sábado, 20 de noviembre de 2010

COMIDA, BEBIDA Y SEXO EN EL REFRANERO MEXICANO


Miguel de Cervantes Saavedra escribió en su obra inmortal “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” que “los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antepasados sabios”. Y en algún otro pasaje pone en boca de Sancho Panza la siguiente frase: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias”. El filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson escribió al respecto lo siguiente: “Los proverbios, como los libros sagrados de cada nación, son el santuario de las instituciones”.

Los refranes, llamados desde hace mucho “evangelios chiquitos”, recibieron diversas denominaciones según los países. Los griegos les dieron el nombre de “paroimia”, de donde procede el vocablo paremiología, que alude al estudio sistemático de los refranes. Los latinos se refirieron a ellos con las voces “adagium” y “proverbium”. En Francia recibió la designación de “dicton”. Fueron llamados “adagio”en Italia. “Refrao” en Portugal. “Dita” en Cataluña. “Sprich-wort” en Alemania. En idioma Esperanto se les llama “proverbio”.

Según el diccionario de la Real Academia Española refrán es un dicho agudo y sentencioso, de uso común. Francisco Rodríguez Marín afirmó que refrán “es un dicho popular y breve, de verdad comprobada y expuesto en forma poética, que contiene una regla de conducta o cualquier otra enseñanza”. Juan Lebón, a fines del siglo XVI, manifestó que proverbio “es la frase popular nacida en el pueblo”, y Martín Alonso, en la enciclopédica obra “Ciencia del lenguaje y arte del estilo” asienta que es difícil establecer líneas divisorias entre los refranes y las frases proverbiales, y que el metro y la rima en los refranes no son únicamente elementos artísticos sino también métodos mnemotécnicos, ya que el pueblo atiende más a la rima o cadencia final que al número exacto de sílabas.. José Berzúa, por su parte, afirma que “el refrán (vocablo derivado de referir, por lo que se refiere o repite frecuentemente) entraña un carácter vulgar o común, generalmente es chistoso o festivo, y a veces debe su ser a la mera consonancia”. Y Luis Martínez Kleiser expresó que “los refranes no gozan de la estimación que realmente merecen.....y tienen por cuna los nada pulcros pero sí jocosos y alegres talleres del pueblo”.

Julio C. Acerete, recopilador de un voluminoso libro (publicado en España por la Editorial Optima, en febrero de 2001) titulado “Proverbios, adagios y refranes del mundo”, afirma que “La mayor parte de los proverbios y refranes nos ha sido transmitida, desde la más remota antigüedad, bien sea oralmente o a través de los escritores primitivos que los recogieron del lenguaje popular. Los griegos los heredaron, probablemente, del antiguo Oriente, transmitiéndolos a los romanos, quienes a su vez los pasaron a todas las lenguas del mundo occidental. Erasmo de Rótterdam contribuyó poderosamente a esta última fase de dicha propagación, con su “Adagiorum Collectanea”, traducción en latín de numerosísimos proverbios antiguos, que sirvió de puente para que este acervo de la cultura popular griega, e incluso anterior, llegara a difundirse por toda Europa”.

Los refranes han sido clasificados, por su contenido, en diversos temas: amor, guerra, muerte, dinero, mujer, animales, justicia, vicios y virtudes, vida y muerte. El tema referente a la comida y a la bebida ha sido, igualmente, incluido en cualquier libro que aborde el asunto de los refranes.

Para esta entrega he escogido treinta y dos refranes, de los cuales veintiocho tienen como común denominador la comida y el sexo, mientras que los cuatro restantes giran en torno a la bebida y el sexo. Esta triada --comer, beber y hacer el amor--- constituye, sin duda alguna, un asunto neurálgico para la mayoría de los seres humanos. La veracidad de estas expresiones, de secular existencia, la comprobará el lector una vez que haya tenido la oportunidad de leer los jocosos refranes que ahora enlisto.

Aguacates y mujeres, maduran a puros apretones.
Al pescado y a la mujer, con los dedos ha de ser
Apretando, apretando con suavidad y cariño, las dos frutas van madurando.
¡Atácate, Matías, que de esto no hay todos los Días!
Baco, Venus y tabaco, ponen al hombre flaco.
Buenas para el petate y malas para el metate.
Calentar para que otro coma.
Con amor y aguardiente, nada se siente.
Con esa carne ni frijoles pido.
Con la que entienda de atole, escoba y metate, con esa cásate.
De que se lo coman los gusanos, mejor que lo aprovechen los humanos.
El diablo harto de carne se metió a monje.
Ese bocadito de Adán, ¿a cuántos pondrá en afán?
Es mucho jamón para un par de huevos.
Gallina vieja hace buen caldo.
La comida y la mujer, por los ojos han de entrar.
La tortilla y la mujer se han de comer en caliente, pues si las dejas enfriar el diablo les mete el diente.
Los cuernos como los dientes, primero suelen doler, pero después ayudan a comer.
Mala para el metate, pero buena para el petate (ver el número 5)
Mucha dieta y poca bragueta, si quieres salud completa.
Ni de amor reanudado, ni chocolate recalentado.
No debe moverse el agua cuando no se va a beber.
No hay caldo que no se enfríe, caramelo que no empalague, ni amor que no enfade.
Pa’ comer y pa’ coger no hay tontos ni cansados.
Pasarle lo que al pastelero, calentar para que otro coma.
¡Qué buenos pechos, para acabarme de criar!
¿Quién se moriría en Manila, que hasta los mangos andan de luto?
Quien vive entre amor y vino, que no se queje del destino.
Si como lo mueve lo bate, que sabroso chocolate.
Subirse al guayabo.
Vino y mujeres dan más pesares que placeres.
Yo no pido de amor caldo, ni de caridad frijoles.

Si alguno de los lectores que esta nota periodística vieran conoce otros refranes nacionales, que se ocupen de este doble asunto, la comida y el sexo y la bebida y el sexo, mucho estimaré los haga de mi conocimiento.

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