Lugo al frente de la cocina de este restaurante, y allí asenté lo siguiente:  “Quien esté medianamente enterado de los avatares que sufren muchos restauranteros del Distrito Federal, un espacio capitalino donde un día sí y otro también son inaugurados, por doquier, infinidad de establecimientos de restauración (que a los pocos meses o años son clausurados por sus dueños), podrá calibrar con tino la importancia, hablando en términos culinarios, del “Nicos”, que recientemente cumplió cuarenta y seis años de exitoso funcionamiento”.

Ahora puedo decir que, pasados doce años de ese texto periodístico, el prestigio que nimba al restaurante “Nicos” es mayor que nunca, gracias a la encomiable creatividad culinaria del chef Gerardo Vázquez Lugo, quien ha sabido continuar, y más todavía engrandecer, la tarea gastronómica iniciada por sus padres hace 58 años  (¡qué fácil se dice hace casi sesenta años!) quienes, en su momento, supieron fundar y prestigiar un restaurante, el cual ahora ha incrementado su renombre, gracias a la atinada tarea que desarrolla en la cocina del “Nicos” Gerardo Vázquez Lugo.