martes, 28 de febrero de 2012

LA GASTRONOMIA Y LA CUARESMA




Es indudable que, como señalan diversos estudiosos de la antropología, las diferentes religiones tienen definida influencia sobre las costumbres gastronómicas y los hábitos dietéticos de los seres humanos. Budistas, musulmanes, judíos, hinduistas y cristianos, que dan forma a las cinco principales religiones del orbe, tienen una acentuada carga emocional respecto a los alimentos que les es permitido comer, así como las limitaciones existentes en determinadas épocas del año, en las cuales suelen celebrar festividades piadosas consagradas por sus respectivos santorales. “Toda religión ha creado determinados ritos o prácticas, asientan Lowenber y Wilson, en la obra Los Alimentos y el Hombre, que son importantes para sus miembros...(de allí que) el alimento, que fue una de sus posesiones más preciadas y en ocasiones más escasas del hombre primitivo, ha quedado vinculado a muchos de estos ritos o prácticas religiosas”.

En México, desde el punto de vista de la gastronomía, el año suele estar dividido en varias temporadas, o simplemente, las más de las ocasiones, en días de especial celebración. En estas fechas, o períodos a lo largo de los doce meses, tienen lugar diversas festividades (muchas de ellas de acentuada índole religiosa, que tienen sus orígenes, en numerosos países del orbe, en antiquísimos festejos paganos), que se ponen de manifiesto por una forma especial de gastronomía, que si bien cambia de una región a otra en nuestro país, conserva un carácter muy propio por los guisos que son degustados por la gran mayoría de los mexicanos.

Así tenemos, al comenzar el año, la “Rosca de Reyes”, del día 6 de enero, y luego vienen los tradicionales tamales, de muy diversos estilos, que son degustados el 2 de febrero, en el festejo del día de la Candelaria. Después llega la época de la Cuaresma (antaño un tiempo de recogimiento, de ayuno y abstinencia, en el cual era común que las familias acudiesen, en los días que eran llamados “santos”, a diversas iglesias, en esos actos denominados “la visita de las siete casas”, el oficio litúrgico de las Tinieblas y el sermón de las Siete Palabras), ya sea en marzo o en abril, y en ella era frecuente que los platillos que se guisaban, especialmente los días de vigilia, fuesen a base de pescados o mariscos. Antes de que principie la Cuaresma, esas casi siete semanas que transcurren entre el miércoles llamado de “ceniza” y el domingo denominado de “resurrección”, tiene lugar el Carnaval, la fiesta en la cual el bullicio, la disipación, y el jolgorio alcanzan su mayor expresión. Antaño, y quizá también ello ocurra hogaño, al concluir la Semana Santa, también llamada Semana Mayor --periodo comprendido entre el domingo de “Ramos” y el domingo de Pascua--- la población capitalina disfrutaba de la quema de los “Judas”, el día llamado Sábado de Gloria.

Acerca de las palabras Carnaval y Cuaresma agregaré dos palabras. Cuaresma es, como lo consigna el filólogo Carlos Laguna, una contracción de las palabras latinas quadragesima dies, que significa “día cuadragésimo”. Esta celebración se constituye por un período de cuarenta y seis días, instituida por la iglesia católica en el siglo IV de nuestra era, para conmemorar los cuarenta días que Jesucristo permaneció en el desierto, antes de entrar en Jerusalén.

Por lo que respecta al Carnaval diré que es una palabra cuyo origen no se conoce con certeza. Unos aseguran que el término procede del nombre de los carruajes que simulaban embarcaciones (curlis navalis).Otros afirman que es la traducción de un vocablo de oscura etimología: caro vale, que podría significar “adiós a la carne”, entendiéndose por carne los placeres no de ingerir productos cárnicos, sino los otros deleites, tan agradables o más que los simplemente alimenticios. El filólogo Fernando J. Mendoza menciona lo siguiente: “Evidentemente que la mayoría de los nombres europeos del Carnaval están relacionados con la carne o con las grasas, que los cristianos se privaban de comer durante la Cuaresma. Este nombre aparece en el occidente de Europa entre los siglos XI y XII, y parece probable que carnelevarium y carnelevaria sean voces que procedan del latin carnem levare, o del italiano carne levare, equivalentes a quitar la carne. El originario carnelevare pudo transformarse en carne levale, y luego en el italiano Carnevale. Más tarde surge en francés, español y portugués la palabra Carnaval. En inglés es Carnival, y Karneval en alemán. El término Carnestolendas procede del latín carnes tollendas, que puede traducirse por carnes que son retiradas o son quitadas”.

Hoy me ocuparé de la gastronomía tradicional en el periodo de la cuaresma, y comenzaré diciendo que en ese lapso de cuarenta días, contados a partir del Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo, se acostumbraba, de manera muy rigurosa, el ayuno y la abstinencia, es decir la “vigilia” cuaresmal, que obligaba a los fieles cristianos a no comer ningún tipo de carne que no fuesen pescados o mariscos (también estaba prohibido el empleo de grasas animales para cocinar los alimentos), y los que ayunaban únicamente hacían una comida al día, la principal, conmemorando con esa penitencia el ayuno de cuarenta días que Jesucristo llevó a cabo en el desierto. Cabe agregar, en este momento en que me ocupo del ayuno, que esta privación voluntaria en el comer y en el beber es observada rigurosamente por numerosos pueblos, como el persa, el hindú, el judío y el musulmán. En este último grupo étnico se acostumbra durante el Ramadán, que tiene lugar el noveno mes del año lunar, que los fieles devotos seguidores de las enseñanzas de Alá no ingieran comida ni bebida, ni tampoco fumen ni tengan relaciones sexuales, desde el alba hasta el ocaso, para que su sacrificio sea más grato a los ojos de Alá. Durante este tiempo los devotos hacen oración cinco veces al día. Al amanecer se implanta el comienzo de las privaciones arriba mencionadas, y al ocaso de cada día se da la señal para comer y descansar placenteramente, disfrutando el devoto musulmán de lo que durante las horas diurnas le fue vedado por su religión

Entrando ya en materia de la gastronomía cuaresmal, diré que Adela Fernández menciona en su libro La Tradicional Cocina Mexicana que “En Semana Santa, como la mayoría del pueblo mexicano es eminentemente católico, se practica la vigilia. Casi nadie come carne, y se consume pescado y marisco al por mayor. En estas fechas las viandas de tipo prehispánico son: romeritos con tortas de camarón, tamales de charales o de nopal, tortas de papa, chiles poblanos y chilacayotes rellenos de queso, rollos de frijoles con atún, sardinas o queso, entre otros platillos”.

En otra obra de consulta, acerca de la cocina mexicana (Historia de la Comida en México, del escritor español Amando Farga), leo lo siguiente: “Durante la Cuaresma y la Semana Santa el tema de la alimentación sufre una crisis, principalmente por la observancia de los preceptos de ayunos y abstinencias, a los cuales se someten los fieles al catolicismo. El régimen alimenticio durante estos días está sujeto a normas de alimentación que suprimen el consumo de carne los viernes, y durante toda la Semana Santa se exhibe sobriedad en las comidas y bebidas”.

Por su parte, la investigadora Virginia Rodríguez Rivera hace referencia, en su obra La Comida en el México Antiguo y Moderno, que “La Cuaresma es una de las épocas más difíciles para preparar comidas variadas, en las cuales no intervenga la carne, pero como la imaginación del individuo no se detiene ante ningún obstáculo, ha ido enriqueciendo su cocina con los más diversos y apetitosos guisos, desde los más sencillos hasta los más suculentos, como el caldo de habas, caldo de lentejas, arroz blanco, capirotada, pipián de camarones, revoltijo de romeritos y nopalitos navegantes, entre varios otros”.

Salta a la vista que mucho han cambiado los hábitos alimenticios y las costumbres gastronómicas de los mexicanos, desde aquellos años ---ya un poco lejanos--- cuando fueron publicados estos tres libros (el primero en 1985, el segundo en 1968 y el tercero en 1965). Muchas son las tradiciones mexicanas que se han perdido al paso de los años. En ocasiones ello se debe a la penetración de influencias extranjerizantes, que minan y diluyen, en forma por demás lamentable, las prácticas que antaño estuvieron celosamente preservadas por nuestros ancestros. Es muy probable que esta actitud, de manifestar un voluntario olvido por las costumbres religiosas y culinarias, que en el pasado tuvieron tanta vigencia, sea debida a que el tráfago de la vida moderna, en extremo conflictiva, no permite que en la actualidad se mantenga incólume aquel estilo de vida, tan plácido y sereno, y se prefiera olvidar durante la Cuaresma, y de una manera muy ostensible los días de la Semana Santa, las prácticas de piadoso recogimiento que hace muchas décadas eran observadas por amplios sectores de la población capitalina.

En estos primeros años del siglo XXI la severidad característica de las costumbres religiosas propias del catolicismo ha ido perdiendo, de manera ostensible, la vigencia que otrora tuvo. Actualmente esos días, que antaño eran de acentuado recogimiento corporal y espiritual, son simplemente jornadas de asueto, y la gran mayoría se dedica a pasear, sin pensar en nada más que en disfrutar de un largo fin de semana vacacional.

Respecto de la vigilia, conviene recordar que en el refranero mexicano hay uno de esos “evangelios chiquitos”, que asegura: “cuando el pobre tiene para carne, resulta que es vigilia”. Una variante de este refrán es: “Ahora que hay para carne, es día de vigilia”. El diccionario, al ocuparse de ese vocablo, vigilia, consigna varias acepciones. Por lo que concierne a la gastronomía señala que es una comida con abstinencia de carne. Napoleón Bonaparte dijo de la abstinencia lo siguiente: “Es una estupidez creer que abstenerse de comer carne e ingerir pescado constituye observar la vigilia”

viernes, 24 de febrero de 2012

LOS VINOS DE LA BODEGA TORRES, DE CATALUÑA


Cuando bebemos un vino estamos bebiendo

el paisaje de origen, su clima y su tierra.

RAUL BOBET

En el año 1870 Jaime Torres Vendrell fundó una pequeña bodega vinícola en la población de Vilafranca del Penedés, en Cataluña, si bien los ancestros de los actuales propietarios desde hace tres siglos dedicaban sus mejores esfuerzos a la vitivinicultura.

Bodegas Torres cuenta con más de 1.300 hectáreas de viñedos, lo que hace de esta empresa “la bodega familiar con mayor extensión de viñedos en la Denominación de Origen Penedés”. A más de esa zona geográfica, en España cuenta con viñedos en otras Denominaciones de Origen, como Conca de Barberá, Ribera del Duero, Toro, Jumilla, Priorato y Rioja. En Chile y en Estados Unidos de América, desde hace ya varios años, funcionan otras bodegas vitivinícolas subsidiarias. Es el caso de Miguel Torres Chile, en Curicó, y Marimar Estate, en California.

Mucha tinta ha corrido en torno a Miguel A. Torres ---con referencias en extremo encomiables hacia su persona y hacia su obra, quien ha alcanzado, en varias ocasiones reconocimientos por doquier, como el “Premio a una Vida”, que le fue concedido en ocasión del International Wine Challenge, celebrado en Londres, en 2010.

No quiero omitir que Bodegas Torres forma parte del selecto grupo Primum Familiae Vini (First Family of Wine) fundada en 1993, que reúne única y exclusivamente a doce familias propietarias y conductoras de una empresa dedicada a la elaboración de vinos.

Entre numerosas otras distinciones otorgadas a Bodegas Torres mencionaré que la revista británica Drinks Bussiness la nombró, en 2009, “Bodega número 1”, en la Green List, por su “contribución y compromiso con la preservación del medio ambiente”. T la revista estadounidense Wine Enthusiast le concedió, en 2006, el galardón de “Mejor Bodega Europea del Año”

La producción de Bodegas Torres, principalmente de grandes vinos, exportados a más de ciento cincuenta países, tienen como común denominador su indudable excelencia enológica, y está complementada con la línea de brandies, que comprenden “Torres 5”, “Torres 10”, “Torres 20 Hors d’Age (ganador en dos ocasiones del título “el mejor brandy del mundo) , “Jaime I” y “Honorable”.

Miguel Agustín Torres Riera, el motor fundamental de la expansión comercial de esta bodega, de la cuarta generación del apellido Torres, es el actual Presidente y Consejero, en tanto que el doctor en enología Raul Bobet es el Director General.

En ocasión de la breve visita de Raúl Bobet a México, Bodegas La Negrita (distribuidora en nuestro país de estos exquisitos productos), organizó por conducto de Areli Curiel, sommelier de esta empresa, una singular cata de los cinco vinos de mayor calidad, y precio, denominados “De Finca”. Dieciséis catadores degustaron los siguientes vinos: dos blancos: Fransola, Milmanda, Más La Plana, Grans Muralles y Reserva Real. Inicialmente Raíl Bobet hizo una amplia y muy amena explicación de la razón por la cual estos vinos reciben esa denominación, ya que se trata de viñedos seleccionados, cuyo terroir encierra características especiales de suelo, clima y antigüedad de las viñas.

El vino Fransola, cosecha 2007, es un monovarietal Sauvignon Blanc cuyas uvas proceden de una masía próxima al paraje denominado La Llacuna, en el Alto Penedés. Es un vino en parte fermentado y en parte criado en barricas nuevas de roble estadounidense.

El vino Milmanda, cosecha 2007, es un monovarietal Chardonnay, adscrito a la Denominación de Origen Conca de Barberá, en la zona meridional de Cataluña.

El vino tinto Mas La Plana (el “buque insignia” de Bodegas Torres en palabras de Raúl Bobet), cosecha 2007, es un monovarietal Cabernet Sauvignon, procedente de viñas viejas, cuya producción oscila entre las setenta mil y las cien mil botellas, dependiendo del volumen de uvas que en un año determinado han alcanzado la calidad deseada por el enólogo.

El vino tinto Grans Muralles, cosecha 2005, es el resultado de un interesante assamblage de cepas autóctonas catalanas con variedades bordalesas. Estas son Garró y Samsó (nombre en Cataluña de la cepa Cinsault), mezcladas con Garnacha Tinta, Cariñena (designación de la variedad Samsó) y Monastrell. Este vino está adscrito a la Denominación de Origen Conca de Barberá.

El vino Reserva Real, cosecha 2002, es un assamblage típicamente bordalés: Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot. Usualmente los porcentajes son 60% de la primera cepa, y 20% de cada una de las otras dos. Su producción es en extremo limitada (lo que de alguna manera explica su precio: $ 1.800.00 cada botella, a más de su extraordinaria calidad y finura al paladar), ya que asciende a 3.559 botellas de 750 mililitros y 38 Magnum. Las uvas con que está elaborado proceden de una pequeña finca ubicada en Santa Margarita d’Agulladolc, en la zona de Pacs de Penedés.

La cata, dirigida atinadamente por Raúl Bobet, permitió conocer los pormenores de los suelos donde están los viñedos destinados a cada uno de estos cinco vinos. Son de hecho “Vinos de Pago”, pues de trata de zonas geográficas de características especiales, que cuentan con microclimas específicos y terrenos altamente diferenciados. Por demás está señalar que las características organolépticas de estos vinos son extraordinarias, lo que en mucho contribuyó a que esta interesante degustación fuese sumamente agradable para los participantes.

Al concluir esta evaluación sensorial tuvo lugar una comida en compañía de Raúl Bobet, de Areli Curiel, de Luciano Besoy Sánchez, Director General de Bodegas La Negrita, y de Julio Rangel Loyo, Director de Mercadotecnia, de esta empresa.

El menú incluyó las siguientes exquisiteces: Ensalada de mariscos, acompañada del vino Milmanda. Crema de chicharrón con chile guajillo, maridada con el vino Celeste Reserva (Ribera del Duero). Medallones de res en crema de morillas, armonizados con el vino Reserva Real. El postre consistió en Tarta fina de manzana con helado de vainilla, acompañada con el vino de postre Moscatel, de muy bello envase. El café fue acompañado con el brandy Torres 20 Hors d’Age.

Cabe agregar, a manera de colofón, que en algún momento de la sabrosa conversación entre los comensales, Raúl Bobet, pronunció la siguiente expresión “Estamos bebiendo historia”, para hacer alusión a los grandes cuidados que exigen los viñedos (donde tienen su origen, de viñas muy viejas, las uvas que dan forma y vida a estos caldos báquicos) así como a las centenarias instalaciones de las masías de donde proceden.

viernes, 17 de febrero de 2012

LOS VINOS DE LA MARCA OYIKIL, DE ARGENTINA


El vino es nuestro agente terapéutico

más valioso: es la leche de la vejez

WILLIAM OSLER (1849-1919)

Para comenzar con esta crónica diré que, en el boletín Argentinewines del miércoles 15 de febrero de 2012, aparece la referencia de que la extensión del viñedo de Argentina aumentó, de acuerdo a la información proporcionada por el Instituto Nacional de Vitivinicultura, referidos al operativo de “Actualización del Registro de Viñedos, realizado en el 2011, del cual surgen datos muy interesantes como la ampliación de provincias (actualmente suman diecisiete) que se suman al mapa vitivinícola nacional, como Entre Ríos, Buenos Aires, Chubut, San Luís, La Pampa, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Misiones, movidas por la vinculación que el vino tiene al turismo y motivadas además por la gran inversión que han realizado las tradicionales productoras como Mendoza, San Juan, La Rioja, Salta, Río Negro, Neuquén, Catamarca y Córdoba. Mendoza es la principal productora con el 70,82 % del total plantado, seguido de San Juan con el 21,69%, y más atrás por La Rioja con el 3,25%” Hasta aquí esa cita.

En el mes de marzo de 2003, al comenzar el otoño en el hemisferio sur, visité la Provincia de Mendoza, en Argentina. Gracias a los buenos oficios de Roberto de la Mota (a la sazón enólogo de Bodegas Terrazas de los Andes), mi anfitrión en esa ciudad, la más importante de Argentina desde el punto de vista vitivinícola, pude visitar otras empresas de primer orden, y ser recibido en forma muy especial por los directores de las mismas. Teniendo como centro de operaciones la Casa de Visitas de Terrazas de los Andes tuve la oportunidad, durante seis días de estancia, allí en el Departamento de Perdriel, a veinticuatro kilómetros de Mendoza, de visitar viñedos y bodegas de una decena de compañías, que figuran entre las de mayor importancia (tanto por la modernidad de sus instalaciones, avanzada tecnología vinícola como por la cuantía de su producción en lo referente a vinos finos), en los Departamentos de Luján de Cuyo, Tupungato, Perdriel, Tunuyán, Uco y Maipú.

Los nombres de las bodegas que recorrí detenidamente son los siguientes: Terrazas de los Andes, Luigi Bosca, Salentein, Séptima, Chandon, Zuccardi, Catena Zapata, Norton y Zuccardi. Todas ellas son representativas de la plausible revolución que en materia de vinos ha alcanzado Mendoza, la provincia de mayor importancia enológica en Argentina.

En aquella ocasión, después del recorrido por las bodegas arriba mencionadas, ubicadas en las principales áreas vitivinícolas, estuve dos días en la finca “Los Chulengos”, al pie de la Cordillera de los Andes, en las proximidades del Nevado del Plata, a una distancia de una hora y cuarto de la ciudad de Mendoza. Se trata de un pequeño albergue de montaña (la propaganda lo describe como un hotel cordillerano), que cuenta con cuatro habitaciones, atendido exquisitamente por sus propietarios: María y Fernando Palma, quienes han convertido ese paraje andino en un sitio en extremo acogedor, en torno al cual se advierte una gran belleza escénica. Aquí es posible efectuar cabalgatas por los alrededores, caminar por las veredas cordilleranas próximas al Cerro Pedernal, o bien recorrer en jeep, acompañado por el patrón de la finca, las brechas existentes en este encantador sitio andino. Cualquiera de estas tres actividades resulta gratificante, o bien simplemente contemplar el imponente espectáculo de las montañas nevadas que rodean esta estancia, a más de degustar las exquisiteces propias de la cocina argentina, armonizadas con excelente vino mendocino. Por cierto, me informó Fernando Palma que “chulengo” es el nombre que en esta zona se la da a las cría del guanaco, uno de los cuatro camélidos de América del Sur, al lado de la llama, la alpaca y la vicuña.

En esa gratísima estancia de un par de días en “Los Chulengos” tuve la oportunidad de contemplar el vuelo de los cóndores, el ave no marina de mayor envergadura del planeta, ya que sus alas abiertas miden de 2.70 a 3.30 metros de punta a punta. Su vuelo sobre las montañas es majestuoso, y por su porte , elegancia y majestuosidad al desplazarse por los aires ha sido considerado el símbolo nacional de Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador. Agregaré que la palabra cóndor proviene del vocablo quechua kuntur.

El cóndor fue observado y admirado por los indígenas tehuelches, que habitaron en épocas pretéritas la Patagonia de Argentina, en las Provincias de Santa Cruz y Chubut. A ese grupo étnico se le llamó, también patagones, y ellos se llamaban a sí mismos aonikenk, que significa “gente bravía”. En la lengua tehuelche esa gigantesca ave, que se desplaza con vuelo grácil en las regiones montañosas, era llamada Oyikil, y este es, precisamente la marca de unos vinos cuyas uvas fueron vendimiadas en los viñedos de Miraflores, ubicados en el Valle de Uco (sito en el Departamento de Tunuyán, en la Provincia de Mendoza), a una altitud de 1.070 metros sobre el nivel del mar. Allí hay sembradas las siguientes cepas: Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot, Syrah, Viognier y Sauvignon Blanc. El vino premium es el Oyikil Cumbre, que tiene un periodo de crianza en barrica (90% de roble francés y 10% roble de Estados Unidos de América) de doce meses, para que adquieran fisura y delicioso sabor. Todos los vinos de la marca Oyikil son de edición limitada, destinada íntegramente a la exportación, y en México son comercializados por las empresas Fleuriel y Nueva Galia Comercial.

La cata “ciega” mensual número 215, del Grupo Enológico Mexicano, correspondiente a febrero de 2012, se llevó a cabo en un salón privado del restaurante “Piazza Navona”, de Polanco.

La Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Catherine Millot, Roberto Quaas Weppen, Gustavo Riva Palacio, Philippe Seguin, Mauricio Romero Gatica, Darío Negrelos y Miguel Guzmán Peredo.

Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.Los resultados fueron los siguientes:

Vino blanco:

Oyikil Vuelo Torrontés, cosecha 2010. Monovarietal 100% Torrontés Riojano. 13.5% Alc. Vol. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable, sin barrica. Calificación: 86.00 puntos. Precio: $ 125.00

Vino rosado:

Oyikil Vuelo Rosado Malbec, cosecha 2010 Monovarietal 100% Malbec. 13.5% Alc. Vol. Calificación: 80.90 puntos. Precio: $ 125.00

Vinos tintos:

1.- Oyikil Cumbre, cosecha 2008. Coupage de 70% Malbec, 20% Syrah y 10% Petit Verdot. 14.5% Alc. Vol. Guarda de doce meses en barrica (el 90% del vino en barrica francesa y el 10% en barrica americana) Calificación: 89.90 puntos. Precio: $ 650.00

2.- Oyikil Alto Vuelo Malbec, cosecha 2008. Coupage de 90% Malbec, 7% Cabernet Sauvignon y 3% Syrah. 14.5% Alc. Vol. Guarda de doce meses en barrica (el 90% del vino en barrica francesa y el 10% en barrica americana). Calificación: 87.20 puntos.Precio: $ 350.00

3.- Oyikil Vuelo Cabernet Sauvignon, cosecha 2010. Monovarietal 100% Cabernet Sauvignon. 14.5% Alc. Vol. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable. El 25% del vino fue fermentado con duelas de roble, y el 75% sólo fruta. Calificación: 86.90 puntos. Precio: $ 175.00

4.- Oyikil Alto Vuelo Cabernet Sauvignon, cosecha 2008. Coupage de 95% Cabernet Sauvignon y 5% Malbec. 14.5% Alc. Vol. Guarda de doce meses en barrica (el 90% del vino en barrica francesa y el 10% en barrica americana) Calificación: 84.90 puntos. Precio: $ 350.00

5.- Oyikil Vuelo Malbec, cosecha 2010. Monovarietal 100% Malbec.. 14.0% Alc. Vol. Guarda de seis meses en tanques de acero inoxidable. El 30% del vino tuvo paso por madera, y el 70% sólo fruta. Calificación: 84.00 puntos. Precio: $ 175.00

Salta a la vista la encomiable relación calidad precio del vino tinto Vuelo Cabernet Sauvignon.

Por otro lado, de los siete vinos evaluados en esta cata “ciega” cuatro rebasaron los 85 puntos de calificación, lo que permitió ubicarlos en la categoría de “muy buenos”

Al concluir esta evaluación organoléptica degustamos una exquisita cena, preparada por Carmine Giuliani, chef propietario del restaurante “Piazza Navona”. El menú consistió en Carpaccio di Manzo all´Albese (Carpaccio de Res con Julianas de Apio, Queso Parmesano, Vinagreta de Limón y Aceite de Trufa) como entrada. En seguida sirvieron Risotto con Fiori di Zucca e Gamberoni (Risotto con Flor de Calabaza y Camarón), y como postre Biscotto Cremoso al Fondente Amaro, con Gelato di Vaniglia (Biscocho de Chocolate Amargo Caliente, con Helado de Vainilla). Para concluir una taza de aromático café.

miércoles, 1 de febrero de 2012

LAS BEBIDAS ESPIRITUOSAS Y LAS ELECCIONES EN MEXICO, EN 2012


Si bene commemini, causae sunt quinque

bibendi: hospitis adventus, praecens sitis, atque

futura, aut vini bonitas, aut quaelibet altera causa


Si mal no recuerdo, son cinco los motivos

para beber: la llegada de un amigo, la

sed del momento, o la futura, la bondad

del vino o cualquier otra cosa .

Epigrama latino

Cuando Rafael Fernández Flores, Miembro de Número del Grupo Enológico Mexicano, me comentó su intención de dictar una conferencia alusiva a las bebidas espirituosas y su relación con las elecciones (que este año de 2012 habrán de adquirir señalada importancia en nuestro país), dentro de las cenas bimestrales de la serie titulada Gastrónomos y Epicúreos, de dicha agrupación de enófilos, a más de parecerme muy interesante ese tema me hizo recordar que en el pasado yo había publicado un artículo periodístico acerca de ese asunto, que en México implica tanto la prohibición de que los establecimientos comerciales vendan, el día anterior a las elecciones, y el mismo día de los comicios, bebidas alcohólicas ---en envases cerrados, para que los adquirientes los lleven a sus respectivos domicilios---, de la misma manera como que el día previo a ese ejercicio cívico, y el mismo día de las elecciones, sean servidas, en los restaurantes, estas deleitables bebidas, para acompañar los alimentos de quienes allí disfrutan de un apetitoso yantar.

En efecto, el día 2 de septiembre de 1991 apareció mi artículo El vino y las elecciones, en Revista de Revistas, publicación de gratísimo recuerdo (dirigida por muchos años por Enrique Loubet). Como me parece que los argumentos que entonces esgrimí, para manifestar mi desagrado por tan insulsas disposiciones gubernamentales, continúan siendo válidos al presente, ahora voy a transcribir, a manera de introducción a lo que Rafael Fernández Flores comentó durante su intervención, algunos párrafos de aquel escrito de hace dos décadas.

Allí señalé lo siguiente: “El pasado sábado 17 de agosto acudí a comer, con un grupo de amigos, a un restaurante de la Zona Rosa. Al ordenar el aperitivo nos informó el mesero que, debido al hecho de que al día siguiente se realizarían elecciones en la ciudad de México, estaba prohibida la venta y servicio de cualquier bebida espirituosa. Por esta absurda razón nos privamos de acompañar los manjares con un delicioso vino, no fuera a ser que, envalentonados por esa mínima cantidad de vino de mesa ingerido, armonizando nuestros guisos, fuésemos (o fuesen todos aquellos, que para el caso es lo mismo, que degustasen alguna bebida etílica durante la comida) a alterar, un día después, el sacrosanto orden público que priva en una ciudad que no registra ningún hecho de violencia, y donde todo es decoro, tranquilidad y paz”. (Esta misma circunstancia, por demás desagradable,.me toco padecerla en otras ocasiones, en diferentes ciudades de nuestro país, cuando coincidían esas fechas de elecciones con agradables viajes por todo México).

“En otra ocasión, en que disfrutaba de una opípara comida en Londres (a mi parecer una de las cuatro ciudades capitales más fascinantes de Europa, al lado de Paris, Madrid y Viena), bañada, por supuesto con un exquisito vino, me enteré que ese mismo día se estaban celebrando las elecciones para elegir a quienes ocuparían los escaños de la Cámara de los Comunes. Pero allí no tuvo vigencia legal ninguna absurda “ley seca”, en perjuicio de habitantes y turistas de la capital de la Gran Bretaña, ni tampoco el alud de letreros, pancartas y demás inmundicia propagandística con la cual ha sido contaminada visualmente la ciudad de México, no solamente en la temporada en que se desatan estas innecesarias confrontaciones políticas.

“Pienso en el grave desacato que significaría para el sentido común ---y el orden gastronómico, que es más importante--- el hecho de un parisino (o cualquier turista, llegado a la Ciudad Luz, a admirar sus incontables encantos urbanísticos) fuese a la “Tour d’Argent”, “La Coupole”, “Ledoyen”, “Lasserre, “Grand Vefour” y “Taillevent” (verdaderos santuarios de la gastronomía en Paris”), o a cualquier otro establecimiento de restauración de la capital francesa, y le salieran con el domingo siete de que como al día siguiente tendrían lugar las elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Legislativa, o a quien sería el nuevo ocupante del Palacio del Elíseo, no le podían servir vino --o cualquier otra bebida espirituosa— para armonizar con sus deliciosos platillos. Eso sería, a más de una herejía a los principios fundamentales de la gastronomía, una indudable señal de gazmoñería y cretinismo llevado al extremo”.

Hasta aquí la trascripción de tres párrafos de aquel escrito de hace poco más de veinte años.

Al mencionar esta “Ley Seca” (que por años ha privado ---o bien privó, en el mejor de los casos--- en México), es conveniente recordar que en Estados Unidos de América fue implantada en 1919 la Ley Volstead, vigente hasta 1933 (la cual también fue conocida con los nombres de Acta de Prohibición y “Ley Seca”), que penalizaba la elaboración, distribución e importación de bebidas alcohólicas en todo el territorio de la Unión Americana. Esta disposición gubernamental favoreció lo mismo la aparición de un amplísimo mercado negro de toda clase de bebidas etílicas ---igualmente originales que adulteradas---, que la irrupción de sangrientas bandas criminales.

En este tema, el de las ridículas prohibiciones de acompañar los alimentos con vino (o la ingesta de otras ambrosías etílicas), en los días de elecciones, no estamos solos los mexicanos, pues en otras naciones de este continente existen legislaciones similares a las nuestras. En el portal Wikipedia leí que “en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú, Uruguay y Venezuela esta norma entra en vigencia siempre cerca de cualquier tipo de elección a nivel nacional, como por ejemplo votaciones para Presidente y Congresistas de la República, Alcaldes o Presidentes Regionales. La norma se aplica de 48 horas antes del inicio de la elección hasta 24 horas después de la misma”.

Ahora comentaré que en mayo de 2011 estuve en España por casi dos semanas. Después de participar en la Feria Nacional del Vino (FENAVIN 2011), la exposición más importante del vino en ese país, recorrí los principales sitios de interés turístico de Madrid, Toledo, Aranjuez y Segovia. Días después tendrían lugar las elecciones para elegir al nuevo presidente, así como a diversos otros miembros del gobierno español. Me sorprendió gratamente advertir, en esas ciudades, que salvo pequeños pendones, colocados con un cordón en los postes del alumbrado público, no había ---por ningún lado— bardas pintarrajeadas, a perpetuidad, como es costumbre que ocurra en México. Seguramente que el día de las elecciones, resultado de las cuales José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), hubo de entregar la presidencia de España a Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), no tuvo vigencia, en todo el territorio de este país europeo, ninguna estúpida “Ley Seca”, que prohibiese el consumo de bebidas espirituosas en tascas y restaurantes. Supongo que al gobernante hispano que pretendiese aplicar tan insulsa disposición le darían, cuando fuese el momento, un gran castigo en las urnas, a más de hacer de él befa y escarnio por doquier.

En ocasión de la trigésima segunda cena de la serie Gastrónomos y Epicúreos, del Grupo Enológico Mexicano, celebrada el pasado martes 31 de enero en “Piazza Navona” (un hermoso establecimiento de restauración ubicado en el área de Polanco, en la Ciudad de México), Rafael Fernández Flores, quien funge como Director de Atención Ciudadana, del Instituto Federal Electoral (IFE), el organismo encargado de velar por la transparencia y la equidad en lo referente a las elecciones, disertó acerca de los orígenes de esa absurda legislación, la llamada “Ley Seca”, que ha impedido, o impidió, desde hace muchos años, que los mexicanos acompañemos, en algún salón comedor (en el día previo a las elecciones, o en el día de estos comicios electorales) nuestra comida, o cena, con algún vino ---u otra bebida espirituosa---, sin importar para ello si se trata de un sitio suntuoso o popular.

Su intervención consistió en una agradable plática, en extremo amena, y a continuación transcribo un breve texto que él preparó para la publicación que yo haría de ese convivio. Queda, pues, entre paréntesis, lo más sustancial de su disertación.

El próximo 1º de Julio ---antes o después de cumplir nuestro deber cívico de ir a depositar nuestro voto--- podremos disfrutar, si así lo deseamos, de una agradable comida, acompañada de sus respectivos vinos de maridaje en el restaurante de nuestra preferencia. Algo que parece banal y que sin embargo hace unos años no resultaba posible: Beber en un sitio público, el día de las elecciones.

“Es un hecho aparentemente anecdótico, pero resulta interesante ver como la posibilidad de beber o no durante el día de las elecciones y su víspera, da pie a una reflexión sobre el desarrollo de la democracia en el país.

“El Martes 21 de febrero de 2006 se modificó el artículo 239 del Cofipe para quedar así: "El día de la elección y el precedente, a juicio de las autoridades competentes y de acuerdo con la normatividad que exista en cada entidad federativa, se ordenará, cuando sea indispensable para preservar el orden de la jornada, el cierre de los establecimientos que expendan bebidas embriagantes”

“El diputado del Partido Acción Nacional (PAN), Pablo Alejo Núñez, impulsor de la reforma, dijo que se acaba la denominada "ley seca" y deja al arbitrio de las autoridades de cada entidad federativa la que determinen, cuando lo consideren indispensable aplicarla para conservar el orden.

“El origen de lo que coloquialmente se llamó Ley Seca es una disposición de 1915, hecha por quien en ese año era gobernador del estado de Sonora: el general Plutarco Elías Calles, quien en el marco de la crisis política y económica que se vivía en todo el país, prohibió la elaboración y tráfico de bebidas embriagantes.

“Ese mismo año de 1915, se aplicó en todo el país la restricción de venta de bebidas alcohólicas 24 horas antes de los procesos electorales y durante toda la jornada de los comicios.

“Evidentemente en 1915 no existía el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), cuyo artículo 239 fue modificado para terminar con la llamada Ley Seca durante e día de las elecciones. Tampoco existía el Instituto Federal Electoral, que es la instancia encargada de organizarlas. …Vamos, ni siquiera existía la constitución de 1917.

“En 1915 nos encontrábamos, como país, a unos veinte años de distancia de la elección del General Lázaro Cárdenas, como presidente, en cuyo gobierno surgirían la mayoría de las instituciones que serían la columna vertebral del régimen político que condujo el país el resto del siglo XX.

“Unos años antes, en 1929, año de la autonomía universitaria, las facciones revolucionarias forman el Partido Nacional Revolucionario, antecesor del actual PRI y 1939 Manuel Gómez Morín funda el Pan. El partido Comunista mexicano existía en la clandestinidad. No es motivo de esta plática, pero existe toda una serie de interesantísimas historias en las que participan intelectuales y artistas de la época, como Siquieros, Rivera, Modotti, etc.

“Desde el punto de vista de la elecciones y lo que estaba o no permitido hacer, hay que decir que en esos primeros tiempos no existía un mecanismo federal, ni un órgano central que organizara las elecciones. Éstas las coordinaban los alcaldes y los jefes políticos locales y regionales, quienes imponían a discreción las prácticas y las reglas propias para llevarlas a cabo. Por lo que en ese tiempo la ley seca, aunque era una práctica común, impuesta y vigilada por los caciques locales, no era un ordenamiento Federal de cumplimiento obligatorio.

“En 1946, en el gobierno del Licenciado Miguel Alemán, se federalizó por primera vez, en el México independiente, la estructura electoral con la creación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, presidida por el Secretario de Gobernación, por otro miembro del gabinete, un diputado, un senador y dos representantes de los partidos políticos de mayor relevancia. Simultáneamente se crearon, las comisiones locales electorales y el consejo del padrón electoral.

“A finales de la década de los sesenta, movimientos como el del 68 muestran que el país requiere una apertura democrática y en 1973 se crea la Comisión Federal Electoral en cuya conformación participaban, con voz y voto, todos los partidos registrados. Ese mismo año el Registro Nacional de Electores se volvió una entidad autónoma.

“Cuatro años más tarde, en 1977, se expidió la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE), cuya principal aportación fue la de permitir el ingreso a la vida institucional de fuerzas políticas antes “proscritas” y propició su representación en los órganos legislativos. La LOPPE modificó la integración de la Comisión Federal Electoral y permitió la participación de los partidos políticos registrados –ya fuera bajo la figura de registro condicionado o definitivo- en igualdad de condiciones; de este modo la Comisión quedó conformada por el Secretario de Gobernación, un representante por cada una de las cámaras legislativas, un representante de cada partido político con registro y un notario público.

“Finalmente, en 1987 se llevó a cabo una nueva reforma que introdujo el criterio de la representación proporcional en la integración del órgano electoral; de este modo, para organizar las elecciones de 1988, el PRI contaba con 16 representantes, en tanto que los representantes del Ejecutivo y el Legislativo junto con los demás partidos políticos sumaban 15 asientos en la Comisión Federal Electoral.

“Durante estos años que van de 1946 a 1988, la llamada ley seca era un ordenamiento del poder ejecutivo a través de la Secretaría de Gobernación que estaba representada en los distintos ordenamientos legales que daban marco jurídico al proceso electoral.

“En 1989 se emprendió una nueva reforma a la Constitución y en agosto del año siguiente se expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) el cual dio lugar la creación del IFE como un organismo con personalidad jurídica y patrimonio propios, depositario de la autoridad electoral, misma que, sin embargo, estaba supeditada a los poderes Ejecutivo y Legislativo ya que el texto constitucional de 1989 establecía que la organización de las elecciones era una función estatal a cargo de dichos poderes con la participación y corresponsabilidad de los partidos políticos y de los ciudadanos.

“A este nuevo órgano electoral se le confirió la responsabilidad de contribuir al desarrollo de la vida democrática; preservar el fortalecimiento del régimen de partidos políticos; asegurar a los ciudadanos el ejercicio de sus derechos político electorales y vigilar el cumplimiento de sus obligaciones; velar por la autenticidad y efectividad del sufragio, y coadyuvar en la promoción y difusión de la cultura cívica democrática. Además, a diferencia de los organismos electorales que le precedieron, cuyas actividades eran temporales, se determinó que el IFE tuviese un carácter permanente.

“En el Instituto Federal Electoral se concentraron por primera vez funciones que antes estaban aisladas y dispersas o que ni siquiera estaban consideradas, tales como: la actualización permanente del padrón electoral (el Registro Federal de Electores quedó integrado a la estructura del IFE); el registro de partidos políticos, sus plataformas y candidatos; asegurar a los partidos el disfrute de sus prerrogativas; la organización de la jornada electoral; el cómputo de las votaciones y la entrega de constancias de mayoría; la capacitación electoral y la educación cívica, así como la implantación y desarrollo del servicio profesional electoral.

“El COFIPE constituye el resultado de una larga trayectoria en el desarrollo del sistema electoral mexicano y la conformación de sus bases legales. La ley electoral vigente es producto de intensas discusiones que por más de dos años sostuvo el gobierno con los diferentes partidos políticos. Entre sus avances más importantes, en relación con legislaciones anteriores en la materia, se encuentran los siguientes: i) se consolida la autonomía total, de los órganos electorales, con la conformación de un Consejo General del IFE independiente del gobierno y cuyos integrantes son ciudadanos elegidos en la Cámara de Diputados, con el consenso de los partidos políticos.

“Es precisamente éste código el que recogió la norma de no vender bebidas alcohólicas el día de la elección y su víspera y és este ordenamiento el que se modificó en 2006, dado que la creación de la norma buscaba reducir los actos de violencia extrema y los índices de delitos como el homicidio o las lesiones producidas con armas de fuego y el dictamen aprobatorio refiere que la prohibición de venta de bebidas alcohólicas ya no tiene razón de ser, debido a que las condiciones de seguridad en el país han ido variando desde la implementación de la llamada "ley seca" hasta nuestros días.

“Añade, el dictamen, que los tiempos de violencia han quedado atrás, el nivel de civilidad política que impera en las zonas urbanas de México, la ciudadanización de las autoridades y los procesos electorales, el nivel de transparencia y confiabilidad alcanzados por las instituciones encargadas de los comicios, tanto en el orden local como en el federal, hacen obsoleta esta disposición”. Hasta aquí lo medular de su charla, que motivó elogiosos comentarios de los participantes en esta cena.

A continuación escuchamos a Catherine Millot, directora general de la empresa importadora de vinos Fleuriel, quien hizo referencia a los vinos que degustamos esa noche. Como aperitivo, mientras daba comienzo tan grata experiencia gustativa, saboreamos el vino blanco Paul Mas Chardonnay, cosecha 2009, un monovarietal 100% Chardonnay, que ostenta la AOC de Vin de Pays d’Oc (Languedoc, Francia), elaborado por la bodega Les Domaines Paul Mas. Los Miembros de Número del Grupo Enológico Mexicano allí presentes describieron y comentaron las características organolépticas de este delicioso vino, así como las del vino tinto Cuvée Trilogie Rouge, cosecha 2009 (un Vin de Pays de Cesseson), resultado de un coupage de 34% Syrah, 33% Alicante-Bouchet y 33% Cabernet Sauvignon), de la AOC Saint Chinian, producido por la bodega Chateau Viranel, ubicada en Languedoc, Francia, con el cual maridamos el manjar principal.

La cena, preparada por Carmine Giuliani, chef propietario de este elegante restaurante, consistió en los siguientes platillos: a manera de entrada, Insalata Verde con Carciofi Freschi Crudi e Cucinati, Scaglie di Parmiggiano al Balsamico. (Ensalada Verde con Alcachofas Crudas y Cocidas, Láminas de Parmesano y Balsámico). Luego sirvieron Tagliata di Manzo con Salsa al Brunello di Montalcino (Filete de Res en Salsa de Vino Tinto “Brunello” y Espinacas).El postre fue Panna Cotta al Caramello (Crema Cocida con Salsa de Azúcar Quemada). Estas sabrosuras fueron acompañadas con los dos vinos degustados, y evaluados, previamente.