miércoles, 26 de noviembre de 2008

NORMALES Y ANORMALES EN LA DEGUSTACION DE LOS VINOS

En enero de 1995 dieron comienzo las catas “ciegas” mensuales del Grupo Enológico Mexicano, que se vienen prolongando hasta la más reciente, la número 167 ---celebrada en noviembre de 2008---, y en ellas han sido evaluados 1.293 vinos elaborados en dieciocho países de América, Europa, África, Asia y Oceanía. De ese número de catas (167) ciento cincuenta y cinco han sido realizadas en el salón privado de un restaurante ubicado en el Distrito Federal. Otras once catas (en nueve de ellas la degustación organoléptica fue de vinos, y en las restantes dos fueron evaluados brandies españoles) han tenido lugar en diferentes parajes de la alta montaña de México. En seis ocasiones en altitudes superiores a los 4.200 metros sobre el nivel del mar y en cuatro de ellas a una altitud aproximada de 3.900 metros. Una de estas catas se llevó a cabo en la cumbre del volcán Sierra Negra, donde se encuentra el Gran Telescopio Milimétrico, el observatorio situado a mayor altura en el mundo, a una altitud de 4.583 metros, el sitio más alto en México al cual se puede acceder en un vehículo motorizado rodante. . Una cata más, a bordo de una trajinera, que recorría lentamente los canales acuáticos del Parque Ecológico de Xochimilco, tuvo por escenario la zona lacustre de chinampas ubicada en el sur de la ciudad de México, en ese bucólico paraje ubicado a una altitud aproximada de 2.300 metros.

En esta revisión retrospectiva de las degustaciones analíticas realizadas por el Grupo Enológico Mexicano, es prudente asentar que durante cinco años consecutivos, de 1997 a 2001, .a más de las catas de vinos tuvieron verificativo catas de tequilas “reposados” y “añejos”. En ese tiempo fueron calificados (el jurado estaba compuesto, en cada ocasión, por veinticuatro jueces, expertos en la evaluación de vinos y destilados) 106 tequilas de la clase “reposados” y 84 de la categoría “añejos”. Fue entonces cuando Roberto Quaas Weppen, Miembro de Número de esta agrupación de enófilos, diseñó un complejo programa de cómputo que no solamente permitía obtener ---antes de hubieran transcurrido diez minutos después de concluir cada una de esas evaluaciones--- la calificación de esos destilados, sino también proyectar las gráficas de las puntuaciones otorgadas por cada uno de los jueces. De esta manera fue posible conocer el comportamiento calificativo de quienes juzgaban la calidad, el aroma y el sabor de dichos tequilas, y advertir quién había sido más preciso al otorgar una puntuación determinada, que era la más cercana a la calificación promedio de cada uno de esos destilados.

Un aspecto en extremo interesante en esas gráficas, que daban a conocer las puntuaciones alcanzadas por cada uno de los tequilas degustados, es que también se mostraba ---en otras gráficas sumamente ilustrativas--- la relación calidad/precio de cada tequila. En una columna de un color determinado se registraba la calificación obtenida, y en otra, de diferente color, el precio al público, en una tienda de autoservicio en el Distrito Federal. En esta forma era posible advertir que allí figuraba un tequila cuya calificación --por dar un ejemplo— había sido de 19 puntos sobre 20, y cuyo precio era alto, y en segundo lugar estaba otro tequila calificado con 18 puntos, y cuyo precio era mucho menor que el mejor evaluado. Esta relación calidad/precio tiene, a mi parecer, una señalada importancia en el mundillo de las degustaciones analíticas, especialmente cuando se conoce la calificación y el precio que tiene una bebida etílica.

Cabe agregar que nunca antes en México, por lo que concierne a una cata de vinos o de destilados, se había hecho público, en el momento de haber concluido esa evaluación en particular, quién era el juez más certero, el que había calificado ( vinos o destilados) con mayor exactitud y precisión, lo que se traducía como el análisis más juicioso y equilibrado de cada bebida etílica sujeta a evaluación sensorial. De la misma manera, fueron estas las primeras ocasiones en México en las que fueron elaboradas, y publicadas, gráficas de la relación calidad/precio de los vinos y destilados sometidos a una evaluación organoléptica “ciega”. Es decir, ninguno de los catadores tenía conocimiento de la marca del vino o del aguardiente que estaba juzgando mediante los órganos de los sentidos.

Las gráficas que mostraban cuáles habían sido las calificaciones de los miembros del jurado (que de alguna manera permitían conocer el acierto, o la falla, de un juez al dar una calificación) continuaron en otras cuatro ocasiones diferentes, cuando el Grupo Enológico Mexicano organizó otras tantas catas “ciegas” de vinos de la clase llamada (extraoficialmente) premium. En la cata número 86, celebrada en agosto de 2002, fueron evaluados vinos de Chile. En la cata número 90, del mes de enero de 2003, la degustación fue de vinos de Argentina. En la cata número 101, realizada en enero de 2004, los vinos de esa categoría fueron de México. Y en la cata número 108, del mes de agosto de 2004, la evaluación fue hecha a vinos de California..En estas ocasiones también fueron calificados los catadores, ya que se procedió a elaborar esas ilustrativas gráficas, mediante las cuales es posible conocer la precisión o imprecisión (dicho en otras palabras la normalidad o la anormalidad al calificar, tras haberla analizado, una determinada bebida etílica) que pone de manifiesto una persona al evaluar un alimento o una bebida.

Este asunto de la manera de evaluar los vinos, o cualquier alimento sólido o líquido, por un grupo de personas, me lleva a recordar a Carl Friedrich Gauss (matemático alemán nacido en 1777, en Brunswick, y fallecido en 1855, en Gögttingen), de quien señala Nicolás Francioni lo siguiente: “Fue el primero en describir la figura estadística que lleva su nombre. Gauss descubrió que cuando se realiza un número suficiente de mediciones, es usual que tiendan a agruparse en torno al valor de la media. Es una función de probabilidad continua, es decir, es una figura que sirve para predecir, a grandes rasgos, lo que puede llegar a pasar si medimos muchos casos de algo”

Por su parte Ángel Enríquez de Salamanca, en un texto titulado La Normal, menciona lo siguiente: “La campana de Gauss, curva de Gauss o curva normal, es una función de probabilidad continua, simétrica, cuyo máximo coincide con la media (m) y que tiene dos puntos de inflexión situados a ambos lados de la media, a una distancia (d) de ella.
Esta curva fue descrita por el matemático alemán Carl Friederich Gauss, estudiando los errores que se producen al medir reiteradamente una cierta magnitud. La gran importancia de esta distribución se debe a la enorme frecuencia con la que aparece en las situaciones más variadas”. A juicio de este autor “Gauss es considerado uno de los matemáticos más grandes de todos los tiempos: el Príncipe de las matemáticas”.

Rafael Fernández Flores, Miembro de Número del Grupo Enológico Mexicano (y Director General de su propio negocio: Servicios de Valor Agregado, A.C.), tuvo a su cargo la conferencia previa a la cena de esa noche, titulada “Normales y anormales frente a la copa de vino”. Su disertación, sin tener que recurrir a notas de apoyo, fue en extremo amena (aun tratándose de un tema aparentemente árido como es el de las estadísticas), y durante media hora fue hilvanando una interesante plática en torno a la objetividad y subjetividad de los juicios emitidos por los seres humanos, cuando éstos opinan o exteriorizan un veredicto acerca de un asunto determinado. Habiéndosele solicitado un texto para este reportaje, él escribió lo que a continuación aparece entrecomillado

“Sin ánimo de tratar de echarle a perder a nadie la cena, quisiera hacer una pregunta: ¿Es necesario saber matemáticas para apreciar una copa de vino? Bueno.... a lo mejor lo contrario es mas evidente: Es necesario beber vino para apreciar las matemáticas. Juegos de palabras aparte, hay una relación entre apreciar una copa de vino y las matemáticas. Me refiero a apreciar no de manera individual, cada uno de nosotros el vino, sino a apreciarlo socialmente, como cuando como grupo se dice que un vino de cierta marca y cosecha es mejor que otros de diferentes casas y añadas: como en los ejercicios de cata que llevamos a cabo en el grupo enológico.
Empecemos entonces por analizar en que consiste la cata. La cata, como la realizamos en el grupo enológico es el examen de las características organolépticas del vino y la asignación de calificaciones numéricas a esas características. Los números tratan de traducir cuantitativamente propiedades cualitativas como el color, el brillo, la adherencia a la copa, la persistencia en boca, el ataque, el retrogusto, el balance. Ésta asignación numérica es subjetiva, es decir cada sujeto construye su escala. No hay -y no creo que deba haber- una manera objetiva, independiente del catador, que diga a que equivalen tres puntos más cuándo estamos evaluando por ejemplo el retrogusto.
Pongo un ejemplo, que quizás ya he platicado en otra ocasión, para distinguir entre las escalas objetivas y subjetivas. La intensidad del sonido se mide en Decibelles. Esta unidad de medida está basada en la cantidad de energía que transporta la onda sonora y no tiene nada que ver con quien escucha, incluso, contra la opinión del Obispo Berkeley, podría no haber oyente humano pero la intensidad del sonido sería la misma.
Un método alterno consiste en hacer oír a un grupo de personas un sonido de referencia y luego variando la intensidad gradualmente pedirles que indiquen cuando el sonido les parece tener el doble de intensidad. Por lo general no va a ser cuando el número de decibeles se halla duplicado. La manera como catamos los vinos se parece más a esta segunda manera de hacerlo, las mediciones de las propiedades organolépticas mediante aparatos de medición como espectrómetros, narices artificiales, etc, se parecen más al de los decibeles.
En este momento es conveniente considerar la pregunta de si ante tal variedad posible de opiniones, respecto de las propiedades de un vino, hay posibilidad de ponerse de acuerdo o no. La respuesta corta es sí, para eso se inventó el promedio.
La respuesta larga dice que el grupo de catadores debe ser homogéneo en cultura, gustos y experiencia para que el promedio tenga algún sentido. Imagínense el promedio de calificaciones otorgadas a un clavadista en la final de los juegos olímpicos, con nosotros como parte de los jueces, por más que se promedie, el promedio pierde significado porque las calificaciones se otorgan con criterios distintos. Dicho sea de paso, ésta es una de las razones por las que no creo que los niños de diez de promedio, sean los mejores estudiantes. Son los que mejor aprendieron a interpretar las aspiraciones del profesor y satisfacerlas, que no es una habilidad menor, pero ese es otro tema, para platicar en otra ocasión.
Dicho de otra manera: el promedio no es suficiente, hay que dar algunos datos acerca de quienes opinaron o por lo menos de cómo se distribuyó la votación. Vuelvo a mi ejemplo escolar: ¿Quién es mejor alumno el que sacó ocho en todas las asignaturas o el que sacó seis en la mitad de ellas y diez en la otra mitad. Ambos quedan reducidos, por el promedio, al mismo guarismo: Ocho.
Si pensamos en contratar a alguno de estos estudiantes, sabemos que el de ocho de promedio no representa ningún riesgo, nunca va a caer al seis, pero tampoco nunca va a innovar con un diez. El otro representa un riesgo de falla, pero también una posibilidad de hacer las cosas diferentes. El parámetro que ayuda a distinguir entre esos dos estudiantes de igual promedio es la desviación estándar.
Si hablamos de la calificación asignada a un vino estos dos ejemplos corresponden uno, al de un vino unánimemente aceptado por todos los catadores como mediano y otro, al de un vino que parece excelente a la mitad de los catadores y malo a la otra mitad. Si sólo consideramos el promedio ambos vinos parecen ser equivalentes.
El promedio es una de las muchas maneras que podemos imaginar de asignar un valor representativo de una serie de experiencias, pero no es la única. Pongamos algunos ejemplos, tomados del mundo del deporte.
En la competencia de salto de longitud los atletas realizan seis saltos y gana el que tiene el salto mas largo, no el que tiene el mejor promedio de saltos. Llevada ésta idea al ejercicio de la cata, podríamos pensar que el mejor vino es el que recibe la nota más alta de alguno de los catadores. Suponiendo que cada catador es tan indistinguible de otro, como dos saltos lo son entre ellos.
En el mundo de la fórmula 1 se realizan 18 carreras a lo largo del año, el ganador de cada una de ellas recibe diez puntos, el segundo lugar 8, el tercero 6 y a partir del cuarto lugar y hasta el octavo reciben 5, 4, 3, 2 y un punto respectivamente. En este esquema se premia más la regularidad que el desarrollo tope. Y se premia preferentemente la regularidad en los primeros tres sitios, pues la diferencia es de dos puntos, entre cada uno de esos lugares. Un piloto que obtuviera el tercer lugar en cada una de las 18 pruebas, podría con 108 puntos ser campeón, sin haber ganado ninguna carrera. En cambio un atleta que en cada uno de los seis saltos obtiene el tercer lugar no tiene posibilidad alguna de ser campeón. Decidir quién es el mejor no depende solamente de las aptitudes de quienes son evaluados, sino del método de evaluación que se emplea. Imaginen este esquema, tipo fórmula 1, llevado a la cata de vinos, se calificarían los ocho vinos, pero mas que los valores de las calificaciones totales nos interesaría su posición relativa de primero a octavo lugar para cada catador.
Por supuesto que quienes son evaluados orientan su desempeño a realizar aquellas actividades que reditúan más en el proceso de evaluación y si no véase -otro ejemplo deportivo- la fase final del campeonato mexicano de futbol, llamada la liguilla, dónde los equipos juegan de manera muy diferente a la fase de grupos. La razón es que en ésta fase final, queda eliminado el equipo que pierde, mientras que en la fase de grupos se dan puntos por victoria y empate.
Es decir que una vez establecidas las reglas de cualquier competencia, los competidores establecen estrategias para ganar de acuerdo a esas reglas y no a otras. Un cambio de reglas hará cambiar las estrategias y puede resultar mas favorable a uno que a otro competidor. También quienes evalúan pueden ajustar, sus criterios al conocer las consecuencias de una decisión
Existen otras muchas maneras de determinar cuál de entre un conjunto de personas u objetos es el mejor. En ajedrez por ejemplo existe el sistema Elo, que asigna un valor inicial a los jugadores y éste se va modificando según los resultados que obtienen los ajedrecistas en sus encuentros. Un método similar trató de instaurar la FIFA para clasificar a los equipos de futbol. La asociación de tenistas profesionales también tiene su método para determinar al tenista número 1. Todos estos últimos métodos que he mencionado no serían muy fácilmente adaptables a la cata de vinos porque han sido desarrollados para deportes en que se enfrentan individuos o equipos en esquemas de uno contra otro y no de todos contra todos. Para adaptar esta metodología a la cata de vinos, habría que comparar un vino frente a otro, dar un vencedor y hacer ese mismo procedimiento muchas veces para obtener un ranking de vinos.
La conclusión de esta primera parte de la charla podría ser por una parte, que el promedio no es la única manera de calificar y por la otra, que aun si seleccionamos el promedio, éste no basta, es necesario otro indicador de la dispersión de los datos como la desviación estándar.
Quiero ahora analizar el problema de la representatividad de los catadores. Es decir hasta que punto la opinión de los catadores corresponde a la de “todo el mundo”. Por todo mundo entiendo todo el mundo que me interesa (como el enamorado que va a una fiesta llena de gente y cuando ve que no esta el objeto de sus suspiros dice: No vino nadie. Nadie, que a él le interese, por supuesto). Por ejemplo una compañía que desea lanzar al mercado un producto para cierto sector de la sociedad, podría buscar un grupo de catadores acorde a ese perfil, de otra manera el resultado de la cata va diferir enormemente del de la población de interés.
Esto plantea el tema del muestreo y es un asunto fundamental en la realización de encuestas. Si todos los habitantes del planeta pudieran catar el mismo vino y calificarlo de acuerdo a un método consensuado, el resultado sería indiscutible. Indiscutible desde luego desde el punto de vista de cuál vino es el que más gusta, no necesariamente cuál es mejor. Cómo dije hace unos momentos decir cuál es mejor requiere una definición muy clara de que quiere decir mejor, que permita crear un mecanismo para medir las características que debe tener el mejor.
Ahora estamos hablando de si, ante la imposibilidad de recabar la opinión de todas las personas de interés, es posible conocer aproximadamente cual sería el resultado de una tal hipotética y universal consulta a partir de solo la consulta a una fracción del planeta. El problema en realidad es decir que tan buena es la aproximación, pues de que se puede dar un número cualquiera como aproximación no hay duda. Una manera de decir que tan buena es una aproximación es determinar la probabilidad que tenemos de equivocarnos al usar la consulta a una fracción del planeta como el valor “real” que provendría de la consulta del total. La probabilidad como se sabe se calcula con la ayuda de una función de distribución, en éste caso la llamada campana de Gauss o curva normal.
¿Cómo lo hace? Básicamente comparando la proporción de casos favorables contra casos totales. Tengo un medio de probabilidad de ganar un volado porque de dos resultados posibles, uno de ellos me favorece. En la curva de Gauus, el total de casos viene representado por el área total bajo la curva y los casos favorables por el área bajo la curva comprendida entre los valores que representan el rango de casos favorables. Por ejemplo una distribución de la altura de los alumnos varones de cierta escuela arroja como valor promedio 1.64. Ese es el centro de la distribución pero hacia la izquierda están los valores menores a 1.64 y a la derecha los mayores a 1.64, la probabilidad hay de encontrar una persona de entre 1.62 y 1.66 de estatura viene dada por el área bajo la curva que esta comprendida entre las rectas que pasan por 1.62 y 1.66.
Para tratar de clarificar como se aplican éstas ideas, pensemos que definimos como “mejor vino” aquel que fuera favorecido con la opinión mayoritaria en una cata de todo el planeta. Aceptamos que ante la imposibilidad de llevar a cabo esa tarea, lo que hacemos es una cata por un grupo. ¿Qué tan parecido es el resultado de la cata de ese grupo al que obtendríamos de la cata universal? Esa es la pregunta que hay que contestar, es decir qué probabilidad de equivocarse hay al aceptar la opinión del grupo como la opinión del total.
Imaginemos que la calificación que obtendría el vino al ser catado por todo el mundo sería de 85 y que el grupo que cata obtiene 78. Si acepto el 78 como el valor correcto ¿qué probabilidad tengo de equivocarme? Esta pregunta no puede responderse conociendo únicamente el valor del promedio de opiniones, 85 y 78 en este caso, sino también la dispersión de los datos. Si todo el mundo unánimemente considera la calificación de se vino como 85, cualquier otro valor es con probabilidad uno, un error. En la curva de Gauss el promedio es también el valor más probable, pero no el único. La probabilidad de ocurrencia de ese valor tiene que ver con la dispersión de los datos alrededor del promedio. Si los datos están muy dispersos 78 puede ser una buena aproximación, si los datos están muy concentrados alrededor del 85, 78 puede no ser una buena aproximación.
Que tan dispersos están los datos en la población universal está relacionado con la dispersión de los grupos posibles de catadores. Es decir, un grupo de catadores da una calificación de 78, pero un segundo grupo pudo haber dado otra de 89 y otro mas de 83, etc. Todas esas calificaciones de los grupos se distribuyen también como una curva de Gauss alrededor del promedio de 85, pero con una dispersión que es menor que la de la población universal en un factor de uno entre la raíz del número de personas que conforman el grupo de catadores.
Obviamente si el número de catadores es todo el planeta, las dos distribuciones son iguales, si es diferente, entonces la opinión del grupo de catadores es solo una aproximación a la opinión que se obtendría si todos catan el vino, y se estará cometiendo un error. La pregunta es qué tan importante es ese error. En la práctica lo que se hace es fijar un valor para lo que aceptamos como límite para el error, usualmente es una medida del riesgo que se esta dispuesto a correr. Se dice por ejemplo: con un nivel de significancia del 5% Eso lo que quiere decir es que queremos estar seguros de no fallar en el 95 % de los casos”. Hasta aquí el texto de Rafael Fernández Flores.
Esa noche degustamos dos vinos de Monte Xanic, y en representación de esta bodega vitivinícola mexicana asistió Lorenzo Aguilar Lavín, quien explicó a los comensales allí reunidos que El nombre Monte Xanic es una combinación de la palabra “Monte” y del vocablo “Xanic” que proviene de los indios Cora, quienes todavía habitan regiones de Nayarit, entre Puerto Vallarta y Mazatlán, en la costa del Pacífico de México, y quiere decir "flor que brota después de la primera lluvia", y dijo que esta importante empresa elaboradora de vinos, fundada en 1987, está localizada en el Valle de Guadalupe, no lejos de la ciudad portuaria de Ensenada, en Baja California. Allí los viñedos están sembrados con las cepas propias de Bordeaux, Francia, como Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Petit Verdot, Malbec, Sauvignon Blanc y Semillion. Igualmente hay variedades de uvas de otras regiones francesas como la Chenin Blanc, la Chardonnay, la Syrah y la Viognier.

Los vinos de la marca Monte Xanic han sido galardonados ---en poco más de veinte años de elaborar caldos de excelente calidad--- con más de ochenta premios (medallas de oro, de plata y de bronce, además de reconocimientos diversos. En el año 2007 recibieron mayor número de preseas que en los años anteriores. Estos certámenes internacionales han sido celebrados en Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos de América, Francia y Portugal. Entre todos ellos sobresalen la medalla de oro y el reconocimiento “Best of Class”, concedido al vino”Gran Ricardo”, cosecha 2002, en el Pacific Rim International Wine Competition, que tuvo lugar en el año 2007, en California, Estados Unidos de América, así como la medalla de oro otorgada, en el mismo año, al vino Sauvignon Blanc (“Viña Krtistel”),cosecha 2004, en el Challenge International du Vin, que se llevó a cabo en Francia.

Lorenzo Aguilar Lavín hizo referencia a que como parte de la conmemoración del vigésimo aniversario de esta afamada bodega mexicana fue renovada la imagen con una nueva , lo que permitió que esa nueva presentación fuese más elegante y refinada, acorde al lenguaje visual del siglo XXI, De igual manera hizo mención a la remodelación y modernización de la planta ubicada en el Valle de Guadalupe, cerca de Ensenada, que estará en funcionamiento en 2009. Y a la construcción de un espectacular anfiteatro con capacidad para mil personas, al aire libre, frente a un lago, donde tendrán lugar diversas presentaciones culturales, en especial los de las Fiestas de la Vendimia.

Concluyó su aludiendo a los vinos que produce Monte Xanic: los monovarietales Merlot, Cabernet Sauvignon, Chenin Blanc, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Malbec y Syrah (ambos de la línea Edición Limitada), y los coupages Cabernet Sayvignon Merlot y Chenin Colombard, así como el vino emblemático Gran Ricardo. Sin olvidar la línea Calixa: el tinto Cabernet Sauvignon y el rosado Grenache. El enólogo de Monte Xanic (en lengua inglesa recibe el nombre de winemaker) es Hans Backhoff, creador de estos exquisitos caldos báquicos.

Momentos después los miembros del Grupo Enológico Mexicano describieron el vino blanco Chardonnay, cosecha 2006, de Monte Xanic. Es un monovarietal 100% Chardonnay, cuya producción es del orden de las cuatro mi cajas (cuarenta y ocho mil botellas), que tiene una fermentación parcial en tanques de acero inoxidable, y posteriormente tiene un reposo, “sur lies”, de ocho meses en barricas de roble francés. La descripción sensorial hizo alusión a su color dorado brillante, buen escurrimiento de glicerol, aromas a manzana amarilla, guayaba, ciruela amarilla, lácteos, pan tostado, un dejo floral (azahar). A la boca su ataque muy grato, acidez bien estructurada, untuoso al paladar y con retrogusto prolongado.

En seguida sirvieron el vino tinto Cabernet Sauvignon, cosecha 2005, de Monte Xanic. Se trata, igualmente, de un monovarietal 100% Cabernet Sauvignon, cuya producción es de siete mil cajas ( ochenta y cuatro mil botellas), que tiene un periodo de crianza en barrica de roble francés durante dieciocho meses. La descripción organoléptica fue en el sentido de un bello color rojo rubí, capa media alta, aromas herbáceos, con toques de pimienta blanca, vainilla, barrica y tabaco. Su ataque muestra taninos suaves y bien integrados..

La cena (preparada por Mauricio Romero Gatica, chef-propietario del restaurante “Bistro 235”, y Héctor Dongu, chef de cocina) consistió en tres apetitosidades: primeramente degustamos Pimientos del Piquillo rellenos de bacalao, sápidamente maridado con el vino Chardonnay Monte Xanic (que por su cuerpo combinó muy bien con los sabores del pimiento. En seguida sirvieron Filete de res en salsa de Oporto y estragón, con guarnición de verduritas y elotes. Este manjar armonizó bien con el vino tinto Cabernet Sauvignon Monte Xanic. El postre fue un pastelito caliente de chocolate.

sábado, 22 de noviembre de 2008

LOS MEJORES VINOS EN MEXICO EN 2008, SEGUN EL GRUPO ENOLOGICO MEXICANO

En Enero de 1995 dieron principio las catas “ciegas” mensuales del Grupo Enológico Mexicano, habiéndose realizado, hasta el mes de Noviembre de 2008, ciento sesenta y siete de estas degustaciones analíticas de vinos. De ese crecido número, 155 han sido realizadas en un salón privado de un restaurante del Distrito Federal. Otras once han tenido como escenario hermosos parajes de la alta montaña de México, donde la catas han sido realizadas en sitios cuyas altitudes oscilan entre los 3.900 y los 4.583 metros sobre el nivel del mar. Una más se llevó a cabo a bordo de una trajinera, recorriendo los canales acuáticos del Parque Ecológico Xochimilco.

En el año 2008 fueron realizadas doce catas. En esas evaluaciones sensoriales fueron degustados noventa y tres vinos. De esta cifra, veintiún vinos alcanzaron una calificación de 85 puntos o más, lo que equivale al 22.58%. Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.

En la lista siguiente únicamente son incluidos aquellos vinos cuya calificación fue de 85 puntos o más, lo que pone de manifiesto que se trata de vinos “muy buenos”.

De los 21 vinos de esta categoría sobresaliente 12 fueron elaborados en México, 6 en España, 2 en Argentina y uno en Estados Unidos de América.

VINOS BLANCOS:

1,. Casa Madero Chardonnay, cosecha 2004. Monovarietal 100% Chardonnay. 13% Alc. Vol. Casa Madero. Valle de Parras, Coahuila..Cata 161, del 24 de mayo: Calificación: 88.86 puntos. Cata 161, del 24 de mayo. CASA MADERO

2.- Viña Doña Dolores Sauvignon Blanc/Macabeu, cosecha 2005. 12.5% Alc, Vol. Freixenet de México. Ezequiel Montes, Querétaro. Calificación: 87.43 puntos. Cata 161, del 24 de mayo. FREIXENET DE MEXICO

3.- Chateau Domecq, cosecha 2004. Coupage de Sauvignon Blanc, Chardonnay, Viognier y Riesling. 12% Alc.Vol. Casa Pedro Domecq. Calificación: 86.43 puntos. Cata 161, del 24 de mayo. CASA PEDRO DOMECQ.

4.- Chenin Colombard, cosecha 2004. Monovarietal 100% Chenin Blanc. 13.5% Alc. Vol. Monte Xanic, S, de R.L. de C.V. Valle de Guadalupe, Baja California..Calificación: 86.43 puntos. Cata 161, del 24 de mayo. MONTE XANIC.

5.- Chardonnay Reserva Privada, cosecha 2004. Monovarietal 100% Chardonnay.
14.0% Alc. Vol. Vinícola L. A. Cetto. Valle de Guadalupe, Baja California. Calificación: 86.29 puntos. Cata 161, del 24 de mayo. VINÍCOLA L. A. CETTO

VINOS TINTOS:


1.- Parras Estate Reserva Especial Casa Grande Shiraz, cosecha 2005. Monovarietal 100% Shiraz. 13.8% Alc. Vol. Crianza en barrica nueva de roble americano, francés y de Europa del Este durante un lapso de 24 a 26 meses. Casa Madero. Denominación de Origen Valle de Parras, Coahuila. Calificación: 90.57 puntos. Precio: $ 495.00 Cata 164, del 26 de agosto. CASA MADERO

2.- Cabernet Sauvignon, cosecha 2005. Calificación: 90.00 puntos. Cata 160, del 4 mayo. MONTE XANIC

3.- Lagarde Malbec D.O.C., cosecha 2005. Monovarietal 100% Malbec. 14.5% Alc. Vol. Crianza del 100% del vino durante 12 meses en barrica de roble francés, y después 12 meses en botella. Bodega Lagarde. Luján de Cuyo, Mendoza, Argentina. Calificación 89.50 puntos. Precio: $ 275.00. Cata 166, del 28 de octubre. BODEGA LAGARDE

4.- Iscay, cosecha 1998. 12.5% Alc. Vol. Coupage de Merlot y Malbec. Bodega Trapiche. Cruz de Piedra. Maipú, Argentina. Calificación: 89.33 puntos. BODEGA TRAPICHE

5.- Cabernet Sauvignon, cosecha 2004. Calificación: 88.00 puntos. Cata 160, del 4 mayo. MONTE XANIC

6.- Cabernet Sauvignon, cosecha 2003. 13.5% Alc. Vol. Monovarietal 100% Cabernet Sauvignon. Crianza de 18 meses en barrica de roble francés nuevas y de un uso. Monte Xanic, S. de R.L. de C.V. Calificación: 87.67 puntos. Cata 160, del 4 de mayo. MONTE XANIC

7.- Reserva Magna, cosecha 2005. 14.2% Alc. Vol. Coupage de Nebbiolo y Petite Syrah, Crianza de 18 meses en barrica nueva de roble francés. Casa Pedro Domecq. Valle de Calafia. Valle de Guadalupe. Ensenada, Baja California. Calificación: 87.17 puntos. Precio: $ 520.00 Cata 163, del 29 de Julio de 2008. CASA PEDRO DOMECQ

8.- Baldor Tradición Syrah, cosecha 2005. 14.0 % Alc. Vol. Monovarietal 100% Syrah. Crianza de 6 meses en barricas nuevas de roble americano. Vino de la Tierra de Castilla, Bodegas y Viñedos Castiblanque. Campo de Criptana, Ciudad Real, España. Calificación: 87.00 puntos. Precio: $ 575.00 Cata 159, del 22 de Abril. VINO & CLUB

9- Finca Sobreño Reserva, Selección Especial, cosecha 2000. 14.5% Alc. Vol. Monovarietal 100% Tinta de Toro (Tempranillo). Denominación de Origen Toro. Crianza en barrica de roble americano durante 14 meses, y 12 meses en botella. Bodega Sobreño. Toro, España. Calificación: 86.71 puntos. Precio: $ 450.00 Cata 156, del 29 de Enero 2008. CANVAS

10.- Cabernet Sauvignon, cosecha 2002. Calificación: 86:33 puntos. Cata 160, del 4 de mayo. MONTE XANIC

11.- Gran Coronas Reserva, cosecha 2004.Calificación: 86.26 puntos. BODEGAS MIGUEL TORRES, S.A.

12.- Loranque El Grande Syrah, cosecha 2004. 14% Alc. Vol. Monovarietal 100% Syrah. Crianza de 12 meses en barricas nuevas francesas de 500 litros. Vino de la Tierra de Castilla. Finca Loranque. Bargas, Toledo, España. Calificación: 86.17 puntos.
Precio: $ 675.00 VINO & CLUB

13.- Fuentespina Crianza, cosecha 2004. 14.0% Alc. Vol. Monovafrietal 100% Tempranillo. Denominación de Origen Ribera del Duero. Crianza en barrica de roble americano durante 12 meses. Bodegas Fuentespina. Fuentespina, Burgos, España. Calificación: 86.00 puntos. Precio: $ 265.00 Cata 156, del 29 de Enero CANVAS

14.- Cabernet Sauvignn Fetzer Private Collection, cosecha 1995. 13% Alc. Vol. Monovarietal 100% Cabernet Sauvignon. Fetzer Vineyards. Hopland. Mendocino County, California. Estados Unidos de América. Calificación: 85.17 puntos. FETZER VINEYARDS

15.- Chateau Domec Tinto, cosecha 2005. 14.1% Alc. Vol. Coupage de Cabernet Sauvignon, Merlot y Nebbiolo. Crianza de 12 meses en barricas de roble francés. Casa Pedro Domecq. Valle de Calafia. Valle de Guadalupe, Ensenada. Baja California. Calificación: 85:00 puntos.. Precio $211.00 Cata 163 del 29 de Julio de 2008. CASA PEDRO DOMECQ.

16.- Cabernet Sauvignon Raimat, cosecha 1989. 12.5% Alc. Vol. Denominación de Origen Costers del Segre. Bodegas y Cavas Raimat. Raimat, Lérida, España. Calificación_ 85.00 puntos. BODEGAS RAIMAT

miércoles, 19 de noviembre de 2008

LOS VINOS DE PROLONGADO AÑEJAMIENTO EN BOTELLA


Amo todo lo que es viejo : viejos amigos.
Viejos tiempos. Viejos modales.
Libros viejos y vinos viejos.

Oliver Goldsmith ( 1730 ?--1774)


Cada año, desde 2005, al llegar el mes de noviembre la cata “ciega” mensual del Grupo Enológico Mexicano se lleva a cabo con una decena de vinos, cuya crianza en botella se ha prolongado, por lo menos, por un par de lustros. En ocasiones ese envejecimiento es más prolongado, como es el caso de la cata mensual número 167, correspondiente a noviembre de 2008, en la cual fueron evaluados organolépticamente diez vinos de las siguientes cosechas 1983, 1987, 1988, 1989, 1991, 1992, 1995 y tres de la vendimia 1998.

La crónica de esta cata es, con mucho, una trascripción (revisada y ampliada) del reportaje titulado “Los vinos de prolongado añejamiento en botella” ---publicado en 2007---, en el cual consigno infinidad de pormenores de este tipo de vinos. Considero que esta relación entraña interés para los lectores, la mayoría de ellos personas proclives a un mayor conocimiento de todo lo referente al vino.

Desde hace muchísimas centurias, en los tiempos del florecimiento de las civilizaciones helénica y romana, los vinos que habían sido envejecidos por largos años en ánforas de terracota eran considerados superiores a los caldos jóvenes. Al respecto afirma Bernard Pívot, en su libro Dictionnaire amoureux du vin, que “griegos y romanos consideraban que los mejores vinos, como los de Sorrento, de Chio y de Lesbos, debían envejecer pacientemente de diez a veinticinco años, antes de ser juzgados dignos de la mesa de los poderosos y de los acaudalados”. Recuerdo, igualmente, que Julio César, quien seguramente fue un enófilo consumado, manifestaba su preferencia por el vino de Falerno añejado cien años en esos envases hechos con barro cocido.

Si bien en las Sagradas Escrituras se dice que San Lucas tenía conocimiento de que los vinos añosos eran mejores que los nuevos, existen testimonios históricos que permiten afirmar que los romanos de hace veinte centurias (también a los pueblos helénicos se les concede este mérito) fueron los primeros conocedores en el arte de apreciar la finura de los vinos que habían sido guardados, por algunos años, lustros y décadas, en ánforas de cerámica, que era el recipiente usual en aquellos días.

En ocasión de la cata “ciega” número 127 del Grupo Enológico Mexicano, celebrada en el mes de noviembre de 2005 (en la cual fueron degustados siete vinos que estuvieron en la cava -–en óptimas condiciones de guarda-- un mínimo de doce años), publiqué un reportaje titulado “Los vinos añejados en botella”. De aquellos siete vinos, cinco fueron elaborados en España , y los dos restantes en Italia. Dos vinos fueron de la cosecha 1985. Dos más de la vendimia 1988. Y los tres restantes de las cosechas de 1990, 1991 y 1992. Dos de esos siete vinos procedían de una vendimia realizada hace veinte años, y el más reciente de una que tuvo lugar hace trece años.

Las calificaciones de esos vinos fueron las siguientes: --- entre paréntesis consigno la calificación y el país de procedencia-- : 1985 (84.80 puntos: España); 1985 (83.40 puntos: España); 1988 (85.00 puntos: Italia); 1988 (81.00: España); 1990 (82,20 puntos: Italia); 1991 (82.40 puntos: España); 1992 (83.80 puntos: España)

Doce meses más tarde (en noviembre de 2006), y trece degustaciones analíticas después de aquella, tuvo lugar otra cata “ciega” mensual ---la número 140, desde enero de 1995---, en la cual los Miembros de Número de esa agrupación de enófilos evaluaron once vinos de prolongado añejamiento (reposo, crianza, guarda) en botella. Deseo comentar que en esta degustación fueron evaluados caldos de las siguientes cosechas --y entre paréntesis consigno la calificación y el país de procedencia--- 1948 (74.00 puntos: Francia); 1985 (76.86 puntos: España) 1985 (72.29 puntos: España); 1986 (79.29 puntos: España); 1989 ( 80.29 puntos: Estados Unidos de América); 1989 (79.29 puntos: España); 1990 (77.71 puntos: Italia); 1990 ( 76.43: México); 1991 (75.00 puntos: España); 1994 (78.00 puntos: Italia); 1994 (76.14 puntos: Italia).

Pasados los meses, el 19 de noviembre de 2007 tuvo lugar una tercera cata de esta clase (podríamos llamarla extraordinaria, porque no es frecuente evaluar vinos tan añosos), la número 155, correspondiente a ese mes, en la cual degustamos diez vinos de prolongada permanencia en la botella. Fueron evaluados caldos de las siguientes cosechas --y entre paréntesis consigno la calificación y el país de procedencia--- 1983 (73.29 puntos: España); 1985 (74.00 puntos: España); 1988 (73.00 puntos: España); 1989 (74.43 puntos: España); 1990 ( 71.29 puntos: Italia); 1990 (72.00 puntos: México); 1991 (70.29 puntos: Italia); 1991 ( 73.00: España); 1991 ( 72.00: Italia); 1992 ( 74.57 puntos: España).

Antes de referirme pormenorizadamente a la evaluación sensorial número 167, correspondiente a noviembre de 2008), mencionaré con detenimiento ciertos aspectos inherentes al hecho de probar analíticamente vinos que han permanecido largo tiempo en su envase idóneo: la botella.

Los enófilos, aquellas sibaríticas personas que manifiestan complacencia por saborear diferentes vinos acompañando sus comidas, saben muy bien que existen vinos que deben ser bebidos a los pocos meses de haber sido embotellados, quizá, hablando en términos generales, dentro de los dos primeros años de haber sido envasados. El mejor ejemplo de la aseveración anterior está dado por el Beaujolais Nouveau (que es comercializado apenas unas pocas semanas después de la vendimia de cada año, el cual, según recomiendan los productores, debe ser degustado antes del primer año de haber sido puesto a la venta), un vino francés al cual se le ha hecho, desde hace unos años, una extraordinaria campaña de mercadoctenia, que alcanzó su clímax a comienzos de la década de los años noventas del siglo pasado, para inducir su consumo, a nivel mundial, a partir del tercer jueves del mes de noviembre de cada año. Este vino toma el nombre de la región francesa cuya denominación deriva del de la ciudad medieval de Beaujeu.

Otros vinos, resultado de la cuidadosa elaboración (utilización de cepas seleccionadas, fermentación en barrica y posterior guarda en barricas de roble durante algunos meses) que el enólogo despliega para hacer un excelente vino, son aptos para ser conservados durante años y años en la botella en que fueron envasados. A estos vinos se les suele dar el nombre de “vinos de guarda”, y también son llamados “vinos para añejar”. Conviene recordar el caso de numerosos vinos de Burdeos –-me refiero especialmente a los calificados como Premieur Cru, verdaderas gemas etílicas---, que al cabo de veinte o veinticinco años son re-encorchados de nueva cuenta, por el productor, para que pueda continuar la evolución del vino dentro de la botella, durante muchos años más.

A propósito de los tapones de corcho, que por sus características especiales constituyen la mejor obturación para las botellas que contienen vino, diré que Hugh Johnson asienta en su hermoso libro Historia del Vino lo siguiente: “”en cuanto a su duración, el corcho se torna quebradizo con el paso del tiempo, entre 25 y 30 años. Las bodegas cuidadas con todo esmero (algunos de los grandes chateaux de Burdeos, por ejemplo) substituyen los corchos de los vinos cada 25 años, aproximadamente, y otras, inclusive, envían personal experto a cambiarlos a las bodegas de sus clientes. No obstante, muchos corchos aguantan más de medio siglo”.

En el enciclopédico libro The Oxford Companion to Wine, compilado por Jancis Robinson, encuentro el capítulo titulado “Ageing” (envejecer, madurar, en su acepción de mejorar al paso del tiempo, y no con el sentido peyorativo de senectud y decrepitud; igualmente se utiliza el término Aging ), en el cual se menciona que “cuando a un vino de gran clase se le permite evolucionar en la botella, se registran cambios espectaculares, que incrementan tanto su complejidad aromática y gustativa, como su valor monetario”. Esta maduración depende de varios factores: el primero está dado por el hecho de que intrínsecamente sea capaz de evolucionar, y que el vino sea guardado en las mejores condiciones posibles: en una cava oscura, a una temperatura constante, entre 10 y 12 grados centígrados. En donde no haya ruidos y olores, y cuya humedad oscile entre el 75 y el 80%.

Otro libro de lectura muy recomendable lleva por título The global enciclopedia of wine, publicado por Global Book Publishing, en Australia, en 2002. . En el capítulo “Aging” escribe Steve Charters lo siguiente: “La evolución del vino en la botella es aún poco comprendida por su complejidad. Sin embargo, puede ser descrita en pocas palabras como una lenta oxidación. En los vinos tintos las sustancias fenólicas protegen el vino gracias a que tienden a reaccionar con el oxígeno antes que otros compuestos químicos lo hagan. Con estos vinos acontece que las variedades consideradas más tánicas, como la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Nebbiolo y la Syrah propician un envejecimiento más prolongado. No obstante, esto puede depender del estilo del vino. Muchos vinos dulces, como los vinos de postre, de elevado grado alcohólico, envejecen muy bien, y el Madeira --junto con el Oporto, son los de mayor potencial de guarda en botella”.

En el libro titulado El Vino (una extraordinaria obra de consulta, de 928 páginas en gran formato, de la cual es compilador André Domine) aparece el capítulo “Los Vinos Añejos”
---de su autoría---, del cual transcribo los tres primeros párrafos, alusivos al asunto que abordo en este ensayo. ““La denominación de “vino añejo” no está claramente definida ni química ni organolépticamente. No hay ningún criterio para definir el tiempo mínimo que una botella de vino debe madurar en la bodega. De igual modo hay pocas indicaciones acerca de cómo debe oler y saber un vino añejo.

“Cada vino tiene un potencial de envejecimiento distinto, que depende fundamentalmente del tipo de uva y de la cuvée, y en menor medida de la cosecha, del método de elaboración, de los factores alcohol, azúcar y acidez y, finalmente, del almacenamiento una vez embotellado. Los sedimentos de la botella son fundamentales para determinar el estado de los vinos tintos en proceso de maduración, considerando también el tipo de cerpa y la cosecha. Los sedimentos rojizos y marrones están compuestos de fenoles polimerizados, es decir, de tanino y sustancias colorantes. Estos producen enlaces tan fuertes que no pueden mantenerse diluidos en el líquido. Cuanto más poso se forme y más claro se vuelva el color del vino, más suave será éste. Un Cabernet Sauvignon rico en tanino y en sustancias colorantes durante su juventud, formará considerablemente más heces que un sedoso Pinot Noir.

“Los vinos blancos maduros también cambian de color. Sin embargo, durante la estancia en la botella, el vino blanco no se tornará más claro sino más bien amarronado, a causa de la oxidación progresiva de los fenoles. En este caso hay que tener en cuenta que los vinos dulces y generosos pueden madurar mucho más tiempo que los vinos secos. A su vez, entre estos últimos maduran mejor los vinos previamente fermentados y elaborados en barricas, que aquellos que proceden de tanques de acero inoxidable””.

La palabra envejecimiento (ageing en lengua inglesa, que tiene por sinónimo el término maturing) equivale al vocablo vieillisement, en francés. En italiano corresponde al término invecchiamiento (vecchio se traduce por viejo), mientras que en portugués se dice envelhecimiento, fácilmente traducible como envejecimiento.

Si bien el vocablo fassreife, en el idioma germano, no hace alusión a la guarda prolongada de un vino en la botella, sí alude a su maduración en la barrica. Ese término, fassreife, tiene el significado de crianza en barrica, en su sentido de proporcionarle a ese néctar báquico el requerido reposo, para que llegue a un punto idóneo (la cima en la curva de Gauss) de perfección enológica, cuando se trata de un vino destinado, desde el momento de su elaboración, para ser guardado debida y prolongadamente en una cava. A todo lo anterior debo agregar que el vino, como los seres humanos presenta un estado de juventud, otro más de madurez y, finalmente, la etapa postrera de senectud, cuando tanto el vino como el ser humano van hacia la decrepitud. A este respecto recuerdo que en el libro El Quijote de la Mancha se hace alusión a un vino de estas características (acentuado envejecimiento), diciendo que “tiene algunos años de ancianidad”

En el párrafo alusivo al libro The Oxford Companion to Wine aparece un breve texto de Helen Bettinson, quien consigna que después del colapso del Imperio Romano desapareció el aprecio que motivaban los vinos envejecidos. Y no fue sino hasta la introducción, en el siglo XVII, de las botellas de vidrio, y del empleo de los tapones de corcho, que volvió la costumbre de guardar el vino en esos recipientes sellados. Corresponde a los ingleses, quienes tanto contribuyeron a la fama y acendrado prestigio de los “claretes” de Burdeos, y de los Oportos y los Madeiras, de Portugal, la primacía en la encomiable costumbre de que los vinos fuesen envejecidos, para degustarlos años después de haber sido embotellados, ya que descubrieron que sus apreciables cualidades aromáticas y gustativas se incrementaban notoriamente, lo que permitía un placer más acentuado al beberlos.

En el libro Larousse de los Vinos leo las siguientes recomendaciones: “”Los vinos que deben beberse jóvenes son todos aquellos cuyas cualidades esenciales son la ligereza y la frutalidad. No ofrecen ningún interés para ser envejecidos, ya que tienen tendencia a deteriorarse con el tiempo. Deben beberse en el año de su cosecha, o como máximo algunos meses después de haber sido comprados. Los vinos para guardar más de ocho años son aquellos que requieren de un periodo de envejecimiento, para acceder a su apogeo. Son esencialmente los que corresponden a las mejores añadas de los mejores pagos””. En esa misma obra, en el capítulo “El color del vino cambia con la edad” se menciona que “Los vinos tintos se aclaran. Los vinos blancos tienen tendencia a adoptar un color más oscuro. El tono de los vinos tintos puede ir desde el púrpura oscuro a toda una variedad de rojos, hasta adquirir una coloración teja con ciertos reflejos anaranjados”.

En la misma obra, en el capítulo titulado “La Crianza en Botella” queda asentado lo siguiente: “¿Cómo explicar las mutaciones que sufre un vino?. Las reacciones químicas que se desencadenan en el interior de una botella son complejas y poco conocidas. No obstante, algunas investigaciones han permitido explicar los cambios de color y aroma. Los taninos y los demás componentes aromáticos, que provienen esencialmente de los hollejos, y la madera de las barricas, se transforman. El vino de color rojo púrpura pasa a rojo rubí, y se aclara a continuación hasta adquirir un tono rojo ladrillo. La acidez astringente del fruto verde se suaviza. La agresividad del vino joven desaparece, para dar lugar a una redondez aterciopelada, que se manifiesta a través de aromas complejos”.

En el precioso libro Judgemnet of Paris, de George M. Taber (obra en la que se describe pormenorizadamente la histórica degustación celebrada en 1976, en Paris, en la cual los vinos estadounidenses elaborados en California alcanzaron calificaciones por arriba de los vinos de Burdeos y Borgoña), leo lo siguiente: “ La guarda en botella constituye el proceso anaeróbico durante el cual los aromas de las uvas y los aromas aportados por la barrica, en la que reposaron previamente, se funden para dar forma al bouquet. Esta fusión de aromas es lo que el enólogo Mike Grgrich llama “la luna de miel del vino”. Hasta aquí esa cita.

Como ya señalé en un párrafo anterior, no todos los vinos han sido elaborados para ser guardados por algunos años en su botella. De acuerdo a las normas vigentes en materia de vinos, en los países de la Unión Europea, aquellos vinos que, en las naciones angloparlantes, ostentan en la etiqueta la leyenda “Table Wine” (Vino de Mesa), o sus equivalentes de acuerdo a los diferentes países, no son apropiados para su envejecimiento. En otros países europeos esa denominación es la siguiente: “Vino da Tavola”, en Italia; “Vino de Mesa”, en España“; Vihno de Mesa”, en Portugal; “Vin de Table”, en Francia, y “Tafelwein” (la etiqueta debe ostentar la leyenda “Deutscher” para garantizar que fue elaborado en este país), en Alemania. Estos caldos son más agradables cuando son degustados jóvenes, ya que fueron elaborados para su pronto consumo. La misma premisa se aplica a los vinos envasados en tetra pak, ya que se trata de vinos ligeros, aptos para ser bebidos por el consumidor, inmediatamente después de haber sido elaborados.

Respecto a los vinos que han sido guardados varios años en la botella (en las condiciones más apropiadas) se dice --y las opiniones en pro y en contra son muy numerosas-- que es recomendable decantarlos antes de ser servidos. A este particular en una página de internet leo lo siguiente: “”Se decanta un vino en primer lugar para eliminar el sedimento. El sedimento suele formarse sobre todo en los vinos con antigüedad mayor a 5 años. Se compone de depósitos de taninos y ácidos cristalizados, y es importante eliminarlo porque de lo contrario el vino tendrá menos presencia en la copa y, lo que es más importante, podría tener sabores amargos y una textura no deseada. También es recomendable tener la botella en forma vertical unos días antes del servicio para permitir la acumulación del sedimento en la base de la botella. Por otro lado, en vinos que han permanecido largo tiempo encerrados en la botella, pueden aparecer aromas poco agradables, llamados de reducción, que desaparecen al poner el vino en contacto con el oxígeno del medio ambiente”.
La cata “ciega” mensual número 167 del Grupo Enológico Mexicano tuvo lugar el 18 de noviembre en un salón privado del restaurante “Bistro 235”. En esta ocasión fueron evaluados 10 vinos tintos que permanecieron en la cava -- en condiciones apropiadas de guarda-- un mínimo de diez años (el más provecto tenía una “ancianidad” de veinticinco años). De esos diez vinos, tres fueron elaborados en España, dos en Italia, uno en Estados Unidos de América, uno en Portugal, uno en Francia, uno en Argentina y el otro en México. De estos vinos no señalo el precio al público, en virtud de que no es posible hallar en el comercio de la ciudad de México esta clase de vinos añosos.

La Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Rodolfo Fonseca Larios, Rafael Fernández Flores, Dario Negrelos, Alejandro Guzmán Galán, Gustavo Riva Palacio, Gabriel Iguiniz y Miguel Guzmán Peredo.

Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.

Los resultados de esta cata “ciega” de diez vinos tintos, de prolongado añejamiento en botella, fueron los siguientes:

1.- Trapiche Iscay, cosecha 1998. 12.5% Alc. Vol. Coupage de Merlot y Malbec. Bodega Trapiche. Cruz de Piedra, Maipú, Argentina. Calificación: 89.33 puntos.
(En la cata de vinos tintos premium de Argentina, la número 90, del 22 de enero de 2003, organizada por el Grupo Enológico Mexicano, un vino de esta añada obtuvo 82.92 puntos).

2.- Cabernet Sauvignon Fetzer. Private Collection, cosecha 1995. 13% Alc. Vol. Fetzer Vineyards, Hopland, Mendocino County, California, Estados Unidos de América. Calificación: 85.17 puntos.

3.- Cabernet Sauvignon Raimat, cosecha 1989. 12.5% Alc. Vol.
Denominacion de Origen Costers del Segre. Bodegas y Cavas Raimat. Raimat, Lerida, España. Calificación: 85.00 puntos.

4.- Nebbiolo Reserva Limitada, cosecha 1987. 12% Alc. Vol. Vinícola L. A. Cetto. Valle de Guadalupe, Ensenada, Baja California, México. Calificación: 84.17 puntos.

5.- Rocca delle Macie, cosecha 1991. 13.0% Alc. Vol. Chianti Classico. Denominazione di Origine Controllata e Garantita. Rocca delle Macie, S.P.A. Cantina Castelline in Chianti, Italia. Calificación: 83.33 puntos,

6- Gran Coronas, Reserva, cosecha 1992. 12% Alc. Vol. Coupage de Cabernet Sauvignon y Tempranillo. Denominación de Origen Penedés. Miguel Torres, S.A. Vilafranca del Penedés, Cataluña, España. Calificación: 82.50 puntos.

7.- Quinta do Carmo, cosecha 1998. 13% Alc. Vol. Vino Regional Alentejano. Quinta do Carmo, S.A. Estremoz, Portugal. Calificación: 82.17 puntos.

8.- Chateau Plagnac Cru Bourgeois, cosecha 1998. 12% Alc. Vol. Appellation Medoc Controlée. Ets. Cordier. Blanquefort, Francia. Calificación: 81.83 puntos.

9.- Montepulciano d’Abruzzo, Vecchio. cosecha 1988. 12% Alc. Vol. Denominazione di Origine Controllata. Ítalo Pietrantoni, Vitturito (AO) Italia, . Calificación: 81.83 puntos

10.- Marqués del Romeral. Gran Reserva, cosecha 1983. Denominación de Origen Calificada Rioja. 12.5% Alc. Vol. Bodegas Age. Fuenmayor, Rioja Alta, España. Calificación: 78.00 puntos.

No deja de parecerme sorprendente que al cabo de tantos años de guarda en la botella (en condiciones óptimas de almacenamiento), estos vinos manifiesten muy apreciables
cualidades enológicas, que fueron apreciadas por los miembros del Grupo Enológico Mexicano que los degustaron y evaluaron.

De acuerdo a los parámetros del Grupo Enológico Mexicano siete vinos quedaron ubicados en la categoría de “buenos”, ya que sus calificaciones estuvieron entre los 75 y los 84 puntos. Los otros tres vinos, que rebasaron los 85 puntos, alcanzaron el nivel de “muy buenos”.

Al concluir esta singular cata “ciega”, en la cual fueron analizados diez vinos de prolongado añejamiento en botella fue servida una exquisita cena, preparada por los chefs del restaurante “Bistro 235”, Mauricio Romero Gatica y Héctor Dongu. La entrada consistió en ensalada de jamón serrano, aderezada con higos, melocotón y queso de cabra. Con este manjar degustamos el vino Pouilly Fuissé, cosecha 1998 (Appellation Pouilly Fuissé Controlée), de J. Moreau & Fils. En seguida sirvieron un platillo de atún a la plancha, con vinagreta de mango y ajonjolí negro. El complemento de este apetitoso guiso fue el vino Cabernet Sauvignon/Malbec Gran Reserva, cosecha, 2002, de la marca Freixenet de México. Este es un vino de aromas complejos y sabor exquisito. El postre fue una tarta de peras y almendras.

A manera de colofón transcribiré dos refranes españoles :

Con vino viejo y pan tierno se pasa el invierno.
El vino de cepas viejas calienta hasta las orejas.

Un pensamiento anónimo asevera lo siguiente : El vino mejora con el tiempo. Mientras más envejezco más lo disfruto.
Una frase de Charles Kingsley (1819-1875) preconiza que « Al igual que los amigos, es mejor el vino viejo que el nuevo ».

miércoles, 29 de octubre de 2008

CATA DE VINOS DE BODEGA LAGARDE, DE ARGENTINA

Para referirse a los vinos que no son elaborados en los países europeos, tradicionalmente considerados la cuna de algunos de los mejores caldos báquicos del mundo, se acuñó hace años la expresión “Vinos del Nuevo Mundo”. Originalmente estaban incluidos en esta categoría únicamente Argentina, Australia, Chile, Estados Unidos de América, Nueva Zelanda y Sudáfrica. En fecha reciente ---como era lógico que ocurriera, ya que los anteriores no son los únicos países donde existe producción de buenos vinos--- ya son consideradas otras naciones (aun cuando la mayoría de las publicaciones enológicas manifiestan crasa ignorancia acerca de este tema), como Brasil, Bolivia, México, Perú, Uruguay, cuyo volumen de vino elaborado comienza a ser de cierta importancia, tanto por su calidad como por su cantidad.

De todos los países arriba mencionados solamente Argentina y Estados Unidos de América rebasan los mil millones de litros de vino producido cada año. El cuarto lugar, a nivel mundial, es disputado por dichas naciones del continente americano, ya que se habla de que ambos producen más de mil cuatrocientos millones de litros anualmente. Mas cabe señalar que se acepta, de manera unánime, que Estados Unidos de América es el cuarto país productor de vino en el orbe (por atrás de Italia, Francia y España, en ese orden), ya que el volumen de producción de ese néctar báquico es de mil quinientos millones.

Me parece conveniente, ahora que me ocupo brevemente de los “Vinos del Nuevo Mundo”, mencionar algunos pormenores respecto a la producción de vino y la extensión del viñedo, en algunos de esos países.

Estados Unidos de América es el cuarto productor mundial y por el número de hectáreas dedicadas a este cultivo ocupa el lugar quinto en el mundo.
Argentina es el quinto productor, y su viñedo es el décimo
Chile es el undécimo productor, y su viñedo es, igualmente, el undécimo.
Sudáfrica es el noveno productor, y su viñedo es el décimo séptimo.
Brasil es el décimo quinto productor, y su viñedo ocupa el lugar veintiséis.
México es el vigésimo sexto productor, y su viñedo es el cuadragésimo primero.
Nueva Zelanda es el vigésimo séptimo productor, y su viñedo es el décimo séptimo.
Perú es el cuadragésimo quinto productor, y su viñedo es el número cincuenta y tres.
Bolivia es el productor número cincuenta y siete, y su viñedo es el sexagésimo cuarto.
(Información de un estudio de Emilio Barco Royo, de la Fundación Dinastía Vivanco)

Por lo que concierne al consumo anotaré que en el año de 2005 la producción de vino en México fue estimada en trece y medio millones de litros. En 2006 se mencionó que el consumo de vino en México fue de casi diecinueve millones de litros, de los cuales el 40% fue vino nacional y el 60% restante vino importado.
La Corporación Chilena del Vino hace saber que en el mes de agosto de 2008 ese país exportó 55 millones de litros de vino, y que entre enero y agosto de este año la comercialización de los vinos chilenos en el exterior fue de doscientos treinta y un millones de litros. La misma fuente informativa refiere que en los doce meses más recientes la exportación ascendió a quinientos ochenta millones de litros. El consumo de vino interno en esta nación del Cono Sur fue, en 2007, de doscientos cincuenta y tres millones de litros, en tanto que el consumo per capita anual fue de poco más de quince litros.

En Argentina dicho consumo global fue de casi mil doscientos millones de litros, siendo el consumo per capita de casi treinta y un litros.

Según la empresa International Wine and Spirit Record (de Londres) se estima que el consumo de vino en Brasil --en el año 2011-- ascenderá a trescientos sesenta y nueve millones de litros, convirtiéndose en el segundo país consumidor de América Latina. En Brasil hay cuatrocientas bodegas productoras de vino, y el consumo per capita anual es de poco menos de dos litros.

De acuerdo a la Asociación Colombiana de Importadores de Vino y Espirituosos el consumo anual de vino, en ese país, es de un litro per capita.

La producción de vino en Uruguay en 2007 fue del orden de los cien millones de litros.

En Perú, fue superior a los cuarenta y tres millones, en tanto que en Bolivia fue de poco más de siete millones.

Ahora bien, entrando en materia diré que la Provincia de Mendoza, en Argentina, está dividida en dieciocho Departamentos, y éstos a su vez en Distritos. Por su extensión, Mendoza (cuya capital es la ciudad homónima) está dividida en Zonas: Zona Alta del río Mendoza, Nona Norte, Zona Este, Valle de Uco y San Rafael. La Provincia de Mendoza produce el 70% del total de vino de Argentina.

La Bodega Lagarde ocupa un edificio cuya antigüedad se remonta al año 1897. La familia Pescarmona se hizo cargo de esa bodega vitivinícola en 1979 (en otra fuente de información leo que ello ocurrió en 1975). La capacidad de almacenamiento es de un millón seiscientos mil litros. Cuenta con ochocientas barricas de roble, de las cuales el 85% es de origen francés, y el restante 15% americano. Cada tres años es renovado dicho parque de barricas, para garantizar la calidad de los vinos tintos, y cada cuatro las barricas utilizadas en la crianza de los vinos blancos..

Los viñedos de la Bodega Lagarde están ubicados en varias fincas: Finca Lagarde, Finca La Jacintana, Finca Doña Teresa, Finca Sebastián y Finca Montuini.

Los vinos de esta empresa son exportados a los siguientes países: Brasil, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Ecuador, España. Estados Unidos de América, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Hungría, Irlanda, Japón, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Checa, Suiza y Uruguay.
La cata “ciega” mensual número 166, correspondiente a octubre de 2008, del Grupo Enológico Mexicano, se llevó a cabo en un salón privado del restaurante “Bistro 235”. Para esta degustación analítica fueron seleccionados ocho vinos de la empresa argentina Bodega Lagarde. La Mesa de Catadores estuvo integrada por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Alejandra Vergara, Luis Juan de Paz, Philippe Seguin, Alejandro Guzmán Galán, Gabriel Iguiniz García, José Del Valle Rivas, Joaquín López Negrete, Rodolfo Fonseca Larios, Mauricio Romero Gatica y Miguel Guzmán Peredo.

Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.

Los resultados fueron los siguientes:

Vinos blancos:

1.- Lagarde Sauvignon Blanc. Reserva. Cosecha 2007. Monovarietal 100% Sauvignon Blanc. 13.1% Alc. Vol. No hubo fermentación maloláctica. Sin contacto con barrica. Crianza de tres meses en botella. Perdriel, Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 81.63 puntos. Precio: $ 175.00

2.- Lagarde Viognier, Reserva. Cosecha 2007. Monovarietal 100% Viognier. 14.4 % Alc. Vol. No hubo fermentación maloláctica. Sin contacto con barrica. Crianza de tres meses en botella. Perdriel, Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 83.00 puntos. Precio:
$ 175.00

3.- Lagarde Chardonnay. Reserva. Cosecha 2006. Monovarietal 100% Chardonnay. 14.2% Alc. Vol. El 35% del vino fue fermentado en barricas nuevas de roble francés. El resto en tanques de acero inoxidable. Fermentación maloláctica del vino fermentado inicialmente en barrrica. Perdriel, Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 84.38 puntos. Precio: $ 175.00

Vinos tintos:

1.- Lagarde Malbec. Reserva. Cosecha 2005. Monovarietal 100% Malbec. 14.3% Alc. Vol.
Crianza del 50% del vino, durante doce meses, en barrica (de roble francés el 80% y de roble americano el 20%). Posteriormente seis meses en botella. Perdriel, Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 83.25 puntos. Precio: $ 175.00

2.- Lagarde Merlot. Reserva. Cosecha 2006. Coupage de 95% Merlot y 5% Cabernet Sauvignon. 14.2% Alc. Vol. Crianza de seis meses en botella, sin contacto con barrica. Perdriel, Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 83.13 puntos. Precio: $ 175.00

3.- Lagarde Syrah. Reserva. Cosecha 2007. Monovarietal 100% Syrah. 14.3% Alc. Vol. Crianza del 50% del vino -- en un lapso de 8 a 12 meses-- en barrica de roble (el 80% francesa y el 20% americana). Después, un reposo en botella durante seis meses. Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 84.38 puntos. Precio: $ 175.00

4.- Lagarde Cabernet Sauvignon. Reserva. Cosecha 2006.. Coupage de 87% Cabernet Sauvignon, 10% Cabernet Franc y 3% de Petit Verdot. 13.0% Alc. Vol. Crianza del 50% del vino -- en un lapso de 8 a 12 meses-- en barrica de roble (el 80% francesa y el 20% americana). Después, un reposo en botella durante seis meses. Perdriel, Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 84.75 puntos. Precio: $ 175.00

5.- Lagarde Malbec D.O.C. Reserva. Cosecha 2005. Monovarietal 100% Malbec. 14.5 % Alc. Vol. Crianza del 100% del vino, durante doce meses, en barrica de roble francés, y después doce meses en botella. Luján de Cuyo, Mendoza. Calificación: 89.50 puntos. Precio: $ 275.00

Al concluir la cata fue servida una deliciosa cena, confeccionada por el chef Mauricio Romero Gatica (propietario del “Bistro 235”), y por Héctor Dongu, chef de cocina. El primer tiempo fue Ensalada de pato ahumado con nuez de Macadamia y vinagreta de frambuesas. Con este guiso fueron servidos dos vinos blancos: Lagarde Viognier, cosecha 2007, y Lagarde Chardonnay, cosecha 2006. El siguiente manjar fue Robalo relleno de flor de calabaza, con refrito de ajos y almendras, que armonizamos con Lagarde Malbec y Lagarde MalbecD:O:C:, ambos de la vendima 2005. El postre consistió en una exquisita Leche frita.

jueves, 23 de octubre de 2008

CATA DIRIGIDA DE BRANDIES DE JEREZ

CATA DIRIGIDA DE BRANDIES SOLERA RESERVA Y GRAN RESERVA, DE JEREZ, ESPAÑA..........CON ACOMPAÑAMIENTO DE QUESOS


En el Colegio Superior de Gastronomía, campus Lomas Verdes, se llevó a cabo una interesante degustación de cuatro tipos diferentes de brandies de Jerez, una de las tres únicas denominaciones de origen existentes en materia de destilados de vinos. Las otras dos que ostentan esa preciada distinción son la Denominación de Origen Cognac y la Denominación de Origen Armagnac.

El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Brandy de Jerez asienta en su página oficial en internet lo siguiente: “El proceso de envejecimiento que se usa en Jerez es único en el mundo y confiere a sus brandies unas características especiales. Es un sistema complejo, llamado de “Criaderas y Solera”. Es el sistema tradicional que, desde hace siglos, se viene empleando en la zona para el vino de Jerez y que los bodegueros tomaron también para el añejamiento del brandy. Consiste, en esencia, en un conjunto de botas de brandy organizadas en razón de la vejez del brandy que contienen. La que guarda el brandy más añejo se denomina “Solera”, siguiéndola en orden decreciente de vejez las “Criaderas”, (la primera, la segunda, la tercera …). De la Solera se extrae una pequeña parte de brandy para embotellar. Esta operación se llama “Saca”. El brandy sacado a la Solera se repone con la misma cantidad de la Primera Criadera, está con la Segunda Criadera y así sucesivamente. Esta operación se llama “Rocio”. Con este procedimiento se logra mantener las características (de sabor, aroma y color), idéntica calidad y cualidades de cada marca.
“El Reglamento de la Denominación establece tres tipos o categorías de Brandy de Jerez: Solera, Solera Reserva y Solera Gran Reserva..Cada categoría la define el tiempo de envejecimiento y el contenido de sustancias volátiles: Brandy de Jerez Solera: Superior a 6 meses de envejecimiento (el promedio es de 1 año de vejez) y contenido en sustancias volátiles de al menos de 200gr/Hl de Alcohol Puro. Brandy de Jerez Solera Reserva: Superior a 1 año de envejecimiento (promedio de 2 años de vejez) y contenido en sustancias volátiles de al menos 250 gr/Hl de Alcohol Puro. Brandy de Jerez Solera Gran Reserva: Superior a 3 años de envejecimiento (promedio de 8 años de vejez) y contenido en sustancias volátiles de al menos 300 gr/Hl de Alcohol Puro. Existen muchos brandies con envejecimientos superiores (actualmente comercializados como Solera Gran Reserva) para los que el Consejo Regulador está considerando la posibilidad de establecer una categoría superior “Super Premium”.
Es conveniente mencionar que las barricas de roble donde reposa el brandy de Jerez son llamadas “botas” (las cuales previamente contuvieron vino de Jerez), y tienen una capacidad de quinientos litros. Por lo que concierne a la producción de brandy de Jerez, señalaré que asciende a ochenta millones de botellas, y de esa crecida cantidad son exportadas más de veinte millones de botellas. El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Brandy de Jerez tiene registradas treinta y cuatro bodegas, y hay ciento diez marcas diferentes de este delicioso destilado vínico.
Actualmente la producción total de Brandy de Jerez es de unos 80 millones de botellas al año, de los que más de 20 millones son exportadas, a más de setenta países en todo el mundo.
En el siglo XIII comenzaron a servirse del alambique para destilar el vino, y de esta bebida fermentada los alquimistas obtuvieron un destilado. De esta manera se obtenía un líquido de elevado grado alcohólico, al que dieron el nombre de “aqua ardens” (expresión latina que significa aguardiente) y también el de “Aqua Vitae”, cuyo significado es Agua de la Vida. En lengua francesa su denominación fue, y es, “Eau de Vie”, que se traduce el castellano como Agua de Vida. Este destilado, o aguardiente, no tardó en ser llamado “Espíritu de Vino”, en lengua española. En catalán es “Esprit de Vi”, mientras que en italiano es “Spirito di Vino”. Del término “Espíritu de Vino” habría de derivarse el vocablo espirituoso, con el que son conocidos, genéricamente, los destilados de vinos y de diferentes granos y frutos.

Las bebidas inicialmente fermentadas y posteriormente sometidas a un cuidadoso proceso de destilación reciben el nombre de destilados. Los más populares en todo el mundo son los brandies, resultado de la destilación del vino. Únicamente el brandy elaborado en la región de Cognac, en Francia, puede ostentar en la etiqueta el nombre de Cognac.

La palabra Brandy proviene del vocablo brandewijn, en holandés antiguo, que significa “vino quemado”. De ese vocablo procede la expresión branntwein aus wein, en alemán, y brannvin, en idioma sueco. Otros brandies, igualmente llamados aguardientes o destilados, elaborados a base de vino, son el Armagnac, producido en la región homónima de Francia. La Grappa, es propia de Italia. El Orujo, de España (el de Galicia es uno de mis preferidos). El Marc de Francia. El Pisco, de Chile y Perú. El Metaxa, de Grecia. Y la Bagaceira, un orujo de Portugal, similar al de Galicia.
Para esta degustación fueron seleccionados cuatro brandies Solera: dos de la categoría Reserva: Soberano y 501 Grana y otros dos de la clase Gran Reserva: Cardenal Mendoza y Gran Duque de Alba..El brandy Soberano es elaborado por la bodega González Byaas, fundada en la ciudad de Jerez de la Frontera, en el año1835. El brandy 501 Grana es un producto de Bodegas 501 del Puerto, empresa fundada en El Puerto de Santa María, en 1783. El brandy Cardenal Mendoza es elaborado en las Bodegas Sánchez Romate, que fue fundada en la ciudad de Jerez de la Frontera, en 1781, por Juan Sánchez de la Torre. La denominación de este brandy viene del nombre del hijo de Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, que era Pedro González de Mendoza, nacido en 1428 y quien fuera un distinguido político y hombre de la iglesia católica, llegando a ostentar el capelo cardenalicio. Finalmente, la marca Gran Duque de Alba pertenece a las Bodegas Williams & Humbert, cuya fundación tuvo lugar, en 1877, también en la ciudad de Jerez dde la Frontera. El nombre Gran Duque de Alba proviene del título honorífico que ostentó Fernando Álvarez de Toledo, el tercer Duque de Alba, en el siglo XVI.
Antes de que diera comienzo esta cata dirigida de brandies de Jerez fue ofrecida una copa de vino blanco ---para preparar el paladar para la ingesta de los destilados motivo de esta degustación--- de la marca “Vivante”, un delicioso producto de la empresa Freixenet de México, ubicada en el estado de Querétaro.
Esmeralda Chalita, rectora del Colegio Superior de Gastronomía, dio la bienvenida a los asistentes a esta interesante degustación (poco más de ciento veinte personas, entre quienes se contó a un grupo de alumnos de esta prestigiada institución académica), enfatizando la importancia que tiene el conocimiento de esta clase de bebidas, para quienes ---el día de mañana, al concluir sus estudios de licenciatura gastronómica--- habrán de aplicar en su vida profesional los conocimientos adquiridos en esta universidad, por su categoría la primera en América Latina.
A continuación, Marta Garre, representante en México del Consejo Regulador de la Denominación Brandy de Jerez, describió las cualidades de los brandies, y el particular sistema de crianza en barricas que tienen estos destilados.
Siete miembros del Grupo Enológico Mexicano: Patricia Amtmann, Dario Negrelos, Gabriel Iguiniz ---quien es el chef ejecutivo del Colegio Superior de Gastronomía---, Gustavo Riva Palacio, Joaquín López Negrete, Miguel Guzmán Peredo y Rodolfo Fonseca Larios fueron describiendo las características organolépticas de tan deliciosos destilados. La cata dirigida dio comienzo degustando los dos primeros brandies Solera Reserva. El brandy Soberano fue seleccionado el primero para ser descrito en sus características organolépticas, ya que su grado alcohólico es de 36. De este destilado se comentó su color ambarino, sus aromas de frutos secos (avellanas, nueces, almendras), barrica, vainilla, herbales, un dejo de salinidad y un magnífico ataque en boca.
Del brandy 501 Grana, cuyo grado alcohólico es de 38, se dijo que mostraba un hermoso color ambarino con tonalidades caoba, con aromas igualmente de frutos secos, de mantequilla y un dejo de flores. A la boca se presentó sedoso y equilibrado. Estos dos brandies combinaron en forma excelente con el primero de los tres quesos degustados, un queso Panela (fresco).
Luego vinieron los dos siguientes brandies de la clase Solera Gran Reserva, que tienen un prolongado periodo de reposo en las barricas de roble, lo que contribuye a que sus características sensoriales sean tan agradables. Primero fue valorado Cardenal Mendoza, de 40 % de alcohol, cuyos atributos visuales, olfativos y gustativos (hermoso color caoba, aromas complejos de frutos secos, barrica, vainilla y poderoso y muy grato ataque a la boca) fueron encomiados por los asistentes. El siguiente brandy, Gran Duque de Alba, de 42° G.L., fue igualmente muy elogiado por su color caoba, sus gratos aromas que tienen perfiles de frutos secos (nueces, almendras y avellanas), de vainilla y madera, con un cierto dejo de mieles y flores. A la boca es manifiesto el ataque grato, aunque potente, de tan selecto destilado. El maridaje de estos dos brandies resultó exquisito con los dos siguientes quesos: Gouda y Roquefort. Previamente al maridaje con los tres quesos Gabriel Iguiniz había explicado la manera de realizar la armonización: llevar a la boca un pequeño trozo de cada uno de los quesos y una vez que se había formado un bocado beber un sorbo de un brandy, y experimentar la deliciosa sensación de esa combinación. Los asistentes siguieron al pie de la letra tan atinada sugerencia, y así fueron probando cada queso con cada brandy, comentando ---algunos de ellos--- sus preferencias gustativas, las cuales, en general, fueron unánimes en cuanto al deleite de armonizar un queso con un brandy.

Cabe agregar que antes de que se llevara a cabo esta cata dirigida de brandies....con acompañamiento de quesos, busque en internet para conocer si había alguna experiencia previa, similar a la que estaba siendo planeada, y debo decir que no hallé ninguna referencia a este respecto.

Al concluir esta singular degustación los asistentes saborearon el vino tinto mexicano de la marca”Vivante”, elaborado por la empresa Freixenet de México, acompañado de infinidad de sabrosos bocadillos.

viernes, 17 de octubre de 2008

THE SECRET OF SANTA VITTORIA


Robert Crichton fue un escritor estadounidense (1925-1993) quien después de haber participado en el ejército de su país, en la Segunda Guerra Mundial, se dedicó a la literatura. Su primer libro fue publicado en 1959, con el título de The Great Impostor (El gran impostor), que sirvió de base a la película del mismo nombre, dirigida por Robert Mulligan, estrenada en 1961 y llevando a Tony Curtis en el papel protagónico.

En 1966 publicó Robert Crichton su primera novela, The Secret of Santa Vittoria (El secreto de Santa Vittoria), la cual estuvo durante más de cincuenta semanas en las listas de bestsellers del periódico The New York Times. De hecho, durante dieciocho semanas ocupó el primer lugar en esas listas, de los libros de mayor venta en los Estados Unidos de América. No sólo eso, también constituyó un sonado éxito de librería a nivel internacional.

Basándose en esta novela el prestigiado director de cine Stanley Kramer, quien había dirigido filmes tan importantes en la cinematografía estadounidense, como Not as a Stranger (No serás un extraño), 1955; Inherit the Wind (Heredarás el viento), 1960; Judgment of Nuremberg (¿Vencedores o vencidos?), 1961; Ship of Fouls (El barco de los locos), 1965: y Guess Who’s Copming to Dinner (Adivina quién viene a cenar esta noche), 1967, dirigió la película The Secret of Santa Vittoria (El secreto de Santa Vittoria), que fue estrenada en la Unión Americana el 29 de octubre de 1969.
El argumento gira en torno a un momento próximo al fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos alemanes estaban abandonando la península italiana, para tratar de escapar de las fuerzas aliadas. En su retirada, un grupo de soldados germanos se apodera de un pequeño poblado, Santa Vittoria, ubicado en lo alto de hermosas colinas. Los habitantes de ese pintoresco lugar fincaban su bienestar, corporal, espiritual y económico, en la producción y venta del vino que allí elaboraban. Para todos ellos el vino les proporcionaba el necesario sustento al cuerpo (con el producto de su venta y el consumo que de ese exquisito caldo hacían cotidianamente), y la tranquilidad anímica que trae consigo el ver transcurrir los días, los meses y los años sin mayores preocupaciones.
El alcalde de ese pueblo, Italo Bombolini (personificado por Anthony Quinn), se muestra al comienzo de la película como un bufón, a quien su mujer (Anna Magnani) maltrata de palabra y de obra, por su aparente ineptitud y proclividad al dolce far niente. Mas en el momento en que se necesita de un verdadero líder, de un hombre que se ponga al frente de todos los habitantes de Santa Vittoria, para oponerse a los afanes de rapiña de los invasores alemanes, surge en Bombolini una fuerza tal ---no exenta de la picardía innata a los italianos--- que lo lleva a encabezar a todos sus conciudadanos en la regocijante tarea de ocultar, en una cueva (llamada en la película la Cueva Romana), más de un millón de botellas de vino, para evitar que caigan en manos de los agentes de las SS, que expoliaban infinidad de bienes (principalmente vino) en las naciones ocupadas por los nazis.
La película muestra los esfuerzos del comandante nazi Sepp Von Prum (Hardy Krüger) por encontrar el vino escondido, y los afanes del simpático alcalde por disuadirlo de su búsqueda. Los habitantes de Santa Vittoria les habían dejado a los alemanes, con mucho pesar, trescientas mil botellas (que estaban guardadas en una cooperativa del pueblo), en tanto que una mayor cantidad había sido escondida en una antiquísima caverna, en las afueras de ese poblado.
Esta película (que es, a mi parecer, una atinada mezcla de comedia, por la hilaridad de muchas de sus principales escenas, y de drama, por los momentos de extrema angustia que muestra) fue nominada al premio Oscar, de la Academia Cinematográfica, para dos galardones (edición y música), y ganó el Golden Globe Award, por Mejor Comedia; además de que Stanley Kramer fue nominado al premio Mejor Director, y Anthony Quinn y Anna Magnani fueron nominados a los premios Mejor Actor y Mejor Actriz, respectivamente.
Cabe agregar que la duración de este filme, en su versión original, es de 140 minutos, y que la proyección de la sinopsis de la inicial presentación de la serie Gastronomía Cinematográfica, se prolongó por 49 minutos.
El Grupo Enológico Mexicano y el Colegio Superior de Gastronomía, creadores de esta novedosa serie de presentaciones, en las cuales se engarza acertadamente el arte gastronómico con el arte fílmico, llevaron a cabo la primera de estas sesiones en una espacioso salón de dicha institución académica (la primera universidad gastronómica de América Latina), en el Campus Lomas Verdes. Fueron invitadas veinte personas a disfrutar del talento histriónico de Anthony Quinn y de Anna Magnani, dos verdaderos “monstruos sagrados” de la cinematografía mundial, y en seguida a saborear una deliciosa cena, diseñada por Bricia Pedraza, del staff del chefs del Colegio Superior de Gastronomía.
Antes de pasar a la mesa, y que diera comienzo la función de cine, los participantes en esta velada degustaron un par de copas del vino blanco Sauvignon Blanc Don Ángel, elaborado en Chile por la bodega Viña Fray León, que se ubica en la provincia de Cachapoal, a 140 kilómetros de la ciudad de Santiago.
Al concluir la proyección de tan cautivante filme fue servida una exquisita cena. Inicialmente se hizo la descripción organoléptica de los dos vinos servidos esa noche. Del Sauvignon Blanc, cosecha 2007, se comentó su color amarillo paja, buen escurrimiento de glicerol, sugestivo aroma que recordaba frutas como el membrillo, la guayaba, la manzana verde y la piña, con algunos dejos de flores blancas (azahar). A la boca su ataque era de una grata acidez, que invitaba a seguir degustándolo. Del vino tinto Merlot Don Ángel, cosecha 2007, de la misma bodega chilena Viña Fray León, los comentarios fueron en torno a su color rojo rubí capa alta, con halo violáceo, aromas de frutos rojos, como ciruela, cereza, zarzamora, y otros olores como tabaco rubio, chocolate, vainilla, barrica. A la boca mostró magníficas cualidades, taninos bien estructurados, leve vinosidad y cierta capacidad de guarda. Se trata de dos vinos de excelente relación calidad/precio, ya que por un precio en verdad asequible el consumidor obtiene, en cada caso, un magnífico producto.
La cena consistió en tres apetitosidades: Inicialmente sirvieron una entrada fría: Marbre de mariscos con vinagreta de albahaca. Se trata de un mosaico de callo de hacha, camarones y pulpo baby marinados, y acompañados de una vinagreta a base de albahaca y balsámico. Va decorado con almeja baby y corazón. de lechuga. Después vino ossobuco cremolata con risotto milanés y verduras torneadas. Es un chamorro de ternera, bañado con salsa obscura y un toque de cremolata; va servido sobre una quenefa de risotto al azafrán, acompañado de calabaza y zanahorias torneadas. El postre consistió en tarta de higo con helado de balsámico. La tarta de higo con queso mascarpone fue decorada con un couli de frambuesa y romero azucarado. Cabe agregar que la entrada de mariscos armonizó muy bien con el vino Sauvignon Blanc Don Ángel, en tanto que el ossobuco mostró un maridaje excelente con el vino tinto Merlot Don Ángel.

GASTRONOMIA CINEMATOGRAFICA

lunes, 13 de octubre de 2008

VISITA A LA FINCA DOÑA DOLORES

La bodega vitivinícola más importante del estado de Querétaro, no sólo por el volumen de vino que allí es elaborado, sino también por su indudable calidad enológica, es, sin duda alguna, la que lleva por nombre Freixenet de México.

(Conviene asentar, antes de proseguir, que la palabra Freixenet se deriva del nombre de la finca La Freixenada ---el término freixa, en idioma catalán, significa fresno---, propiedad de la familia Ferrer hace varias centurias).

A una altitud de 2.000 metros sobre el nivel del mare, y a una distancia de cuarenta kilómetros de la ciudad de San Juan del Río, se ubica la población de Ezequiel Montes. A un paso de esta urbe se localiza esta hermosa finca, llamada Hacienda Doña Dolores, que fue inaugurada el 10 de noviembre de 1986.

Ya he señalado anteriormente que fue escogido ese sitio rural porque las tierras calcáreo-arcillosas son apropiadas para sembrar diferentes variedades de uvas como Chardonnay, Pinot Noir y Macabeu, entre otras. Las cavas subterráneas de esta empresa ocupan una parte del predio rural de cincuenta hectáreas, y se ubican a una profundidad de veinticinco metros, donde la temperatura es casi constante de doce grados centígrados durante todo el año.

En fecha reciente el Grupo Enológico Mexicano fue invitado por Jordi Fos (el enólogo y director general de Freixenet de México) a una visita a las instalaciones de esta empresa, filial de la matriz de Cataluña que es líder mundial en la venta de vinos espumosos. El paseo dio comienzo con un almuerzo, a las nueve de la mañana, en el restaurante “Los Arcos” ---ubicado a corta distancia de la caseta de peaje de Palmillas---, donde degustamos exquisitos tacos de barbacoa, y pancita, maridados con el vino espumoso Doña Dolores Brut Nature Gran Reserva, que es resultado de un coupage de 40 % Macabeu, 40% Saint Emilion, 15 % Chenin Blanc y 5 % Pinot Noir. Raymundo López Castro, Miembro de Número del Grupo, obsequió diez botellas para que los veinte participantes disfrutaran opíparamente de tan deliciosa manducatoria.

Al concluir este matutino yantar fuimos a Tequisquiapan, y allí visitamos el Museo del Queso y del Vino, un pequeño recinto dedicado a estos dos alimentos de milenario consumo por el género humano.

Luego fuimos a la Hacienda Doña Dolores, y allí nos recibió Jordi Fos, con quien hicimos una detenida visita a las instalaciones. A un lado de los tanques de acero inoxidable, donde empieza la fermentación, nos hizo una pormenorizada relación de los complejos procesos que tienen lugar en el mosto antes de que el vino, en su momento idóneo de maduración, se halle listo para ser degustado hedonísticamente.

A continuación descendimos a la parte más profunda de la bodega, a veinticinco metros, donde la temperatura es la más conveniente para estabilizar el vino, que reposa en las botellas. En este sitio Jordi Fos nos dijo que hay dos millones de botellas, reposando en la quietud y oscuridad, al abrigo de una temperatura constante, hasta que llega el momento de pasar al área donde se les coloca el tapón de corcho definitivo, con el que son puestas a la venta, cuando han alcanzado el punto exacto de madurez.

Al concluir el recorrido de casi una hora de duración, con las oportunas explicaciones de cada paso del proceso de elaboración ---especialmente de los vinos espumosos---, fuimos al comedor de la Finca Doña Dolores, donde Jordi Fos y Gema, su esposa (quien comparte con Jordi la pasión por elaborar magníficos vinos, y hacer de Freixenet de México una empresa reconocida por la calidad de sus caldos báquicos) ofrecieron a los miembros del Grupo Enológico Mexicano una exquisita comida, a base, principalmente, de lechón asado.

Antes de que diese comienzo ese ágape saboreamos varios vinos. El primero fue un vino blanco que se halla en sus últimos momentos de maduración. Se trata de un coupage de Chenin Blanc y Sauvignon Blanc, que causó una gratísima impresión a los comensales allí presentes. Si bien sus cualidades visuales eran muy sugestivas, al olfato se reveló como poseedor de sorprendentes matices odoríferos: limón real, piña, guayaba, manzana verde, toronja, con ciertos dejos de flores blancas. A la boca mostró una acidez muy grata y equilibrada.

En seguida probamos el vino espumoso Doña Dolores Brut Nature Gran reserva, elaborado con la variedad Chardonnay, que por su frescura y por la burbujeante sensación a la boca resultó muy refrescante.

El tercer vino fue el Sauvignon Blanc/Macabeu, de muy encomiables cualidades, especialmente al olfato y al gusto. Y luego sirvieron el vino tinto 4 Regiones, elaborado con seis variedades de uvas (Cabernet Sauvingon, Cabernet Franc, Merlot, Malbec, Tempranillo y Syrah), procedentes de cuatro entidades de México: Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Zacatecas. Este es un vino de excelentes características organolépticas, color rojo picota, de capa media alta, acentuado escurrimiento de glicerol, aromas de frutos rojos en vías de pasificación, tabaco, cuero, barrica, vainilla, chocolate, y balsámicos, entre otros. A la boca es un vino de gran cuerpo y magnífico retrogusto, que con el lecho asado armonizó muy bien.

La comida concluyó (tres horas después de haber iniciado) con pastel de chocolate y café express, y con la degustación de Oporto 20 años y puro Valdez, que Raymundo López Castro llevó para todos los comensales. .

VISITA A LA FINCA DOÑA DOLORES

jueves, 25 de septiembre de 2008

CATA VERTICAL DE NUEVE AÑADAS
DEL VINO GRAN CORONAS RESERVA


En ocasión de haber publicado un reportaje acerca de la cata “vertical” de diez añadas de un vino tinto mexicano, elaborado en el Valle de Guadalupe, en Baja California ---degustación analítica, organizada por el Grupo Enológico Mexicano, que tuvo lugar en noviembre de 2005--- escribí acerca de lo que significan las catas llamadas horizontales y verticales. Allí mencioné que las primeras, que generalmente son “ciegas”, comprenden el análisis organoléptico de vinos de la misma añada (cosecha), elaborados con la misma cepa o con el mismo coupage, procedentes de diferentes bodegas vinícolas. Las segundas, las verticales, son aquellas degustaciones sensoriales (no “ciegas”, generalmente) en las cuales son analizados vinos de diferentes añadas, pero todos los vinos ---elaborados con la misma variedad de uva o con el mismo coupage--- proceden, generalmente, de una misma bodega. Existe una variante de las catas horizontales, en la cual los catadores evalúan (usualmente en una cata que no es “ciega”) vinos de diferentes cosechas, generalmente de años consecutivos, elaborados por diversas bodegas con la misma variedad de uva, o con la misma mezcla de cepas.

El creador de esas denominaciones (vertical and horizontal wine tastings, en el original idioma inglés) fue un distinguido literato inglés, George Saintsbury (1845-1993), quien publicó, en 1931, su libro Notes on a Cellar Book y en esa obra, fruto de su pasión por los vinos, dejó asentados esos términos, describiendo los fundamentos de esas valoraciones sensoriales. Cabe agregar que en honor de ese hombre de letras fue fundado en Londres lo que es considerado el más famoso de los “dining clubs” del Reino Unido, el Saintsbury Club, integrado por 50 asociados, que se reúnen dos veces al año, para conmemorar el natalicio y la fecha de la muerte de ese afamado intelectual.

Clive Coates, autor del voluminoso libro (de 816 páginas, consagradas a describir los vinos más afamados de la región francesa de Burdeos) Grands Vins, cuyo subtítulo es The finest chateaux of Bordeaux and their wines, señala que “la cata de vinos es un procedimiento sensual, y nada es más subjetivo que el gusto personal”. Por esta razón, válida e indiscutible, se mostró proclive a no calificar con una puntuación determinada las numerosísimas catas verticales que llevó a cabo cuando redactaba esta documentada obra de consulta. Pero afirmó que si no efectuaba una puntuación numérica sí realizaba un comentario, “adulatorio o desaprobatorio” --en sus propias palabras-- acerca de la calidad de los vinos que degustaba, lo que, a su parecer, equivalía a concederles una calificación a esos vinos.

Cabe agregar, a este particular, que es innegable que a muchos enófilos les parecen mejores (o por lo menos aquellos se muestran más inclinados a preferirlos, lo que es una clara señal de que les agradan más) aquellos vinos que ponen de manifiesto ----por su color y su aroma— la evolución alcanzada por su paso en botella. El color atejado y el bouquet de un vino en el cual se perciben olores de barrica y de vainilla, gustan a muchos catadores, mientras que otros consideran que la tonalidad cromática más acentuada, con francos ribetes violáceos, y los aromas a frutos rojos que no han alcanzado la madurez, son preferibles por sobre las características sensoriales propias de los vinos que han sido guardados por algunos años en su envase vítreo. Hasta aquí la transcripción de tres párrafos de aquel reportaje.

Con el objeto de percibir sensorialmente la evolución mostrada, al paso de los años, por el vino Gran Coronas Reserva, de la bodega catalana Miguel Torres, S.A. se llevó a cabo una cata vertical de nueve añadas (casi consecutivas) de ese delicioso caldo báquico. Esta degustación evaluativa fue la cata “ciega” mensual numero 165 del Grupo Enológico Mexicano, correspondiente al mes de septiembre de 2008.

Antes de ocuparme en los pormenores de esa cata diré que en España existían, en materia de vinos (al día 6 de julio de 2007), sesenta y cinco Denominaciones de Origen, de acuerdo a la información del Centro de Enología y Viticultura de España. Ocho de ellas están en Cataluña. Ellas son las siguientes: Alella, Ampurdán-Costa Brava, Conca de Barberá, Costers del Segre, Penedés, Priorato, Tarragona y Terra Alta. La Denominación de Origen Cava (que comprende a los vinos espumosos de Cataluña, Navarra y La Rioja) está considerada aparte.

De todas esas ocho Denominaciones de Origen la más importante, tanto por el volumen de vino elaborado como por la calidad que caracteriza a esos caldos vínicos, es la Denominación de Origen Penedés (cuyo viñedo se remonta al siglo IV A.C. fecha de la llegada de los marinos procedentes de Focia. El viñedo en Cataluña tiene sus orígenes en las viñas sembradas hace veinticinco centurias (en el siglo V, o quizá en el siglo IV, antes de Cristo), por los primeros colonizadores que sentaron sus reales en esta parte de Iberia, los fenicios y los griegos. Transcurridas los siglos, ya en el XVII de nuestra era, el apellido Torres comenzó a ser conocido en el mundillo de la vinicultura en Vilafranca del Penedés. En esta hermosa ciudad, de seculares raíces, se halla la sede de la empresa Torres, que tuvo sus orígenes en el año 1800, y posteriormente, al regresar de Cuba Jaime Torres Vendrell, en el año 1870, fue formada la empresa Torres y Compañía, de la cual formaron parte Jaime Torres, su hermano Miguel y el padre de ambos. Fue entonces edificaron la primera bodega de vinos en esa ciudad de Cataluña. Al paso de los años Miguel Torres Carbó se convirtió en el patriarca de esa firma vinícola, la cual dirigió durante cincuenta y nueve años. Pero es el talento, la visión, la experiencia y el conocimiento de su hijo, Miguel Agustín Torres, miembro de la familia, quien desde 1962 se incorpora a la actividad comercial de la bodega, lo que ha hecho de esta compañía vitivinícola una de las más prósperas y afamadas en España. Cabe decir que cuando Miguel Agustín Torres ingresó a la firma familiar eran producidas dieciséis millones de cajas de vino cada año. Hoy en día la producción anual es superior, con creces, a los dos millones de cajas. La bodega vitivinícola “Torres” posee en propiedad poco más de mil trescientas cuarenta hectáreas de viñedos propios en España, y exporta sus vinos y brandies a más de ciento treinta países en todo el mundo. Cada año comercializa más de veintisiete millones y medio de litros de vino. El 60% de ese volumen (dieciséis punto cinco millones de litros) en España, y el restante 40% ( once millones de litros) en el exterior. Además de las varias bodega de la Casa “Torres” en Cataluña, existen otras empresas filiales: En Chile, en el Valle de Curicó (dentro del Valle Central), fue establecida otra empresa, en el año 1979. Posteriormente, en California, en el Valle de Sonoma, comenzó a funcionar la bodega vitivinícola denominada Marimar Torres, dirigida por la hermana de Miguel Agustín Torres, cuyo espíritu emprendedor se puso de manifiesto al establecer una filial en China, en la ciudad de Shangai. Miguel A. Torres es el creador en España del concepto “vinos de finca” (equivalentes a “vinos de pago” y “vinos de autor”. Se trata de pequeños viñedos ubicados en sitios de microclimas muy apropiados para el desarrollo de óptimas variedades de uvas, con las cuales elaboran los vinos de mayor calidad y finura de esta marca. Tales son los vinos “Grans Muralles”, “Mas la Plana”, “Reserva Real”, “Mas Borras”, “Milmanda” y “Fransola”. Otros vinos son de la categoría Reservas, como “Gran Sangre de Toro”, “Nerolo”, “Atrium”, “Gran Coronas”, y recientemente el primer tinto de la Casa Torres elaborado en la zona de Ribera del Duero, el vino “Celeste”, presentado en México, en su momento, por Miguel A. Torres.

Es conveniente enfatizar en el hecho siguiente: la Bodega Torres, de Cataluña, forma parte de una selecta organización internacional que lleva por nombre Primum Familiae Vini (“Primeras Familias del Vino”), integrada por once empresas vitivinícolas de reconocido prestigio e importancia comercial en el ámbito del vino: Antinori, de Italia; Tenuta San Guido- Sassicaia, de Italia; Maison Joseph Drouhin, de Francia; Champagne Pol Roger, de Francia; Hugel & Fils, de Francia); Château Mouton Rothschild, de Francia; Vega Sicilia , de España; The Symington Family Port Companies de Portugal; Egon Müller-Scharzhof, de Alemania; Château de Beaucastel, de Francia; y Bodega Torres, ya mencionada.

Esta cata “vertical” (del vino Gran Coronas Reserva, resultado de un coupage de las variedades de uvas Cabernet Sauvignon ---85%--- y Tempranillo ---15%---) se llevó a cabo a sugerencia de Roberto Quaas Weppen (Miembro de Número del Grupo Enológico Mexicano, quien aportó (de su cava privada) los vinos de las añadas 1997, 1998, 1999, 2000, 2001 y 2002). El vino de la cosecha 1992 fue llevado por Miguel Guzmán Peredo, en tanto que los de las añadas 2003 y 2004 fueron obsequiados por Pilar R. De Manzaneque, de la empresa Bodegas La Negrita, S.A.

Cabe agregar las distinciones obtenidas por el vino Gran Coronas Reserva, de las añadas degustadas en dicha cata “vertical”:
Gran Coronas Reserva, cosecha 1997. Medalla de Plata. Hong Kong International Wine Challenge, 2001.
Gran Coronas Reserva, cosecha 1997. Medalla de Bronce. Japan Wine Challenge. 2000
Gran Coronas Reserva, cosecha 1997. Medalla de Plata. International Wine & Spirit Competition. 2001. (Gran Bretaña)
Gran Coronas Reserva, cosecha 1997. Medalla de Bronce. Expovina. 2001. (Suiza)
Gran Coronas Reserva, cosecha 1998. Medalla de Bronce. International Wine & Spirit Competition. 2002.
Gran Coronas Reserva, cosecha 1999. Medalla de Bronce Challenge International du Vin. 2003. (Francia)
Gran Coronas Reserva, cosecha 1999. Medalla de Oro. Concours Mondial de Bruxelles. 2003. (Bélgica)
Gran Coronas Reserva, cosecha 1999. Medalla de Plata. Mundus Vini. 2003.(Alemania)
Gran Coronas Reserva, cosecha 2000. Medalla de Bronce. International Wine Challenge. 2004. (Gran Bretaña).
Gran Coronas Reserva, cosecha 2001. Medalla de Plata. International Wine & Spirit Competition. 2005. (Gran Bretaña)


Además de esas distinciones al vino Gran Coronas Reserva, en las diferentes añadas, quiero recordar que la Bodega Miguel Torres, S.A. ( y su Presidente y Director General) han sido distinguidos con los siguientes Reconocimientos:

Premio Wine Spectator a la bodega más importante del año. 2000
Premio Bodega del Año, de la Guía de Vinos Gourmet. 2000
Man of the Year, otorgado por la revista británica Decanter a Miguel A. Torres. 2002.
Premio Príncipe Felipe a la Excelencia Empresarial. 2004
Wine Personality of the Year, concedido a Miguel A. Torres por la revista británica Wine International. 2006.
Mejor Bodega Europea del Año, otorgado por la revista estadounidense Wine Enthusiast, en 2006.

La Mesa de Catadores estuvo integrada esa tarde por los siguientes enófilos: Patricia Amtmann, Alejandra Vergara de Del Valle, Areli Curiel,. Rodolfo Fonseca Larios, Alejandro Guzmán Galán, Joaquín López Negrete, Roberto Quaas Weppen, José del Valle Rivas, Darío Negrelos y Miguel Guzmán Peredo.

Las calificaciones están basadas en los parámetros que maneja el Grupo Enológico Mexicano. Aquellos vinos cuya calificación oscila entre los 50 y los 59 puntos son considerados “no recomendables”. Si la puntuación se halla comprendida entre los 60 y los 74 puntos, son juzgados “bebibles”. Una calificación entre los 75 y los 84 puntos permite evaluarlos como “buenos”. Si el puntaje oscila entre los 85 y los 94 puntos, son juzgados “muy buenos”. En el caso de que la calificación esté comprendida entre los 95 y los 100 puntos, entonces alcanzan la categoría de “extraordinarios”.

Los resultados fueron los siguientes:

Primer lugar: cosecha 2004
Crianza durante 12 meses en barricas de roble francés y americano. Embotellado en noviembre de 2006. Calificación. 86.26 puntos

Segundo lugar: cosecha 2001
Crianza durante 12 meses en barricas de roble francés (Nevers) y del Este de Europa, el 30% nuevas. Embotellado en diciembre de 2003. Calificación: 85.29 puntos..

Tercer lugar: cosecha 2003
Crianza durante 12 meses en barricas de roble francés, el 30% nuevas. Embotellado en febrero de 2006.Calificación: 84.71 puntos

Cuarto lugar: cosecha 2002
Crianza durante 12 meses en barricas de roble francés (Nevers), el 30% nuevas. Embotellado en julio de 2005. Calificación: 84.43 puntos

Quinto lugar: empate entre los vinos de las cosechas 1999 y 2000

Cosecha 1999
Crianza en barricas americanas y francesas durante 12 meses. el 25% barricas nuevas. Embotellado en marzo de 2002. Calificación: 83.86 puntos.
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Cosecha 2000
Crianza durante 12 meses en barricas de roble francés (Nevers), el 25% nuevas. Embotellado en enero de 2003. Calificación: 83.86 puntos.

(Un vino de esta cosecha fue calificado con 86.40 puntos en la cata “ciega” número 122, del 31 de julio de 2005)

Sexto lugar: cosecha 1998
Crianza de 15 meses en barricas de roble americano nuevo (70%) y francés (30%), 5 meses en barricas americanas nuevas y 10 meses en segundo y tercer año. Embotellado en octubre de 2000. Calificación: 83.14 puntos.

(Un vino de esta cosecha fue calificado con 86.96 puntos en la cata “ciega” numero 88, del 23 octubre 2002).

Séptimo lugar: cosecha 1997
Crianza de 18 meses en barricas de roble americano nuevo (70%) y francés (30%), 5 meses en barricas nuevas y 13 meses en segundo y tercer año. Embotellado en noviembre de 1999. Calificación: 82.29 puntos.

Octavo lugar: cosecha 1992
(No se dispone de la ficha técnica) Calificación: 81.43 puntos.

De acuerdo a los parámetros del Grupo Enológico Mexicano dos de los nueve vinos evaluados quedaron dentro de la categoría de “muy buenos, por haber alcanzado una calificación de más de 85 puntos. Los otros siete quedaron dentro del nivel de “buenos” vinos.

Los integrantes de la Mesa de Catadores eligieron la etiqueta del vino Gran Coronas Reserva, cosecha 1992, como la “más bella” de todas.

Al concluir la degustación analítica fue servida una exquisita cena (preparada por la brigada de cocina del hotel Marquis Reforma, integrada por los chefs Ignacio Gutiérrez, Margarito Vargas y Ángel Mejía) , acompañada con vinos Gran Coronas Reserva, de las cosechas 2003 y 2004. El primer tiempo fue Ceviche de atún con pepino y perlas de aguacate. El platillo principal fue Medallón de filete de res a la bordalesa, con papa torneada. El postre consistió en Esfera de queso con crocante y frambuesa.