lunes, 5 de noviembre de 2012

LA MUERTE EN EL REFRANERO DE MEXICO




El pueblo mexicano ha sabido mantener incólumes muchas de sus más acendradas tradiciones, a pesar del avasallador empuje de las costumbres extranjerizantes, que socavan y minan el espíritu nacional, en aras de una falsa modernización. Los festejos propios del “Día de Muertos”, que por estos días estamos rememorando, constituyen el mejor ejemplo de las palabras anteriores, ya que por doquier se advierte la perniciosa influencia del “Halloween” (celebración nacida hace siglos, en la edad de los celtas, en Irlanda y Escocia) frente a las “Ofrendas de Muertos”, que en nuestro país se remontan  a los tiempos prehispánicos  ----hace de ello por lo menos cuarenta centurias----,  cuando los diversos grupos mesoamericanos honraban a sus difuntos, de la misma manera como lo hicieron los egipcios, los sumerios y los babilonios, para quienes recordar a sus muertos en una determinada época del año era motivo de importancia capital.

Una manifestación en extremo popular en la manera de hablar y expresarse del pueblo mexicano está dada por la vigente presencia de los refranes. Esos “evangelios chiquitos”, como han sido atinadamente llamadas esas expresiones folclóricas, expresan en unas cuantas palabras diversas ideas complejas. A la gracia se une la brevedad (si bueno y breve, dos veces bueno, aseguró Baltasar Gracián) de esos aforismos, de los cuales se tiene noticia en las literaturas más antiguas,  que en ocasiones se remontan al tercer milenio antes de Cristo.

El refranero mexicano es un vasto almacén de aforismos y proverbios, que pueden  --y de hecho así ocurre frecuentemente---  ser agrupados en diferentes temas: la enfermedad, el agua, las bebidas etílicas, el pan,  la religión, la embriaguez,  las comidas, los dulces, el amor y, como los anteriores,  varios otros asuntos de cotidiana permanencia.

La muerte es una de esas materias que el pueblo ha sabido recrear con sin igual gracia, por ello en el refranero mexicano hay numerosos proverbios a ese respecto, mismos que en esta colaboración periodística consagrada a la gastronomía y a la enología ahora incluyo, por su temporalidad con los días llamados de “muertos”.

A continuación enlistaré aquellos refranes que manifiestan la relación que suele existir entre el comer y el beber y la muerte. Cabe agregar que en nuestro país el pueblo, que ha sabido reírse, burlarse y satirizar ese fatal acontecimiento,  le ha dado diversos nombres a esa macabra figura: la pelona, la parca, la dientona, la catrina, la huesuda y la calaca, entre varios otros, de indudable jocosidad.

1.      De limpios y tragones están llenos los panteones.
2.      Aguacate con leche, muerte segura.
3.      Agua de las verdes matas, tú me tumbas tu me matas, tú me haces andar a gatas.
4.      Ahí verás si mueres de hambre o comes lo que te dan.
5.      Como el caballo del español, que se murió cuando ya estaba aprendiendo a no comer.
6.      El comer mató a muchos, el hambre a ninguno.
7.      Genio y figura hasta la sepultura.
8.      Matar el gusanillo del hambre.
9.      Más vale llorarlas muertas y no en ajeno poder.
10.  Más vale que digan “aquí corrió, y no “aquí murió”.
11.  Más vale morir de pie que vivir de rodillas.
12.  Al cabo la muerte es flaca y no ha de poder conmigo.
13.  Como los que hacen el muerto y luego se asustan del petate.
14.  Vámonos muriendo ahorita que están enterrando gratis.
15.  Hay muertos que no hacen ruido y son más grandes sus penas.
16.  El que a hierro mata, a hierro muere.
17.  Muerto el ahijado se acabó el compadrazgo.
18.  Muerto el perico, para qué quiero la jaula.
19.  Muerto el perro se acabó la rabia.
20.  De que se muera mi padre, a que me muera yo, mejor que se muera mi padre que es más viejo que yo.
21.  Entre varios, pesa menos el muerto.
22.  Hasta que no muere el arriero no se sabe de quién es la recua.
23.  Si se alivió fue la virgen, si se murió fue el doctor.
24.  ¡Ay, muerte, no te me acerques, que estoy temblando de miedo!.
25.  Mujeres juntas, sólo difuntas.
26.  Sólo el que carga el cajón sabe lo que pesa el muerto.
27.  Si me muero, lo perdono; si me alivio, ya veremos.
28.  ¿De qué mueren los quemados? ...De ardidos.
29.  Te asustas de la mortaja y te abrazas del difunto.
30.   Amigos hasta morir, pero de prestarte, nada.
31.  Se hace pesado el muerto cuando siente que lo cargan.
32.  El muerto y el arrimado a los tres días apestan.
33.  Al que se aleja lo olvidan, y al que se muere lo entierran.
34.  Cuánto me gusta lo negro, aunque me asuste el difunto.
35.  De la suerte y de la muerte no se escapa ni el débil ni el fuerte.
36.  El muerto a la sepultura y el vivo a la travesura.
37.  Matrimonio y mortaja del cielo baja.
38.  Más vale oler a unto y no a difunto.
39.  Asustarse con el petate del muerto
40.  Cuando el tecolote canta el indio muere; eso no es cierto, pero sucede.
41.  El que por su gusto muere, aunque lo entierren parado.
42.  Lo que no mata, engorda.
43.  Lo que en la leche se mama en la mortaja se derrama.
44.  No me asusten con matarme, que no he comprado la vida.
45.  No es mala la muerte cuando se lleva a quien debe.
46.  No vas a morir de parto ni de cornada de burro.
47.  Poco veneno no mata, ni mucho si no es activo.
48.  Pretextos busca la muerte para llevarse al enfermo.
49.  Quien nació para ahorcado no morirá ahogado.
50.  Quien vive pobre pa’ morir rico, no parece hombre sino borrico.

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