viernes, 11 de abril de 2014

LEY SECA EN LA CIUDAD DE MEXICO, DURANTE LA SEMANA SANTA





El dipsómano y el abstemio están equivocados, 
y cometen el mismo error. Ambos consideran
el vino como una droga y no como una bebida..

GILBERTH KEITH CHESTERTON (1874-1957).

Hace algunos años, según recuerdo, las autoridades del Distrito Federal solían aplicar, en ocasiones especiales ---especialmente en los días previos a las elecciones, tanto locales como federales---,  irracionales medidas  (llamadas genéricamente Ley Seca) para tratar de controlar y disminuir el consumo de las bebidas alcohólicas. Digo irracionales porque sólo a esas personas, de escasas luces, se les ocurría prohibir la venta al público de esos néctares etílicos  en los establecimientos para ello autorizados, en los dos o tres días previos a esos procesos electorales, con la idea de que no se registrase ninguna alteración del orden público, debido al exceso en el consumo de dichas bebidas.  También estaba vedado que los restaurantes negasen el servicio de cerveza y de vino, y de otros destilados,  para acompañar los alimentos, pues consideraban, equivocadamente por cierto, que después de una comida de esta índole, maridada con algún buen vino de mesa, los comensales iban a salir a la vía pública a armar barullo y escándalo, alterando el orden y la paz.

Pero ahora ya no solamente establecen este tipo de insulsas disposiciones con motivo de las elecciones, sino que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, mostrando su pudibundez y mojigatería,  decretaron, según leí en el periódico Excelsior, del 9 de abril de este año, que “con motivo de la Festividad Religiosa de Semana Santa 2014, se suspenderá la venta de bebidas alcohólicas,  en todas sus graduaciones,  en ocho delegaciones del Distrito Federal. La restricción será los días 17, 18, 19 y 20 de abril, en las delegaciones de  Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Cuajimalpa, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Tláhuac y Xochimilco. El  acuerdo publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal indica que la restricción se aplicará de las 00:00 a las 24:00 horas, los días 17, 18, 19 y 20 de abril, con el fin de prevenir posibles actos que pudieran trastornar dichos eventos y consecuentemente salvaguardar la integridad física de participantes y público en general.

“La prohibición será en cantinas, pulquerías, bares, cervecerías, peñas, salas de cine con venta de bebidas alcohólicas, cabarets, vinaterías, tiendas de abarrotes, supermercados con licencia para venta de vinos y licores, tiendas de autoservicio y tiendas departamentales. Asimismo, centros nocturnos, discotecas, salones de baile, restaurantes, fondas y en cualquier otro establecimiento mercantil similar, en el que se expendan o consuman bebidas alcohólicas de cualquier graduación, o que se instalen temporalmente con motivo de las festividades y tradiciones populares en la vía pública. También queda prohibida la venta y expendio gratuito de bebidas alcohólicas en el interior de ferias, romerías, kermesses, festejos populares y otros lugares en que se presenten actos similares.

“Las violaciones al presente acuerdo serán sancionadas de conformidad con las disposiciones de la Ley de Establecimientos Mercantiles del Distrito Federal y demás disposiciones aplicables”. Hasta aquí la transcripción de la disposición emitida por las autoridades capitalinas.

A mi parecer, estas declaraciones son todo un monumento a la estulticia, pues no prohíben la adquisición de dichas bebidas etílicas en los días previos a los señalados en esta prohibición gubernamental. Y por ello, quien así lo desease, puede surtirse de ellas sin esperar a que esta Ley Seca sea aplicada tan draconianamente en esa parte del Distrito Federal. Y en este momento me pregunto  ¿por qué motivo en otras delegaciones (Milpa Alta, Iztacalco, Tlalpan, Venustiano Carranza, Coyoacán, La Magdalena Contreras)  no tiene vigencia esa absurda prohibición?

Ahora recuerdo que hace ya casi veintitrés años, el día 2 de septiembre de 1991,  apareció mi artículo El vino y las elecciones, en Revista de Revistas, publicación de gratísimo recuerdo, dirigida por muchos años por Enrique Loubet.  Como me parece que los argumentos que entonces esgrimí, para manifestar mi desagrado por tan insulsas disposiciones gubernamentales, continúan siendo válidos al presente, ahora voy a transcribir algunos párrafos de aquel escrito, pues ilustran mi sentir al respecto.

“El pasado sábado 17 de agosto acudí a comer, con un grupo de amigos, a un restaurante de la Zona Rosa. Al ordenar el aperitivo nos informó el mesero que, debido al hecho de que al día siguiente se realizarían elecciones en la ciudad de México, estaba prohibida la venta y servicio de cualquier bebida espirituosa. Por esta absurda razón nos privamos de acompañar los manjares con un delicioso vino, no fuera a ser que, envalentonados por esa mínima cantidad de vino de mesa ingerido, armonizando nuestros guisos, fuésemos (o fuesen todos aquellos, que para el caso es lo mismo, que degustasen alguna bebida etílica durante la comida) a alterar, un día después, el sacrosanto orden público que priva en una ciudad  que no registra ningún hecho de violencia, y donde todo es decoro, tranquilidad y paz”. (Esta misma circunstancia, por demás desagradable, me toco padecerla en otras ocasiones, en diferentes ciudades de nuestro país, cuando coincidían esas fechas de elecciones con agradables viajes por todo México).

“En otra ocasión, en que disfrutaba de una opípara comida en Londres (a mi parecer una de las cuatro ciudades capitales más fascinantes de Europa, al lado de Paris, Madrid y Viena), bañada, por supuesto con un exquisito vino, me enteré que ese mismo día se estaban celebrando las elecciones para elegir a quienes ocuparían los escaños de la Cámara de los Comunes. Pero allí no tuvo vigencia legal ninguna absurda “ley seca”, en perjuicio de habitantes y turistas de la capital de la Gran Bretaña, ni tampoco el alud de letreros,  pancartas y demás inmundicia propagandística con la cual ha sido contaminada visualmente la ciudad de México, no solamente en la temporada en que se desatan estas innecesarias confrontaciones políticas.   

“Pienso en el grave desacato que significaría para el sentido común  ---y el orden gastronómico, que es igualmente muy importante---  el hecho de que un parisino (o cualquier turista, llegado a la Ciudad Luz, a admirar sus incontables encantos urbanísticos)  fuese a la “Tour d’Argent”, “La Coupole”, “Ledoyen”, “Lasserre, “Grand Vefour” y “Taillevent” (verdaderos santuarios de la gastronomía en Paris”), o a cualquier otro establecimiento de restauración de la capital francesa,  y le salieran con el domingo siete de que como al día siguiente tendrían lugar las elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Legislativa, o a quien sería el nuevo ocupante del Palacio del Elíseo, no le podían servir vino  --o cualquier otra bebida espirituosa—  para armonizar con sus deliciosos platillos. Eso sería, a  más de una herejía a los principios fundamentales de la gastronomía, una indudable señal de gazmoñería y cretinismo llevado al extremo”. Hasta aquí esa cita.

En este tema, el de las ridículas prohibiciones de acompañar los alimentos con vino (o la ingesta de otras ambrosías etílicas), en los días de elecciones, no estamos solos los mexicanos, pues en otras naciones de este continente existen legislaciones similares a las nuestras. En el portal Wikipedia leí que “en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú, Uruguay y Venezuela esta norma entra en vigencia siempre cerca de cualquier tipo de elección a nivel nacional, como por ejemplo votaciones para Presidente y Congresistas de la República, Alcaldes o Presidentes Regionales. La norma se aplica de 48 horas antes del inicio de la elección hasta 24 horas después de la misma”.

Ahora comentaré que en mayo de 2011 estuve en España por casi dos semanas. Después de participar en la Feria Nacional del Vino (FENAVIN 2011), la exposición más importante del vino en ese país, recorrí los principales sitios de interés turístico de Madrid, Toledo, Aranjuez y Segovia. Días después tendrían lugar las elecciones para elegir al nuevo presidente, así como a diversos otros miembros del gobierno español. Me sorprendió gratamente advertir, en esas ciudades, que salvo pequeños pendones, colocados con un cordón en los postes del alumbrado público, no había  ---por ningún lado—  bardas pintarrajeadas,  a perpetuidad,  como es costumbre que ocurra en México. Seguramente que el día de las elecciones  no tuvo vigencia, en todo el territorio de este país europeo,  ninguna estúpida “Ley Seca”, que prohibiese el consumo de bebidas espirituosas en tascas y restaurantes. Supongo que al gobernante hispano que pretendiese aplicar tan insulsa disposición le darían, cuando fuese el momento, un gran castigo en las urnas, a más de hacer de él befa y escarnio por doquier.

Volviendo al tema de la Ley Seca en el Distrito Federal, con motivo de la llamada “Semana Mayor”, agregaré que antes de que hubiesen transcurrido 48 horas de que las autoridades capitalinas diesen a conocer las disposiciones arriba mencionadas, en diferentes medios de comunicación apareció la noticia de que “El gobierno del DF da marcha atrás a la ley seca total por Semana Santa, y que las autoridades permitirán la venta de bebidas alcohólicas en hoteles y restaurantes,  en las ocho delegaciones en las que la había prohibido.  El jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF), Miguel Ángel Mancera Espinosa, anunció este jueves que será permitida la venta de bebidas alcohólicas en hoteles y restaurantes en estas zonas de la ciudad. “Hemos tenido comunicación tanto de la cámara de restauranteros como de la cámara hotelera y el compromiso también, el llamado ha sido para establecer reglas precisas en este punto”, detalló Mancera. La indicación para los establecimientos con estas características es que no se vendan botellas cerradas,  (subrayado por mí) “sino que sea nada más para el consumo propio en los establecimientos”

De acuerdo con estas absurdas disposiciones usted (o cualquier comensal) no puede pedir que le lleven a su mesa una botella cerrada de cerveza, o de vino de mesa, sino que le será servida por copeo,  como lo expresó Miguel Ángel Mancera, en una entrevista por televisión. Y abundando en esta información señalaré que el titular de la Secretaría de Gobierno, Héctor Serrano Cortés, haciendo gala de su exquisita percepción de lo que para las autoridades del Distrito Federal es un potencial problema, que conviene aminorar,   dijo que con estas acciones “pretendemos garantizar la integridad física de las personas que participan en estas festividades, buscando el equilibrio (sic)”.

Nada más hace falta que alguien traduzca al lenguaje común y corriente lo que este funcionario quiso decir.

Para concluir diré que en la Gaceta del Distrito Federal, del miércoles 9 de abril de 2014, apareció publicado lo siguiente: “La venta de bebidas alcohólicas en los establecimientos mercantiles, al ser de alto impacto social, podrían traer consecuencias negativas para la seguridad pública, si se desarrollan en días en los que con motivo de festividades populares tradicionales existen grandes concentraciones de personas”

De acuerdo con este brillante razonamiento, digno de un cerebro privilegiado, puedo decir que en estos días debería estar prohibida totalmente la venta de combustibles,  para los automóviles, pues “podrían traer consecuencias negativas para la seguridad pública, si se desarrollan en días en los que con motivo de festividades populares existen grandes concentraciones de personas”


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