sábado, 25 de julio de 2009

LA COMIDA DE LOS ASTRONAUTAS EN EL ESPACIO EXTERIOR

El pasado lunes 20 de julio Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos de América, encabezó los festejos oficiales por el cuadragésimo aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Ese día, en la “Casa Blanca”, recibió ---y rindió homenaje— a los tres astronautas que (llevados por la nave Apolo 11) alunizaron en aquellos yermos parajes el 20 de julio de 1969. Neil Amstrong y Edwin “Buzz” Aldrin fueron los dos primeros terrícolas en caminar en la superficie de nuestro satélite natural, mientras que Michael Collins manejaba los controles de la cápsula espacial que los devolvería a la Tierra.

Cabe mencionar, a este respecto, que el día 10 de agosto de 2006 se llevó a cabo la octava cena de la serie Gastrónomos y Epicúreos, del Grupo Enológico Mexicano, en la cual el doctor en física Rafael Fernández Flores (Miembro de Número de dicha agrupación de enófilos) disertó acerca de la comida de los astronautas en el espacio exterior. De aquella reunión yo publiqué. el reportaje que, a partir del párrafo siguiente, aparece en este texto. Considero conveniente publicarlo nuevamente, porque hace referencia a aquella primera aventura lunar..

Hace 45 años, el 6 de agosto de 1961, el cosmonauta soviético Gherman Stepanovich Titov realizó el primer vuelo tripulado al espacio exterior, en la cápsula Vostok 2. Este inicial vuelo al cosmos tuvo una duración de veinticinco horas y 18 minutos. Durante este tiempo, la alimentación de Titov en aquellos confines consistió en el contenido de tres tubos semejantes a los de las pastas dentales, que contenían, uno, puré de vegetales; otro, paté de hígado; y el tercero jugo.

Poco más de seis meses después tuvo lugar el primer vuelo espacial de un astronauta estadounidense. El 20 de febrero de 1962, en la cápsula “Amistad 7”, John Herschell Glenn efectuó un vuelo de tres órbitas espaciales, de casi cinco horas de duración. En aquellos días los científicos de la NASA investigaban, entre otras diversas disciplinas, las probabilidades de que resultase difícil ingerir los alimentos, por las condiciones de ingravidez existentes en el vehículo espacial.

De entonces a la fecha han transcurrido cuarenta y cinco años, y las condiciones alimenticias de los astronautas estadounidenses y de los cosmonautas de la antigua URSS han sufrido notables modificaciones. Al principio de las misiones espaciales los alimentos resultaban poco apetecibles, tanto en su presentación como en su sabor. Pero conforme fueron avanzando los diferentes programas ( Mercurio, Gemini, Apollo, SkyLab, Transbordador Espacial, etc) los alimentos fueron más agradables, a la vista y al gusto de los viajeros. Cabe agregar que la tripulación de los vuelos de la serie Apollo fueron los primeros en disponer de agua caliente para rehidratar sus platillos. Algunos años más tarde, en 1973-1974, los tripulantes de los vuelos SkyLab ya disponían de un área que hacía las veces de comedor, y para los tres alimentos diarios utilizaban cuchillo, tenedor y cuchara, a más de unas tijeras para cortar la envoltura de plástico de algunos víveres. Igualmente contaban con refrigerador y congelador, para conservar debidamente sus provisiones alimenticias. Hoy en día los ocupantes de la Estación Espacial Internacional disponen de grandes facilidades en el renglón alimentación, para hacer más agradable su estancia en aquellos ignotos y lejanísimos parajes.

Me parece prudente mencionar que astronáutica es la navegación entre los astros, en otras palabras un periplo fuera del ámbito del planeta Tierra. Cosmonáutica es una palabra de significado similar, ya que la navegación tiene lugar en el Cosmos. De aquí la designación de astronauta a los tripulantes de las naves espaciales estadounidenses, y de cosmonauta a los de las naves que antaño ostentaban la bandera soviética, y hoy llevan la de Rusia..

En la cena más reciente de la serie Gastrónomos y Epicúreos, del Grupo Enológico Mexicano, el doctor en física Rafael Fernández Flores, presentó el interesante tema titulado “La comida de los astronautas en el espacio exterior”. En su documentada exposición comenzó diciendo que el primer hombre en comer en el espacio fue el ruso German Titov en 1961. Un año después John Glenn se convirtió en el primer estadounidense en alimentarse a bordo de su vehículo espacial. Glenn disipó las dudas existentes en ese momento acerca de las dificultades que la falta de gravedad produciría en el momento de tragar el alimento.

La alimentación de los astronautas en el espacio ---explicó el conferenciante--- presenta varias dificultades. Una es la del peso, deben ser alimentos que pesen poco, pues una misión de varios meses en la cual toman parte varias personas puede representar un peso considerable. Cada astronauta consume actualmente alrededor de dos kilos de alimento por día.

Otro asunto a considerar es la conservación de los alimentos. Hoy en día los astronautas de la estación espacial internacional tienen refrigeradores y hasta un comedor. Los alimentos les son enviados tanto por los rusos como por los estadounidenses.

El tipo de alimentos que son utilizados son de varios tipos: Alimentos termo estabilizados, que son ingeridos calientes, como por ejemplo una sopa de chícharo. Alimentos Ionizados, aquellos que se esterilizan mediante radiación, por ejemplo carnes frías. Alimentos de humedad media, son alimentos deshidratados como frutas secas. Alimentos congelados. Estos alimentos han sido también deshidratados por sublimación del agua; se pueden comer tal o cual o agregándoles agua. Alimentos naturales. Barras de cereal, galletas, nueces, etc. Alimentos deshidratados. Cereales y alimentos. Bebidas. Café, te, agua de sabores, todos ellos en polvo.

Otro asunto importante es la variedad de los alimentos y su contenido calórico. Los astronautas del proyecto Géminis tenían menús que les permitían no repetir un alimento antes de cuatro días. Entre sus alimentos estaban cóctel de camarones, pollo con vegetales, pan tostado, pudín de mantequilla y jugo de manzana.

Su dieta era de unas 2, 800 calorías por día. De las cuales el 16 o 17 % eran proteínas, entre el 30 y el 32 % grasas y entre 50 y 54 % carbohidratos. La NASA agrega entre 3 y 6 nuevos platos por año a la dieta de los astronautas.

Actualmente el contenido calórico de los menús se calcula de acuerdo a una fórmula que calcula el gasto básico de energía, BEE (Basic Energy Expenditure), tomando en cuenta la edad, el peso, la estatura y la edad. Para un hombre la fórmula es BEE = 66 + (13.7 x P) + (5 x T) - (6.8 x E) y para una mujer: BEE = 655 + (9.6 x P) + (1.7 x T) - (4.7 x E), donde p es el peso en Kilogramos, T la estatura en centímetros y E la edad en años.

En el espacio, debido a la baja gravedad, los huesos se vuelven más débiles por que lo la dieta debe ser rica en calcio y deben consumirse vitaminas. Otra dificultad que hay que resolver es que la escasa fuerza de gravedad puede hacer que la comida literalmente flote por toda la nave, lo mismo que los cubiertos. Para resolver estas dificultades se han diseñado implementos magnéticos que se adhieren a las superficies sobre las que se colocan, también en algunos casos se amarran los recipientes de comida a las piernas de los astronautas.

El problema del abasto del agua se ha resuelto de varias maneras. Una de ellas es llevándola desde la tierra, lo que resulta poco eficiente, pues el agua es muy densa, pesa mucho. Otro es produciéndola en el espacio, generalmente a partir de la combustión de hidrocarburos y una posibilidad más, en uso en la Estación Espacial Internacional, es el reciclado del agua que se encuentra en el aire, y que proviene del sudor, del aliento que se exhala, etc. Esta agua, aunque es totalmente pura pues se recolecta en forma de vapor, se usa principalmente para limpieza. También puede filtrarse y beberse.

Para los miembros del Grupo Enológico Mexicano, comentó Rafael Fernández, seguramente que una cuestión importante es la relacionada no sólo con los alimentos y su contenido calórico, sino la forma de prepararlos. Toda la parte relativa a la cocina y el procesado de alimentos se realiza en la tierra, y en el espacio sólo se “prepara”, es decir se descongela, se le agrega agua o se hidrata. Para calentar los alimentos los habitantes de la Estación Espacial Internacional cuentan con un horno de convección que puede alcanzar hasta 82 grados como máximo, y sostener por un tiempo indeterminado una de 65 grados. Una alternativa que se está desarrollando actualmente es la de hacer pasar una corriente eléctrica directamente a través de los alimentos, para calentarlos, por la resistencia que presentan al paso de esa corriente.

Cultivar en ambientes de microgravedad presenta problemas, pues los nutrientes no circulan bien, y no hay fuentes de energía baratas,

Estos estudios pueden tener importancia cuando se trata de viajes interplanetarios de mayor duración. Para un viaje a Marte, que podría tomar dos años, se estima que se requerirán hasta 40 aparatos para procesar los alimentos para convertir una cosecha de trigo o jitomates en pan y sopa. El reto es que ese equipo sea ligero, pequeño y de fácil mantenimiento.

1 comentario:

Unknown dijo...

la quinua suele ser efectiva y una fruta tecnicamente...no crea residuos... la emplean???