lunes, 30 de mayo de 2016

CONVERSACIONES GASTRONOMICAS INTEMPORALES (VIII)



UNA CHARLA CON JEAN ANTHELME BRILLAT-SAVARIN


En el terreno de la gastronomía muchos suelen referirse a Jean Anthelme Brillat-Savarin sin haber tenido la oportunidad  -–y el placer—  de leer su obra Fisiología del Gusto, cuyo subtitulo es Meditaciones de Gastronomía Trascendente, donde narra un sinfín de historias en torno al arte del bien comer. Esta obra literaria fue  publicada en 1825, apenas dos meses antes de que su autor falleciera.  Fue precisamente Brillat-Savarin,a juicio de Néstor Luján (éste, a su vez, un ameritado gastrónomo hispano), “el primer tratadista de gastronomía que consideró  a este arte como una de las bellas artes, y que la distinguió en el lugar que ocupa hoy”.

Nacido en 1755 en  la francesa ciudad de Belley, en la zona oriental del país galo,  en  el seno de una adinerada familia de la burguesía gala, Jean  Anthelme Brillat-Savarin hubo de exiliarse de Francia a raíz de la caída de la monarquía.  Primeramente estuvo en Suiza, y más tarde radicó en Estados Unidos de América, “donde logró subsistir como músico de una orquesta, por las noches, y profesor de francés durante el día”.  En 1798,  a la caída de Maximiliano Robespierre, pudo retornar Brillat-Savarin a su país natal, y logró rehacer en poco tiempo su fortuna, la cual le había sido confiscada durante los aciagos días de la revolución francesa.

Hace unos años me encontraba yo recorriendo, por segunda ocasión, la región de Borgoña, en Francia, cuna de afamados  vinos, tanto blancos, como tintos. Una luminosa mañana hice una detenida visita al Castillo de Clos Vougeot , del cual leo en Wikipedia lo siguiente: “El castillo del Clos de Vougeot se divisa desde muy lejos entre los viñedos. El abad Loisier lo acabó en época renacentista y fue restaurado en el siglo XIX. Son de destacar: la gran bodega (s. XII) en la que cada año se celebran las ceremonias de la cofradía del Tastevin, el lagar (s. XII) y sus cuatro prensas gigantescas, de los tiempos de los monjes, y la antigua cocina (s. XVI) situada bajo una bóveda sostenida por una única columna central.

Este edificio es la sede de la Confrerie des Chevaliers du Tastevin (Cofradía de los Caballeros del Tastevin), la  más famosa de las cofradías de Borgoña, fundada en 1934 para enaltecer la fama de los vinos borgoñones. Los creadores de esta sociedad privada, Goeorges Faiveley y Camille Rodier, esperaban atraer el turismo mediante la recuperación de antiguas fiestas y tradiciones, y sus esfuerzos se vieron premiados con el éxito. La cofradía celebra anualmente más de quince capítulos, en los que participan más de quinientas  personas. Estos capítulos tienen lugar en el antiguo castillo Clos de Vougeot. Cada asamblea termina con una cena de seis platos, media docena de grandes vinos de Borgoña, café y licores. El coro de vendimiadores Cadets de Bourgogne pone el complemento musical”. Hasta aquí esa cita.

Una vez concluida la visita a ese venerable recinto  --el cual, de alguna manera, es fiel testimonio de la grandeza de los vinos de Borgoña---  me dirigí a la ciudad de Beaune, con la finalidad de recorrer nuevamente las instalaciones del Hotel- Dieu, también llamado Hospices de Beaune  (“hospital de Dios" u "hospicios de Beaune" en lengua francesa) , que es un primoroso edificio  construido en 1443 por Nicolás Rolin, en cuyo hermoso patio tiene lugar las subastas anuales de los grandes vinos de Borgoña.

De pronto  advertí que en la espaciosa cocina de ese hospital medieval, en cuyas instalaciones estuvieron alojados los pacientes geriátricos  hasta el año de 1985,  se hallaba un elegante caballero, que por su atuendo,  propio de un petimetre,   parecía haber dejado, por un momento, la corte del rey Luis XIV, en Versalles. Seguramente se trataba de alguien que había formado parte del Ancien Régime  (Antiguo Régimen en lengua francesa), designación empleada, peyorativamente,  por los revolucionarios, quienes de esa manera se referían al decadente sistema de gobierno anterior.  Su nívea peluca, su azul casaca de terciopelo y el elegante chaleco de brocado, todo contribuía  a dar la idea de un personaje de los tiempos previos al movimiento revolucionario de 1789, que dio al traste violentamente con la nobleza encabezada por Luis XVI.

Cuando me  hube acercado a él advertí de quién se trataba.  Consideré que era una suerte haberme topado inesperadamente con el autor de Fisiologìa del gusto, por ello le solicité accediese a responder varias preguntas referentes a su tema predilecto: el arte del buen comer.

Brillat-Savarin, al tiempo mismo que con un displicente gesto me autorizaba a iniciar la charla, se instaló en una cómoda silla invitándome a hacer lo mismo a su lado.

---Profesor, ¿qué debe entenderse por gastronomía?

--La gastronomía es el conocimiento razonado de cuanto se relaciona con el hombre para nutrirlo, y se ocupa, con igual interés, de nuestras bebidas, según el tiempo, el
lugar y el clima.  Enseña a prepararlas y, sobre todo, a presentarlas en un orden tan calculado que el placer que de ellas proviene vaya en aumento.

---Usted, en su libro Fisiología del gusto,  menciona en numerosas ocasiones los términos gourmand y gourmandise.  ¿Podría aclararme cuándo se habla de un gourmand y cuándo de la gourmandise?

---He buscado en los diccionarios la palabra gourmandise, y no me  ha satisfecho lo que encontré en ellos.  Hay una perpetua confusión de la gourmandise, propiamente dicha, con la glotonería y la voracidad.  También hay anécdotas en las que se narra cómo ciertas comunidades engullen con gracia un ala de perdiz, para rociarla con un vaso de vino de Lafitte o de Vougeot.  Más aun, la gourmandise es una preferencia apasionada y habitual por las cosas que agradan al gusto  Si gourmand es el hombre, o la mujer, que encuentra gran placer en una mesa bien provista, de regios manjares y exquisitos vinos,

---¿Podría pensarse que esa predisposición es benéfica para los seres humanos?

---¡Totalmente!.  La buena comida está muy lejos de perjudicar la salud; y en igualdad de circunstancias los gourmands viven más tiempo que los otros.  Esto ha sido probado por una investigación hecha por el doctor Villermet, presentada hace poco en la Academia de Ciencias.  No quiere esto decir que los que comen bien están libres de enfermedades, pero como tienen una gran dosis de vitalidad y todas las partes de su organismo están mejor mantenidas, la naturaleza tiene más recursos y el cuerpo humano resiste mejor a la destrucción.

---¿Qué diferencia existe entre el placer de comer y el placer de la mesa?

---El placer de comer nos es común con los animales; no supone más que el hambre y lo que se necesita para satisfacerla.  El placer de la mesa es privativo de la especie humana; supone cuidados anteriores para los preparativos de la comida, para la elección del lugar y la reunión de los comensales.

---Qué opina usted de las trufas, mi querido profesor?

---Quien dice trufa pronuncia una gran palabra, que evoca recuerdos eróticos y glotones en el sexo que usa falda, y recuerdos glotones y eróticos en el sexo que lleva barba.  Esta duplicación proviene de que el eminente tubérculo no sólo es considerado como
delicioso  para el gusto, sino porque se cree que engendra una potencia cuyo ejercicio va acompañado de los más dulces placeres.  La trufa es el diamante de la cocina, y si acaso no es un afrodisiaco positivo, puede, en determinadas ocasiones, hacer más tiernas a las mujeres y más amables a los hombres.

En este momento me percaté que Jean Anthelme Brillat-Savarin miraba atentamente el reloj de sol instalado en el muro poniente del patio del Hotel- Dieu.  Imaginando que deseaba poner punto final a nuestra conversación le pedí me dijese tres de sus célebres aforismos gastronómicos, los que de manera más profunda tradujesen sus sentimientos en relación al arte culinario.  Con una sonrisa, y poniéndose de pie, exclamó:  No  tres sino cinco, de los veinte que  escribí:

---Dime qué comes y te diré quién eres.
---El creador, al obligar al hombre a comer para vivir, le incita a ello por el apetito y le recompensa por el placer.
---Los que se indigestan y se emborrachan no saben comer ni beber…
--El descubrimiento de un nuevo plato, hace más en beneficio del género humano que el descubrimiento de una estrella.
---Convidar a una persona es encargarse de su bienestar durante el tiempo que esté en nuestra casa.

A continuación, inclinando levemente la cabeza, al tiempo mismo que su rostro esbozaba una sonrisa, desapareció de mi vista cuando fue alcanzado por un dorado rayo de sol del atardecer












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