domingo, 6 de junio de 2010

BOCATO DI CARDINALE


LA MESA DE LOS PAPAS


El Papado es la organización religiosa, social y política más antigua que existe en el mundo. De hecho, puede ser considerada como la que cuenta con mayor antigüedad, y la de peso específico más señalado, pues se remonta a más de veinte siglos, y su importancia y preeminencia es reconocida por todos.

Sus orígenes no se encuentran perfectamente claros, ya que si bien en los Evangelios se menciona a Simón (el apóstol a quien Cristo le dijo “Tú eres Pedro y sobre esta “piedra”
--petrus, en latín significa piedra— edificaré mi iglesia) como el primer obispo de la ciudad de Roma, y por lo tanto el primer Papa, he encontrado información contradictoria en cuanto a ese hecho. En unas fuentes de información he leído que “no hay evidencia histórica de que San Pedro fuese el primer líder de la iglesia romana, ni que fuese martirizado durante la persecución que Nerón emprendió contra los primeros cristianos”. Y por otro lado encuentro que “existen evidencias históricas y literarias que apoyan la creencia de que San Pedro fue martirizado en Roma, en la colina Vaticana (allí se llevaban a cabo --- en ese sitio denominado originalmente “viticinius”, cuyo significado es vaticinar, profetizar, augurar--- diversos ritos propiciatorios tendientes a conocer lo que traería del porvenir), pero el papel preciso que jugó en la comunidad cristiana de Roma antes de su muerte no está bien documentada”.

Se tiene conocimiento de que el apóstol Pedro, acompañado de su esposa Petronila (ese discípulo de Jesús era casado y ello no significó ningún obstáculo para que fuese elegido por Cristo para ser cabeza de la iglesia), realizó una intensa tarea evangelizadora. En el año 42 de nuestra era cambió de lugar de residencia, de Antioquia a Roma, convirtiéndose en el primer obispo de Roma. Los historiadores suponen que fue martirizado y crucificado el día 29 de junio del año 67 de nuestra era.

El Papa tiene las siguientes designaciones; Obispo de Roma, Su Santidad, Vicario de Cristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Supremo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Siervo de los siervos de Dios.

La palabra Papa procede del latín Papa, y del vocablo griego Pappas, cuyo significado es “padre”. Los sacerdotes de las iglesias ortodoxas pueden ser llamados también Popes, reflejándose el sentido de la palabra original en idioma griego. El término Cardenal proviene de la palabra cardinalis, en latín, cuyo significado es “central”, “principal”. Designa al más alto dignatario de la iglesia después del Papa. Estos jerarcas de la iglesia católica integran el Colegio Cardenalicio, una de cuyas funciones es elegir a un Papa, una vez que el anterior ha fallecido.

En la Enciclopedia Católica ---consultada en el ciberespacio--- encontré que desde San Pedro, quien fue Papa del año 32 al 67 de nuestra era (en otras fuentes hallé que fungió como Obispo de Roma del año 42 al 67), a Juan Pablo II, el Sumo Pontífice actual, han existido 265 Papas, si bien hago la aclaración de que en otros documentos he leído que Juan Pablo II es el Papa número 263. De la misma manera, en la iglesia católica han existido treinta y un antipapas, siendo el más reciente Félix V, quien gobernó del año 1440 al 1449. Una de esas personas fue la Papisa Juana, quien según la leyenda era una mujer que ocupó el trono papal, bien en el siglo IX, bien en el siglo XI. Esta mujer fue identificada como tal porque durante una procesión dio a luz, falleciendo a los pocos días.

Los párrafos anteriores bien pueden servir de introducción para el comentario que este día haré de un libro muy interesante en materia gastronómica. Lleva por título Buon appetito, your holiness. Es, a todas luces, un título híbrido, ya que la expresión “buon appetito”, en lengua italiana, significa, como todos lo suponen, “buen apetito”, mientras que “your holiness” quiere decir, en idioma inglés, Su Santidad, uno de los tantos respetuosos tratamientos con que los fieles cristianos se dirigen al Papa.

Este libro al que ahora hago alusión fue escrito por dos historiadoras: Mariangela Rinaldi y Mariangela Vicini. La edición original apareció en 1998 en Italia, y la traducción al inglés
--hecha el año 2000--- corrió a cargo de Arcade Publisign, de Nueva York. Hasta donde puedo asegurarlo este libro no se halla a la venta en México, ni tampoco existe su traducción al castellano. Su ameno contenido versa en torno a las costumbres gastronómicas de numerosos pontífices, quienes mostrándose como hedonistas gourmets, insaciables glotones o epicúreos sibaritas, más que como ascéticos representantes del papado, daban claras señales de sus inclinaciones palatales. Recuérdese la expresión “boccato di cardinale”, que hace alusión lo mismo a un manjar en extremo apetitoso que a una hermosa mujer, a las que los purpurados de la iglesia fueron, y son, tan afectos.

Al referirse a Martín IV, quien fungió como Papa de 1281 a 1285, las autoras consignan que Dante Alighieri, en su obra “La Divina Comedia”, colocó a ese pontífice en el Purgatorio, dada su insaciable voracidad, ya que gustaba desmedidamente de las anguilas y del vino Vernaccia. De Bonifacio VIII, Papa de 1294 a 1303, refieren que en su mesa, cubierta por manteles de seda, la cuchillería era de oro macizo, lujo digno de un rey. Cuando ambas autoras se ocupan de Clemente VI, quien ocupó el palacio papal de Avignon, en Francia, de 1342 a 1352, mencionan que era megalomaníaco en sus actitudes, y que su mesa era en extremo lujosa. Para los frecuentes banquetes que ofrecía a sus invitados sus cocineros preparaban más de treinta platillos diferentes.

Alejandro VI fue un Papa nacido en España, quien llevó el nombre de Rodrigo Borgia. Ocupó el trono papal de 1492 a 1503, y se distinguió por ser un depurado modelo de lujuria y corrupción. Fue padre, entre varios otros hijos, de César y de Lucrecia Borgia. Los banquetes que ofrecía ese pontífice eran famosos por la elegancia de la mesa, con vajillas de plata y cuchillería de oro, y por los delicados, exóticos y suculentos manjares que preparaban sus cocineros, así como también por los vinos que degustaban sus invitados.

Un Papa de costumbres diametralmente opuestas fue Juan XXIII (a quien muy pronto los italianos llamaron “el Papa bueno”), Vicario de Cristo de 1958 a 1963. Sus hábitos en el comer eran bastante sencillos, y los platillos que le preparaban las monjas de la orden de San Francisco de Asis, de su natal Bérgamo, no podían llamarse de alta gastronomía. Fue un pontífice cuyo trato cordial le ganó simpatías por doquier.

Karol Wojtyla, quien tomó el nombre de Juan Pablo II al ser electo Papa, en 1978, fue el anterior Vicario de Cristo (ya que Benedicto XVI es quien actualmente encabeza la Iglesia Católica Romana. Al igual que Angelo Roncalli (Juan XXIII), Karol Wojtyla fue de costumbres manducatorias bastante simples. Su dieta mostró gran influencia de Polonia, país donde nació, así como de Italia, varios de cuyos guisos fueron de su preferencia. De Benedicto XVI no tengo conocimiento de sus inclinaciones gastronómicas. .

Este libro Buon Apetitto, your Holiness, al cual en esta nota he hecho breve referencia, no es únicamente un tratado de gastronomía papal, sino un ameno estudio sociológico de las circunstancias históricas, políticas y religiosas que privaban en los momentos en que una veintena de Papas ---quienes fueron escogidos por las dos autoras para integrar este documento literario--- ocuparon el trono pontificio. De allí, a mi parecer, la señalada importancia que esta obra encierra para los lectores.

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