martes, 16 de junio de 2015

EL RESTAURANTE "NICOS" CUMPLIÓ 58 AÑOS





Podemos vivir sin poesía, música y arte.
Podemos vivir de manera inconsciente,
dañando los corazones de quienes nos
rodean. Podemos vivir sin amigos y
sin libros. Pero un hombre civilizado
no puede vivir sin cocineros.

ROBERT BULWER-LYTTON  
(OWEN MEREDITH 1831—1891)






Me permito suponer que mi dilecto amigo de tantos años,  Raymundo Vázquez Estévez, fundador del restaurante “Nicos”, al celebrar en estos días el quincuagésimo octavo aniversario de ese prestigiado establecimiento de restauración, hace suyas las palabras de William Blake  (poeta, pintor y grabador ingles ---1757-1827---), quien aseveró: “Todo aquello que hoy es una hermosa realidad, antes no era más que parte de un sueño imposible”.  Y es que, en verdad, se trata de un acontecimiento digno de ser conmemorado en forma brillante, pues el hecho de que un restaurante de la ciudad de México llegue a los 58 años de ininterrumpido funcionamiento,  y además fructífera y exitosa  existencia, es en extremo meritorio, pues ello habla claramente del amplio reconocimiento que merece de parte de los comensales que lo frecuentan cotidianamente. 

Desde hace quizá cuatro décadas tengo el honor de conocer a Ray Vázquez y a María Elena Lugo Zermeño, su esposa, quien ha sido un pilar fundamental para que “Nicos” sea ---desde hace muchos  años---  un establecimiento que, por méritos propios, ha consolidado fama y prestigio en el mundillo de la gastronomía capitalina. Desde aquellos lejanos años, hace casi cuarenta, comencé a frecuentar “Nicos”, cuando Ray Vázquez tuvo a bien fundar un grupo de enófilos al cual dio el nombre de “Grupo de la Uva”, haciendo referencia al fruto que da origen a la dionisíaca bebida que es el vino.  (Las malas lenguas,  que nunca faltan,  aseguran que la palabra Uva es, en este caso,  el acrónimo de la poco elegante frase “Unión de Viejos Argüenderos”). El grupo que allí se daba gozosa cita, una vez al mes,  disfrutaba,  en una deleitable “prueba de platillos”,  acompañada de magníficos vinos, de los manjares que Ray Vázquez iba incorporando periódicamente al menú de su restaurante.

El día 5 de junio de 1957 abrió sus puertas “Nicos”  (que, como es sabido, está ubicado en el número 3102 de la Avenida Cuitláhuac,  esquina con Avenida Clavería, en la Delegación Azcapotzalco), y desde entonces se ha caracterizado por presentar los guisos más deliciosos de la cocina mexicana. Raymundo Vázquez y su esposa, María Elena Lugo Zermeño,  han sido, desde que inauguraron su feudo gastronómico, incansables promotores de los platillos que dan forma a la alta cocina nacional, ya que se han preocupado por presentar a su nutrida y repetitiva clientela infinidad de muestras gastronómicas, las cuales han tenido la finalidad de mostrar aquellos platillos que han dado merecida fama a la cocina de México.  Entre muchos otros méritos culinarios que los distinguen, mencionaré que ellos fueron los creadores, en la década de los años ochentas, al lado de una media docena más de entusiastas  restauranteros, de los festivales coquinarios que llevaron el nombre de “Muestra Gastronómica de Azcapotzalco de la Cocina Mexicana”, la cual, en sus sucesivas ediciones anuales,  llegó a reunir a más de dos mil comensales, quienes allí  degustaron numerosas exquisiteces de la cocina nacional.

Otro gran mérito de Raymundo Vázquez fue haber iniciado, en el año 1967 (cuando casi nadie ---en el medio de los restauranteros--- se preocupaba por promover en nuestro país una verdadera cultura enológica, es decir dar a conocer las cualidades del vino como idóneo acompañante de las comidas), los festivales ---que aún tienen lugar--- denominados “Agosto: el mes del vino en “Nicos”, en los cuales los comensales obtenían considerables descuentos al ordenar los mejores vinos de México. Para comprobar el impacto de esas promociones enológicas, diré que en el año 1985 este restaurante desplazaba mensualmente de noventa a cien cajas de vino (mil doscientas botellas), y durante ese mes de agosto las ventas sumaban más de ciento treinta cajas, lo que equivale a poco más de  mil quinientas botellas. Muy pocos establecimientos de restauración podrían, en aquellos días, hace casi treinta años, equipararse, en este sentido,  con el restaurante “Nicos”.

Ahora debo hacer mención que hace aproximadamente dieciocho años que Gerardo Vázquez Lugo, el hijo de los fundadores de este renombrado establecimiento de restauración (quien aprendió, hace veinte años,  los secretos del arte de cocinar al lado de Alicia Gironella de De’Angeli) , se hizo cargo de la cocina y de la dirección de “Nicos”, y con su intervención se han multiplicado las ya de por si numerosas presentaciones que, por años,  han caracterizado a este salón comedor. Se trata de una amplia serie de festividades culinarias, que han permitido que los comensales ---quienes tienen la encomiable costumbre de saborear las suculentas especialidades coquinarias del “Nicos”--- degusten una gran variedad de platillos, algunos en extremo tradicionales y otros fruto de la incesante experimentación de tan prestigiado cocinero. Cabe agregar que, merced a su experiencia y creatividad, ha sido invitado a participar en numerosas presentaciones de la cocina mexicanas en otros países, que ahora enlisto: Japón (seis ocasiones); India (dos ocasiones); China (dos);  Francia (tres; España (tres); Brasil (dos); Colombia (cuatro); Perú (dos).  En Estados Unidos de América y en Canadá, en varias ocasiones, Y finalmente en los siguientes países: Kenia, Portugal, Italia, Suiza, Argentina, Uruguay, Bolivia y Guatemala, una. Tal bagaje y cúmulo de experiencias, adquiridas al paso de los años, constituyen la base de su luenga excelencia culinaria.  

Cabe agregar que en infinidad de ocasiones Gerardo Vázquez Lugo ha sido mencionado, de manera encomiástica, en los medios de comunicación (prensa escrita, radio, televisión y ahora en las redes sociales), en los cuales se ha elogiado su creatividad culinaria. Y para solo mencionar una de tantas elocuentes menciones diré que en el portal Time Out México, del 5 de febrero de 2015 aparece “Nicos” catalogado como “uno de los diez mejores restaurantes de México”.

Hace casi tres lustros escribí un artículo ponderando los méritos de Gerardo Vázquez Lugo al frente de la cocina de este restaurante, y allí asenté lo siguiente:  “Quien esté medianamente enterado de los avatares que sufren muchos restauranteros del Distrito Federal, un espacio capitalino donde un día sí y otro también son inaugurados, por doquier, infinidad de establecimientos de restauración (que a los pocos meses o años son clausurados por sus dueños), podrá calibrar con tino la importancia, hablando en términos culinarios, del “Nicos”, que recientemente cumplió cuarenta y seis años de exitoso funcionamiento”.

Ahora puedo decir que, pasados doce años de ese texto periodístico, el prestigio que nimba al restaurante “Nicos” es mayor que nunca, gracias a la encomiable creatividad culinaria del chef Gerardo Vázquez Lugo, quien ha sabido continuar, y más todavía engrandecer, la tarea gastronómica iniciada por sus padres hace 58 años  (¡qué fácil se dice hace casi sesenta años!) quienes, en su momento, supieron fundar y prestigiar un restaurante, el cual ahora ha incrementado su renombre, gracias a la atinada tarea que desarrolla en la cocina del “Nicos” Gerardo Vázquez Lugo.